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JOSEBA VÁZQUEZ
Martes, 20 de septiembre 2016, 22:11
Los hermanos Alistair y Jonathan Brownlee llevan un mes convertidos en protagonistas principales del triatlón mundial. El pasado 18 de agosto el fraterno dúo inglés hacía historia al ocupar los dos primeros cajones del podio en Río de Janeiro. Alistair, el mayor, revalidaba el título de campeón olímpico que ya logró en Londres y Jonathan se hacía con la medalla de plata. Dominio incontestable en familia. Un hito difícil de igualar.
Los dos deportistas volvieron a ocupar ayer la primera línea del escaparate internacional, pero por causas menos felices. La foto de Alistair tirando desesperado de su hermano en un intento de que cruzara la meta en primer término y se proclamara campeón del mundo dio la vuelta al globo, emocionó al público y puso en evidencia de nuevo los límites del cuerpo. Jonathan lideraba el domingo la carrera de Cozumel, México, la novena y última de las que han compuesto este año las Series Mundiales, denominación oficial del Campeonato del Mundo de triatlón. Pero su marcha se truncó a falta de apenas 400 metros de la llegada. El calor tropical -el agua estaba a 29 grados durante el tramo de natación- le provocó un golpe de calor, su musculatura sufrió un cortocircuito, sus piernas le fallaron y él inició un inquietante recorrido de eses y tumbos. La agonía le impidió ganar y dio el título al mallorquín Mario Mola, al que su quinto puesto en Cozumel le sirvió para saltar de la segunda plaza de la clasificación general a la primera. El intento de rescate de Alistair, arrastrando a su hermano menor y empujándolo para que cruzara cayendo la línea de meta resultaron inútiles. Una ayuda infructuosa, pero una instantánea para el recuerdo. Jonathan se recupera sin problemas en un hospital.
«Si hubiera acompasado mejor el ritmo en el tramo de carrera habría ganado a pesar del calor», manifestó Alistair, de 28 años, que piensa que su hermano forzó demasiado en los diez kilómetros a pie. Dicho esto por un hombre que atesora dos oros olímpicos, otros tantos títulos mundiales y tres europeos y que entrena un promedio de 27 horas semanales, no nos vamos a atrever a discutirlo. En efecto, los hermanos Brownlee se ejercitan casi en horario laboral y suelen recorrer cada siete días 25 kilómetros a nado, 400 en bicicleta y aproximadamente 135 a pie. Es la dedicación exigida para dos profesionales que vienen dominando el triatlón en las últimas campañas, en peleada competencia, claro, con los españoles Gómez Noya y el propio Mola. Porque tampoco el palmarés de Jonathan es a sus 26 años ni mucho menos despreciable. Una plata y un bronce olímpicos, el Mundial de 2012, otros tres segundos puestos en ese torneo y un segundo lugar en el Europeo de Pontevedra de 2011. A ritmo de auténtico campeón.
«Nuestros embajadores»
Una parte importante de esa preparación la desarrollan los hermanos ingleses en La Nucía, localidad alicantina de unos 20.000 habitantes situada en un valle de frutales diez kilómetros al norte de Benidorm y a apenas cuatro en línea recta de la costa de Altea. Lo han hecho en los cuatro últimos inviernos, desde el de 2013 hasta el último. «Ellos conocían la zona desde críos porque a veces venían a una casa que tenía su abuela en Calpe. La comarca les gusta y la han elegido sobre todo todo por la seguridad de las carreteras», comenta Bernabé Cano, alcalde de esa población.
El argumento era corroborado por los propios hermanos en un reportaje realizado hace unos meses por LaNuciaTV. «Para nuestras pretemporadas este es un lugar ideal. Tiene unas instalaciones deportivas excelentes, un clima fantástico y la gente es muy hospitalaria con nosotros», decían los hermanos, que aparte de las estancias invernales de dos semanas salpican a lo largo del año otras cinco o seis visitas a este núcleo valenciano. En La Nucía «apostamos por el turismo deportivo», incide Cano, que presume del premio Villa Europea del Deporte que el Parlamento Europeo le concedió hace cuatro años. El buque insignia es la Ciudad Deportiva Camilo Cano, en la que se invirtieron 40 millones de euros para dotarla de 66 instalaciones polideportivas en 200.000 metros cuadrados. En sus piscinas los Brownlee entrenan la natación, por sus pistas anexas la carrera y por las carreteras la bici. «Son muy cercanos y están tan a gusto aquí que se han comprado una casa. Son nuestros embajadores internacionales y la mejor publicidad para nuestra población. Nos han puesto en el mapa del mundo», concluye encantado el alcalde.
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