PPLL
Domingo, 11 de diciembre 2016, 21:46
A veces es apenas una finísima línea lo que separa el valor de la temeridad. En el caso de Horace Greasley, un soldado británico prisionero de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, esa divisoria la constituyó la alambrada del campo de concentración en el que se encontraba confinado. Y en esa gran jaula al aire libre, Greasley, apodado Jim, nos aporta dos historias. Una de amor. Otra de heroismo; o de insensatez, según se mire. En la primera, el militar británico aseguró haber escapado y regresado a su encierro en más de 200 ocasiones con el único fin de encontrarse con una chica alemana de la que se enamoró, Rosa Rauchbach, hija del director de la cantera del campo de prisioneros. El romance duró casi cinco años, hasta la liberación de los recluidos en 1945. Una vez en Inglaterra, Horace tuvo noticia de la muerte de su amada en pleno parto de un hijo que nunca supo si era suyo.
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El segundo relato nos presenta a un Greasley encarado nada menos que con Heinrich Himmler, jefe de las temibles SS e ideólogo del Holocausto. El asesino visitaba uno de los centros de penados y el soldado inglés, a torso desnudo, se acercó a la valla para mostrar al séquito su visible delgadez. Lo hizo para pedir más comida al colaborador de Hitler. Es dudoso que tuviera éxito. Quien sí pone en duda la identidad del preso que desafía a Himmler en la foto es el novelista e historiador inglés Guy Walters, que dice que la imagen fue tomada en Bielorrusia y que el soldado no era británico sino soviético, por su gorra. Un argumento de escaso peso, dado que en esos campos penaban presos de varias nacionalidades que solían intercambiar sus vestimentas. Además, el parecido de Greasley en otras fotos de su juventud con el joven que desafía a Himmler en la imagen histórica es notable.
Sea como fuere, lo comprobado es que Horace abrió una peluquería y una empresa de transporte en Coalville y que se casó con una joven llamada Brenda, con la que se fue a vivir en 1988 a la población alicantina de Alfàs del Pi. En 2008 publicó el libro autobiográfico 'Los pájaros también cantan en el infierno' y el 3 de febrero de 2010 falleció en la localidad mediterránea, a la edad de 91 años.
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