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Duelo en  Río Grande

Duelo en Río Grande

México, ninguneado e insultado, cierra filas frente a Trump mientras la Iglesia pide a la Virgen que «le ablande el corazón»

IRMA CUESTA

Domingo, 29 de enero 2017, 21:36

La madrugada del 9 de noviembre, nada más confirmarse la victoria de Donald Trump, Juan Pablo Castañón cogió el teléfono y marcó el número de Ildefonso Guajardo. El presidente del Consejo Coordinador Empresarial (algo muy parecido a nuestra CEOE) tardó apenas unos minutos en convencer al secretario de Economía de que era el momento de llamar a rebato. La idea, contaron días después algunos de los asistentes a aquel primer gabinete de crisis, era armar la estrategia con la que defender el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN); un acuerdo que el flamante presidente electo de los Estados Unidos había colocado desde el minuto uno en el punto de mira, y que a los mexicanos les ha permitido elevar el volumen de sus exportaciones nada menos que un 23% en veinte años.

Dos meses después, con Donald Trump ya cómodamente sentado en el Despacho Oval, no solo la clase económica mexicana se prepara para presentar batalla. La prueba está sobre la mesa: en solo 24 horas, los mexicanos han conseguido que su presidente, Enrique Peña Nieto, suspenda la visita a Washington prevista para el próximo martes, dejando bien claro que la guerra ha comenzado.

  • 1.050

  • kilómetros de muro aíslan desde 1994 una tercera parte de la frontera, que ocupa en total 3.142 kilómetros.

  • 21.000

  • agentes fronterizos norteamericanos cubren actualmente la zona, un 518% más que hace dos décadas. El propósito de Trump es contratar a cinco mil efectivos más.

  • Un millón al minuto

  • El intercambio comercial entre México y Estados Unidos mueve un millón de dólares cada sesenta segundos, unos 1.400 millones al día. El comercio con México genera en EE UU seis millones de empleos, al tiempo que las exportaciones mexicanas se dirigen, en cerca de un 70%, hacia sus vecinos de Norte. Aunque la decisión no está tomada, Trump ha amagado con gravar un 20% las importaciones mexicanas para costear el famoso muro.

  • 2,8

  • millones de inmigrantes ha deportado la Administración Obama hasta el mes de julio del año pasado; casi la mitad de ellos no tenían antecedentes penales. Se estima que en Estados Unidos viven actualmente 11 millones de personas sin papeles. De ellos, casi la mitad (cerca de cinco millones) son mexicanos.

Al señor Trump le han bastado cinco días en la Casa Blanca para decretar la retirada de Estados Unidos del TPP, un tratado de libre comercio con once países de la cuenca del Pacífico; anunciar la inminente renegociación del TLCAN y ordenar la ampliación del muro que bloquea el paso a los millones de sudamericanos que sueñan con encontrar una vida mejor al otro lado de la frontera. Y, aunque parecía un sueño inalcanzable, el presidente norteamericano ha conseguido en solo unas horas lo que parecía imposible: que un país tan fraccionado como México cierre filas contra el que ya es, oficialmente, su enemigo.

Alejandro Gutiérrez, corresponsal en España del semanario 'Proceso', asegura que sus compatriotas viven los primeros días de la 'era Trump' con absoluta indignación. No solo por el fondo de sus mensajes, sino por el tono, «racista y agresivo». «Es un tema histórico, nuestros encuentros y desencuentros no llegan con el señor Trump, pero es evidente que en su discurso, de cara a la galería, a sus votantes, utiliza un tono inaceptable. Si un día antes de que lleguen los ministros mexicanos para preparar el encuentro con Peña Nieto anuncias la construcción del muro y sigues empeñado en que sea México quien lo pague, estás atentando contra la dignidad del país», afirma este periodista, que considera que el sucesor de Obama está jugando sus cartas. «Es pura estrategia: te pongo contra las cuerdas y luego nos sentamos a negociar».

Lo malo, según la mayoría de los analistas políticos que pueblan el país que alumbró a Pancho Villa, es que Peña Nieto no es un presidente fuerte capaz de plantar cara a un coloso como Estados Unidos. Lo bueno -dicen también- es que al líder del Partido Revolucionario Institucional le han puesto en bandeja la oportunidad de redimirse ante un pueblo que se siente chantajeado, ninguneado e insultado, y que a estas horas clama venganza.

Jorge Castañeda, politólogo, escritor y exsecretario de Relaciones Exteriores del Gobierno mexicano -lo fue entre 2000 y 2003-, es una de las voces que estos días alertan del desastre que está por venir si los dirigentes políticos de su país no están a la altura. Él cree que, al margen de lo que pueda pasar con el TLCAN, lo primero que debe preocupar a sus compatriotas son las deportaciones. «Debemos combatirlas de todas las formas posibles: dentro de EE UU, en las fronteras, en los tribunales, con abogados, con los consulados, con todo», ha dicho, convencido de que solo un Ejecutivo fuerte y una sociedad unida podrán plantar cara al gigante norteamericano y de que el Gobierno debe trazar sus líneas rojas. «Debemos decir no a las deportaciones y no a la renegociación del TLCAN; si Estados Unidos se quiere ir, que se vaya». A estas alturas, incluso las voces más prudentes, aquellas que hasta ahora apostaban por evaluar daños y aconsejaban no envolverse en la bandera para librar una batalla perdida de antemano, comparten la idea de que la ofensa no debe quedar impune.

