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Tim Cook.

Adictos al madrugón

Saltan de la cama mucho antes del alba para planificar el día, meditar o hacer deporte. Levantarse muy temprano es la última tendencia entre los ejecutivos de las grandes empresas

BORJA OLAIZOLA

Domingo, 9 de octubre 2016, 18:13

«Dormir es distraerse del mundo», escribió el maestro Borges. Si los ejecutivos de nuestro tiempo tuviesen una divisa como la de los caballeros medievales, la máxima podría figurar en letras de oro en sus escudos de armas. La flor y la nata del capitalismo internacional siempre ha puesto en práctica aquel viejo refrán de 'a quien madruga Dios le ayuda', pero de un tiempo a esta parte la tendencia se ha acentuado a una velocidad vertiginosa. A tenor de las confidencias que deslizan sus asesores, a los primeros espadas de las multinacionales ya no les basta con despertarse a la salida del sol, que antaño solía ser la señal que guiaba los pasos de los más madrugadores: ahora se impone levantarse a horas tan intempestivas como las cinco, las cuatro o incluso las tres de la mañana.

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¿Qué hace uno cuando salta de la cama «todos los días» a las 3:45? Tim Cook, jefe de Apple, la compañía que batió el año pasado el récord de beneficios desde que se acuñó el concepto de empresa, ha confesado a la revista 'Time' que revisa correos electrónicos e intercambia mensajes con interlocutores que viven en otras zonas horarias, acude al gimnasio, desayuna, vuelve a repasar el correo y luego se dirige a su puesto de trabajo. «Cuando tienes la suerte de que te gusta lo que haces, en realidad no piensas que estás trabajando», apostilla para cubrirse las espaldas por si alguien confunde sus costumbres con las de un extraterrestre.

Otro que pasaría por un marciano atendiendo a sus horarios es Dan Lee, que dirige una empresa estadounidense de muebles de oficina que se llama NextDesk. Lee se levanta aún antes que su colega de Apple, a las 3:30, y lo primero que hace es beberse dos litros de agua seguidos de dos tazas de café. Luego saca a pasear a su perro durante media hora, se pasa otra leyendo mensajes y hacia las 5:15 se mete en el gimnasio. Después de hacer ejercicio hasta las 6:15, invierte una hora en asearse y se planta a las 7:15 en su despacho dispuesto a iniciar su jornada laboral.

La lista de los directivos de empresa estadounidenses que se despiertan antes del alba es interminable. No hay consejero o presidente que confiese que se le quedan pegadas las sábanas. En la batalla incruenta que se libra todos los días cuando se abren los mercados, los que más posibilidades de triunfar tienen son los que comparecen mejor preparados, es decir, los que han acumulado más información y han diseñado su propia estrategia. Estar en pie antes que el rival es por eso una forma de anticiparse y tomar ventaja. Ya decía Sun Tzu que las guerras se ganan mucho antes de que empiece el ruido de las armas.

A Andrés Martín Asuero, doctor en Psicología que fue ejecutivo de varias multinacionales y ahora imparte cursos de liderazgo y aprendizaje organizativo, no le parecen demasiado sorprendentes esos madrugones. «El horario en EE UU es totalmente distinto al nuestro, cenan a las seis de la tarde y en muchos hogares se van a dormir a las nueve o las diez de la noche. Levantándose a las cuatro o a las cinco de la mañana tienen tiempo para sincronizarse con la otra punta del país, con la que tienen tres horas de diferencia, para planificar la jornada laboral y para hacer algo de ejercicio. Además, de esa forma se ahorran los atascos para llegar al trabajo».

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Las 'mañanas oscuras'

Madrugar no es solo un hábito de las élites empresariales. Desde hace unos años se ha convertido en una rutina en miles de hogares estadounidenses gracias a gurús como Hal Elrod, que ha conseguido con su libro 'The Miracle Morning' que medio país haya abierto los ojos antes de que el sol asome por el horizonte. En la obra, editada hace poco en castellano bajo el título de 'Mañanas Milagrosas', Elrod sostiene que despertarse una hora antes puede cambiar por completo la vida de cualquier persona. Se pone a él mismo como ejemplo y recuerda que estuvo a punto de ser desahuciado por los médicos después de haber sufrido un grave accidente de tráfico. Contra todo pronóstico, no sólo sobrevivió, sino que se convirtió en un hombre de negocios de éxito y corredor de maratones. Su recomendación es invertir los 60 minutos robados al sueño en meditar, leer, escribir y hacer algo de deporte.

La tendencia también está presente en la red. La web 'My Morning Rutine', que tiene miles de seguidores, recopila los testimonios de profesionales de éxito como Isabel de los Ríos, una nutricionista que se levanta todos los días entre las 4:00 y las 4:30 de la mañana sin necesidad del despertador. De los Ríos cuenta que lo que sus hijos conocen como «the dark morning» (la mañana oscura) representa para ella uno de los mejores momentos del día. Escribe, hace deporte, medita y adelante el trabajo del día. Advierte, eso sí, que nunca se acuesta más tarde de las nueve de la noche y que si tiene algún compromiso que amenaza con retrasar su hora de irse a la cama lo pospone para no alterar su reloj biológico.

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Ane Arena, de la Unidad de Sueño de la Policlínica Gipuzkoa, apunta en primer lugar que los ritmos de la sociedad española hacen inviable un horario así. «Levantarse a las tres o las cuatro de la mañana cuando uno se ha ido a la cama a medianoche no es nada recomendable porque la falta de sueño termina generando complicaciones de salud. Otra cosa es que lleves una vida al margen de las convenciones horarias que te permita acostarte muy pronto». Cada persona, recuerda, tiene sus propias necesidades de sueño. «El ritmo biológico lo marca la luz y en cuanto anochece nuestro organismo empieza a generar melatonina para favorecer la aparición del sueño. A fuerza de costumbre es posible modificar ese ciclo, pero lo más aconsejable es dormir cuando no hay luz y despertarse cuando empieza a clarear».

Además de poner al día el correo y hacer deporte, la meditación es otra de las rutinas que no faltan entre los ejecutivos madrugadores. Martín Asuero piensa que tomarse unos minutos para organizar los pensamientos es una buena forma de empezar el día siempre que no se roben horas al sueño. «Darnos un tiempo para la reflexión es un buen hábito para nuestra higiene mental. No se trata de añadir una tarea más a nuestras rutinas, sino de preparar nuestra cabeza para ver la mejor forma de afrontar lo que tenemos por delante. La neurociencia ha demostrado que la mente se puede entrenar y que la activación de los circuitos neuronales mejora la toma de decisiones, la calidad de la escucha o la creatividad».

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En fin, que la tradición de los maitines, el periodo que la disciplina monástica reservaba a la oración en las primeras horas del día, se revela más vigente que nunca a la luz de las últimas averiguaciones científicas. «Muchas veces -insiste el doctor en Psicología- la diferencia entre disfrutar de la vida y tener la sensación de sobrevivir depende de darnos un pequeño respiro para pensar en lo que vamos a hacer nada más despertarnos». Parece que a los estadounidenses pudientes les funciona la versión más radical de la vieja rutina monástica. Aunque no hay que olvidar que Baltasar Gracián ya advirtió aquello de que «no por mucho madrugar...».

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