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DANIEL ROLDÁN
Jueves, 5 de enero 2017, 18:22
La apertura fue realizada con una discreción absoluta. Sin pompas, ni fiestas, ni charangas. La situación no estaba para hacer grandes alardes. Por eso, uno de los McDonald's más polémicos de Roma abrió sus puertas pasadas las doce de la mañana del pasado viernes, un día antes de que 2016 se despidiera. Los gestores de la cadena estadounidense prefirieron esta fórmula porque su nuevo restaurante está a una manzana de uno de los lugares más importantes para 1.200 millones de cristianos católicos: la Santa Sede.
El local ocupa una esquina entre Via del Mascherino y Borgo Pio, y mantiene una línea sobria. Nada de letreros excesivamente luminosos ni carteles ostentosos. Todo acorde con la zona en la que está situado, donde viven muchos cardenales y hay algunas embajadas ante la Santa Sede -por ejemplo, la chilena-. El nuevo establecimiento no ha dejado indiferente a nadie. Muchos consideran un escándalo que el Vaticano -el propietario del bloque es APSA, administrador de los bienes inmobiliarios de la Santa Sede- arriende un local a un restaurante que no tiene ninguna especialidad romana en su menú. «Es una desgracia», dijo de forma gráfica el cardenal Elio Sgreccia en 'La Repubblica'. «Sería mejor utilizar esos espacios para ayudar a los necesitados de la zona, espacios para la hospitalidad, refugio y ayuda para los que sufren, como el Santo Padre enseña», dijo el presidente emérito de la Academia Pontificia de la Vida y portavoz oficioso del sector crítico. Pero colocar un restaurante conocido en el mundo entero a un paso de un lugar visitado por más de siete millones de personas al año era demasiado tentador. «Esto es más rápido que una 'trattoria' y está cerca de las atracciones turísticas», explicaba Brooke, un joven australiano, mientras se zampaba una hamburguesa de pollo en un local abarrotado sobre todo de gente joven.
Un éxito que ha enfadado aún más a los negocios de la zona. «Estoy maravillado de que el Papa se exprese contra las multinacionales y hayan alquilado luego un local del Vaticano. Eso arruina a toda la zona», ironiza a AFP Angelo Tosti, propietario de 'Marcella', una 'trattoria' situada al lado de la nueva hamburguesería. «Cuando uno viene a Italia debería comer cocina italiana y cuando viene a Roma cocina romana», dice Angelo, mostrando todas las especialidades de su carta, desde pasta carbonara hasta alcachofas a la romana.
Además de la cuestión gastronómica, está la identitaria. La asociación vecinal apeló al propio Papa Francisco en octubre para evitar que los rumores de la apertura se convirtieran en realidad. Temen que, como en otras muchas ciudades históricas, la proliferación de tiendas de baratijas y puestos de comida acabe con la identidad del barrio. Y suspiran por la decisión del alcalde de Florencia de impedir la apertura de otro McDonald's en la Piazza del Duomo. Ahora la empresa solicita 18 millones de indemnización por daños y perjuicios.
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