ICÍAR OCHOA DE OLANO
Miércoles, 11 de enero 2017, 21:34
La última vez que un Tupolev-154 surcó el cielo europeo, el comandante posó encantado junto a decenas de viajeros que buscaban, uno por uno, su 'selfie'; la tripulación sirvió una suerte de champán ruso, y el pasaje la gozó con el ruido atronador del trimotor y el ambiente 'vintage' de la cabina. «La tecnología, el diseño y el estilo eran definitivamente viejos y los asientos parecían de lo más endebles. Olía a museo». De esta manera tan gráfica describió la experiencia Matt Falcus, uno de los ocupantes de aquel vuelo, el EW-85748, en el que no hubo vacantes. La touroperadora Merlintour y Belavia, la compañía aérea nacional de Bielorrusia, se ocuparon de ello con un sugerente gancho dirigido a los entusiastas de la aeronáutica. Venía a decir algo así como 'su última oportunidad de volar en la icónica reliquia de la URSS'. Todo un acontecimiento. Y la experiencia no defraudó. Al contrario, las dos horas y cuarenta minutos que duró el trayecto 'ad hoc' entre la ciudad suiza de Génova y Minks, la capital bielorrusa, «se hicieron muy cortas», aseguró Falcus.
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Era el 29 de mayo de 2015. Aquel día, la exrepública soviética, el último país del Viejo Continente en operar con esas aeronaves, las jubilaba para modernizar su flota. «Las tres que nos quedan serán retiradas de aquí a septiembre de 2016. Hasta entonces, funcionarán solo como 'charter' para trasladar a pequeños grupos a Siberia o turistas a Bulgaria», anunció entonces el director comercial de Belavia y piloto de aquel último vuelo de un Tu-154 por cielo europeo. El pasado domingo, en plena celebración de la Navidad, un modelo idéntico se precipitó sobre el Mar Negro pocos minutos después de despegar del aeropuerto de Alder, en la ciudad rusa de Sochi, con 92 personas a bordo que se dirigían a Siria. Entre ellas, 65 miembros del Coro del Ejército Rojo. No hay supervivientes.
Esta tragedia tiñe aún más oscuro el historial negro tizón de un avión tan legendario como inquietante. En sus cuatro décadas de existencia, acumula quince accidentes que han arrojado un saldo de 1.200 víctimas mortales. El penúltimo siniestro de este modelo ocurrió en abril de 2010 en Smolensk, al oeste de Rusia, y costó la vida a 96 personas. Entre ellas, el entonces presidente de Polonia, Lech Kaczynski. La investigación concluyó que el suceso se debió a un error de pilotaje. En 2001 y 2002, dos Tu-156 se estrellaron en Siberia e Irán, respectivamente, y fallecieron un total de 262 viajeros.
Aeronave de mandatarios
Pese a la perturbadora hoja de servicios de este aparato, producto de la empresa rusa Aviakor, varios gobiernos, además del polaco, lo eligieron para que sus mandatarios efectuaran los viajes oficiales. El de Turkmenistán, por ejemplo, o el de Corea del Norte en tiempos de Kim Jong-Il, padre del actual dictador. Porque, en realidad, el Tupolev-154 no encabeza el ranking de los aviones con mayor tasa de siniestralidad. Las tres primeras posiciones de la tabla recaen en aeronaves que ya no están en servicio: el Concorde, el Embraer EMB110 Bandeirante y el Fokker F28 Fellowship. La cuarta plaza es para el Airbus 310, con nueve accidentes y 825 muertos, cifras que le confieren un índice superior a un fallecido por millón de vuelos. Le sigue el Boeing 747. En 1997, dos unidades protagonizaron el siniestro más pavoroso de la historia de la aviación mundial. Tuvo lugar en Tenerife y murieron 583 pasajeros.
El excomandante de Iberia Javier del Campo, que ha pilotado desde reactores hasta el Airbus 340 transoceánico, nunca ha estado a los mandos de un Tupolev-154. Ninguna compañía aérea española ha tenido jamás alguno en su flota. Aun así, está convencido de que la leyenda luctuosa de este 'pájaro' no se cimenta en su plumaje. «Es cierto que se trata de un avión anticuadísimo, con una configuración de motores rara, cara y ya abandonada, pero el 'quid' se encuentra en que se trata de un avión militar y, por lo tanto, no está sujeto a la legislación de la aviación civil, que en materia de seguridad es mucho más exigente. Tampoco podemos pasar por alto que los protocolos y estándares de seguridad y de mantenimiento que tiene Rusia no son los mismos que imperan en Europa y Estados Unidos», expone el socio fundador de la empresa de consultoría estratégica de aviación internacional DC-9 Consulting.
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El Tu-154 fue un desarrollo ordenado por Aeroflot -la compañía aérea nacional rusa-, que necesitaba de un reactor para sustituir a sus viejos Antonov An-10, Tupolev Tu-104 e Ilyushin Il-18. El primer vuelo de uno de ellos fue el 11 de octubre de 1968. Al principio se utilizaron para el servicio de correos. En 1972 se acondicionó para pasajeros y se extendió progresivamente a todos los países del viejo Pacto de Varsovia. En la actualidad, la reliquia alada de la URSS está en vías de extinción. Apenas quedan en activo un centenar. Todos ellos en Rusia.
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