ZIGOR ALDAMA
Sábado, 18 de marzo 2017, 21:48
El año pasado nacieron 17,8 millones de chinos. Pueden parecer muchos si se tiene en cuenta que equivalen a más de un tercio de toda la población española. Y, de hecho, es el número más abultado registrado en el gigante asiático desde el año 2000, que además supone un robusto incremento del 11,5% si se compara con las cifras de 2015. Sin embargo, todo hace pensar que no son suficientes. Es más, resultan incluso decepcionantemente pocos. Porque el Gobierno chino vaticinó 20 millones de nacimientos cuando decidió abolir la política del hijo único y permitir a todas las parejas que tengan dos descendientes, una medida que entró en vigor el 1 de enero de 2016.
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Por eso, aunque pueda resultar sorprendente para un país con más de 1.400 millones de habitantes, ahora el Gobierno está planteando la introducción de una batería de medidas para incentivar la natalidad. Aunque todavía no se ha hecho público en qué consistirán exactamente, diferentes medios chinos avanzan subsidios y ayudas económicas para los matrimonios que decidan ir a por la parejita. Un 'bono bebé' que puede incluir desde pagos en metálico hasta la extensión de la baja por maternidad o la concesión de media jornada en el trabajo, pasando por descuentos en guarderías -cuyo precio puede ser muy abultado en China- y ventajas a la hora de matricular al segundo vástago en el colegio.
«La relajación de la política de natalidad ha proporcionado resultados satisfactorios, pero todavía existen barreras y hay que buscar soluciones», ha reconocido el viceministro de la Comisión de Salud y de Planificación Familiar, Wang Peian. «Tener un segundo hijo es ahora un derecho de todas las familias, pero el coste económico que eso conlleva se ha convertido en un problema importante a la hora de dar ese paso», sentenció. Y, al final, si la tendencia no cambia, la factura la terminará pagando todo el país.
Porque China está envejeciendo a marchas forzadas, y es necesario ensanchar la base de la pirámide demográfica. Precisamente, su forma actual hace que cada año el número de mujeres en edad de concebir hijos -entre 15 y 49 años- caiga en torno a cinco millones. El año pasado también se vio una contracción en la cifra de quienes están en edad de trabajar, que cayó en tres millones, hasta los 908. No obstante, la variable que crece sin parar es la de los jubilados, que en 2016 sumaron 10,86 millones más y alcanzan ya los 231 millones. Demasiados para un país en el que la seguridad social es casi inexistente.
«Preferimos disfrutar»
Sin embargo, no parece que los jóvenes estén por la labor de procrear. Aunque hay datos que alientan a los dirigentes comunistas, como por ejemplo que un 45% de los nacidos en 2016 fueron segundos hijos, lo cierto es que el cambio en el estilo de vida, sobre todo en las zonas urbanas, ha hecho que muchos pierdan el interés por crear una familia, un elemento que antes era el pilar social más importante. «La vivienda es muy cara, tenemos poco tiempo porque ambos trabajamos, y preferimos disfrutar de la vida un poco más», comenta Lan Jingzhi, un administrativo de 32 años residente en Shanghái.
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Como sucedió antes en Europa y Estados Unidos, la emancipación de la mujer y su incorporación al mundo laboral ha provocado también un vuelco relevante en la tasa de fertilidad, que en 2015 se había desplomado hasta 1,05, la más baja del mundo. Por si fuese poco, la tradicional preferencia por el hijo varón -nacen 115 hombres por cada 100 mujeres- complica aún más las cosas. Mientras un país 'normal' requiere una tasa de fertilidad de 2,1 para mantener su población, en China esa cifra aumenta una décima. Así, se hace evidente que su población llegará a su cúspide en 2020 y, a partir de ahí, comenzará un lento pero inexorable declive.
De esta forma, pronto habrá que modificar una máxima que se ha mantenido invariable durante siglos: China dejará de ser el país más poblado del mundo para ceder el trono a India, donde la falta de un control de natalidad ha hecho que la tasa de fertilidad -el número de hijos que tienen las mujeres- se haya disparado hasta 2,45, de forma que el número de indios crece a una velocidad del 1,19% anual. Si se mantiene ese ritmo, el país de Gandhi podría alcanzar el puesto de cabeza de la población mundial en 2035. Y seguiría imparable durante décadas.
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En China, sin embargo, lo que va a crecer es el número de canosos y de problemas asociados con la vejez. «Es un lastre muy importante, porque la mayoría de quienes somos hijos únicos -más de cien millones en todo el país- vamos a tener que cuidar de nuestros padres, y posiblemente de nuestros abuelos, sin ayuda de hermanos. Eso ya está provocando graves problemas sociales», apunta Lan. «En nuestro caso, por ejemplo, supone un gasto extra que, al final, también nos aboca a no tener hijos».
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