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Tres imágenes del momento en que se encara con Verón durante el partido por la paz. :: r. c.

La paz, según Maradona

La leyenda argentina acaba un partido organizado por el Papa enfrentándose a gritos con Verón. Pero el volcánico exfutbolista mostró su lado más tierno la víspera: «Yo me había alejado de la Iglesia católica y Francisco me hizo volver»

FERNANDO MIÑANA

Viernes, 14 de octubre 2016, 20:04

Maradona no es Messi. Y esto no va de fútbol. El exfutbolista, de 56 años, es un volcán dentro y fuera de la cancha, al contrario que el barcelonista, que parece apagarse sin las botas. El Pelusa es puro carácter y en más de una ocasión se ha pasado de la raya. Su última salida de tono fue convertir en trifulca un partido por la paz. Y no es la primera vez.

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La escena empezó de broma y acabó demasiado seria. Maradona coincidió sobre el terreno de juego del Olímpico de Roma con Juan Sebastián Verón. Ambos contribuyeron en el partido organizado por el Papa para recaudar fondos para las víctimas del terremoto de Amatrice, y al concluir el primer tiempo la leyenda fue a saludar a su excompañero en Boca Juniors. 'La Brujita' debió decirle que no quería saber nada de él después de que, en julio, Maradona hubiese declarado que Verón le había traicionado y éste, pese a que le llegaba por el hombro, empezó a gritarle y a levantarle el dedo índice.

Al final tuvieron que agarrarlo y llevárselo, escaleras abajo, hacia los vestuarios. El volcán había entrado en erupción y no había forma de pararlo. La disputa chirrió en medio de una cita concebida por la paz, algo que a Maradona no parece importarle demasiado: el año pasado protagonizó en Bogotá, al final de otro partido por la paz, otro numerito de matón al tirar al suelo de un trompazo el móvil de un periodista que grababa el momento en el que el astro porteño iba a saludar a unos aficionados. Después la emprendió a patadas mientras, todo muy surrealista, la encargada de la megafonía pedía un aplauso para despedir a Diego Armando Maradona.

El astro detesta los enjambres de reporteros que se suelen formar a su alrededor. En cuanto empiezan a atosigarle se pone bravo y algunos de estos encuentros con la prensa han acabado a patadas o a puñetazos. Como en 2008, cuando se encabritó al salir de declarar en los juzgados porque le intentaban meter el micrófono en la boca.

El capitán de uno de los equipos del partido por la paz no solo la emprende a golpes, también le gusta zaherir al gremio en las ruedas de prensa. Muy sonada fue la que concedió, siendo seleccionador de Argentina, después de lograr la clasificación para el Mundial de Sudáfrica en 2010. Maradona tuvo una bizarra dedicatoria -«¡A chuparla!»- para los que cubrían aquella comparecencia y dejó sobre la mesa una declaración de intenciones. «Yo soy blanco o negro. Gris no voy a ser en mi vida. Ustedes me trataron como me trataron. Sigan mamando. A chuparla».

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Acusado de malos tratos

Aunque la reacción más desmedida y peligrosa tiene ya su tiempo. Fue en 1994, mientras descansaba con su mujer y su hija en la finca 'Quinta de Moreno' y los periodistas le asediaban desde la puerta y por encima de los muros. El D10S de los argentinos cogió una escopeta de aire comprimido y empezó a disparar. El incidente se saldó con media docena de heridos y un Dieguito fuera de sí, dirigiéndose a la verja de la entrada sin un ápice de arrepentimiento. Todo lo contrario. Redoblando su amenaza. «Les voy a seguir lastimando porque acá no quiero que le rompan los huevos a mi hija».

Así se las gasta el Diego. Un toro que cuando arranca no hay quien le pare. Tiene arrebatos en los que no piensa lo que hace. Como aquella tormentosa noche de 2013 que volvía de regreso a Argentina. Al salir del aeropuerto de Ezeiza le abordaron los periodistas y volvió a armarse la de San Quintín. La discusión no terminó al subirse al coche: un poco más adelante, al comprobar que algunos profesionales le perseguían, hizo que frenaran en seco, se apeó, cogió unas piedras y comenzó a lanzárselas. Maradona le dio una patada a un fotógrafo y en tono chulesco volvió a cruzar una amenaza: «Te juro que salgo y les rompo todo el auto».

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Estos arranques furibundos podrían tener la justificación de un asedio exacerbado por parte de aquellos encargados de la información. Más graves fueron los presuntos malos tratos cometidos contra su exnovia Rocío Oliva, que le grabó en el apartamento que compartían en Dubái levantándose del sofá, aparentemente bebido, y yendo a por ella para tirarle el teléfono de un zarpazo. Su pareja, 30 años más joven, declaró en su día que el mayor ídolo de los argentinos le golpeaba.

La víspera del Partido por la Paz en Roma, Maradona mostró su lado más tierno en la recepción con el Papa. «Mi Francisquito puede estar tranquilo que Maradona va a estar en la cancha los 90 minutos. Yo me había alejado de la iglesia católica, pero el Papa me hizo volver». Admira a su compatriota porque representa «la iglesia que siempre quisimos».

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