«Me da mucha vergüenza»

El productor mexicano Francisco Ramos, con títulos a sus espaldas como 'Tengo ganas de ti' (2012), 'No te muevas' (2004) o 'Tres metros sobre el cielo' (2010), cuenta que sus paisanos llevan días navegando entre la sorpresa y la indignación. «Lo curioso es que, con esta suerte de campaña de bullying, Trump ha logrado que un país tan fagocitado como México recobre fuerza», dice, apuntando que lo del muro es como de risa: «Creo que incluso debe ser inviable desde el punto de vista físico, al margen de esos 8.000 millones de dólares que dicen que costaría y que no creo que tengamos. ¿No se podría dedicar ese dinero a mejorar las políticas migratorias?». El responsable de Zeta Cinema lamenta que los verdaderos perjudicados vayan a ser los que menos tienen: «Me da mucha vergüenza y pena, porque la clase alta y media no percibirá los efectos de romper relaciones con Estados Unidos de la misma manera».

Algo muy parecido debe pensar el cardenal Norberto Rivera que, en vista de cómo se están poniendo las cosas, ha intensificado sus rezos. El domingo pasado, durante la misa celebrada en el Cerro del Tepeyac, el arzobispo primado de México se dirigió a la Virgen de Guadalupe para pedirle que ablande al magnate reconvertido en político. «¡Oh, Madre Misericordiosa!, mueve el corazón de los norteamericanos para que den cabida a quienes, con su duro trabajo, han dado prosperidad a su país, y toca el corazón endurecido del nuevo presidente electo quien, siendo cristiano, no puede ver a los pobres y a los inmigrantes como enemigos, sino como hermanos», apeló el sucesor de Fray Juan de Zumárraga en el semanario 'Desde la fe'.

Mientras el cardenal aboga por una intercesión divina, otros, como el cineasta Guillermo del Toro, el actor Gael García Bernal o el futbolista Rafa Márquez, incendian las redes sociales con mensajes tan claros como contundentes: «Trump es presidente de Estados Unidos pero no de México. Solo un cobarde sometimiento puede cambiar esta verdad», decía el director de 'El Laberinto del fauno' hace solo unas horas.

«Esto es solo el principio»

Mucho más apocalíptica es la opinión que el escritor, crítico y guionista Sergio González, autor de 'Los 43 de Iguala' sobre la matanza de Ayotzinapa, tiene de lo que está pasando. Sostiene que la relación entre México y Estados Unidos ha entrado en una nueva etapa porque los vecinos del Norte experimentan una transformación de tipo económico, tecnológico y militar que requiere una geopolítica adecuadas a sus intereses. «Lo peor no es la personalidad nefasta del nuevo presidente y su actitud xenófoba, discriminatoria, constructora de muros, hostil y de supremacía anglosajona, de raza blanca y protestante, sino que es el síntoma de un mal mayor: la geopolítica correspondiente a dicha transformación estadounidense fundada en plataformas militares, tecnológicas y corporativas que se imponen a la vida civil en todo el planeta».

El escritor cree que si observamos el episodio actual como algo circunscrito al propio Trump, estaremos lejos de entender la gravedad de la amenaza presente y futura. «Lo que ahora acontece con México se extenderá a todo el planeta», sentencia González.

Es posible que no todos vean las cosas exactamente de ese modo, pero al sur de Río Grande otros países cierran filas junto al hermano en apuros. El viernes, Evo Morales llamó a los mexicanos a mirar más al sur «y a construir juntos unidad en base a nuestra identidad latinoamericana y caribeña»; por su parte, Pedro Pablo Kuczynski, presidente del Perú, ya ha anunciado que denunciará ante la ONU la actitud de Trump.

Roberto Ruiz, chef del restaurante madrileño Punto MX, especializado en comida mexicana y con una estrella Michelin, lamenta que para su país tener a Estados Unidos de vecino nunca ha sido una ventaja. «La realidad es que somos, y siempre hemos sido, el patio trasero de Norteamérica y, ahora resulta que, aunque nosotros tampoco podamos presumir de dirigentes políticos, el Gobierno actual de Estados Unidos parece elegido por Benny Hill. Lo bueno es que se están generando movimientos importantes de unidad. Lo malo es la incertidumbre de ver hasta dónde llegará la fuerza del dólar», dice este cocinero chilango, que rememora la famosa frase atribuida a Porfidio Díaz : «¡Pobre México!, ¡tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos!».

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