ANTONIO PANIAGUA
Viernes, 31 de marzo 2017, 19:20
Un surtido pequeño pero representativo de la utilería fabricada por los señores de la guerra se expone en Ifema (Madrid). Drones, misiles, tanques, vehículos 4x4 adaptados a los fines de la milicia, cibersimuladores, equipos antidisturbios, inhibidores de frecuencia, robots y otras muestras de la maquinaria bélica y de seguridad integran la exposición reunida en el hangar 12 del recinto ferial. Este año los grupos antimilitaristas han redoblado sus invectivas contra el Salón Internacional de las Tecnologías de Seguridad y Defensa (Homsec 2017), la mayor feria de la industria militar que se celebra en España. Por añadidura, el Ayuntamiento de la capital, gobernado por Ahora Madrid, en el que está presente Podemos, se ha desvinculado de la iniciativa. Hace meses el equipo de gobierno dirigió una carta a los organizadores para que suprimieran el logo municipal que aparece en el folleto del evento. Al margen de la controversia, un paseo por la feria demuestra que, en materia de armamento, los drones son una pieza apetecida por ejércitos y cuerpos policiales. Son baratos, operativos y de funcionamiento sencillo.
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En los 14.000 metros cuadrados de superficie, se reúne la mercadería de empresas de 40 países. Un arsenal que se exhibe en 180 expositores. Una visita al recinto de Homsec permite hacerse una idea de la impedimenta del soldado del siglo XXI. Este año el blindado que acapara las miradas de los profanos es el Pizarro II, que a partir de mayo se desplegará en Letonia en una misión internacional de la OTAN. Cuando el periodista pregunta cuánto cuesta el tanque, cunde el escaqueo. «Depende», es la respuesta que pronuncia un interlocutor huidizo. En la segunda fase del programa, el Ministerio de Defensa ha adquirido 81 vehículos de infantería y caballería y otros 36 de zapadores.
Los organizadores esperan que unos 15.000 visitantes profesionales se acerquen al salón. Entre los que acuden a la cita menudean los militares, aunque aquí no se rubrican compras a gran escala. Eso se hace con discreción en despachos, lejos de las miradas de curiosos. No podía ser de otro modo, porque, a veces, si se trata de comprar misiles, se hace en alianza con otros países. Es lo que hace el consorcio europeo de misiles MDBA, una multinacional con sede en Holanda que vende sus equipos de forma conjunta a España, Italia, Francia, Reino Unido y Alemania. Su director general adjunto en España, Santiago Tellado, define los misiles que fabrica la empresa como «instrumentos de altísima precisión, baja letalidad y pocos daños colaterales». Dicho en palabras más sencillas, sus misiles matan pero no provocan degollinas, no despanzurran el armamento enemigo pero sí lo inhabilitan.
La guerra de las Malvinas fue un campo de pruebas de la industria militar. En 1982, británicos y argentinos enseñaron en unas islas remotas y olvidadas el poder de aniquilación de sus misiles. Las escenas de decenas de soldados ahogados tras el hundimiento de buques dejaron conmocionada a la opinión pública. A partir de ese momento se procuró que el armamento fuera más selectivo y menos sanguinario.
Santiago Talledo aduce que muchos de los descubrimientos que hacen los ingenieros de la industria militar tienen después una aplicación civil, aséptica e innovadora. Ahí están los hornos microondas, el GPS y el sistema de rotación de pantalla de los teléfonos inteligentes.
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Uno de los productos del consorcio es el Camm, «un misil antiaéreo con un alcance superior a los 20 kilómetros y que está incorporado a las fragatas británicas». «Es robusto y barato», apunta.
¿Cuál es su coste?
No se puede hablar de precio porque no hay una oferta formal.
Pero ¿cuál puede ser el precio aproximado?
No sabría decirlo. Depende mucho del número que se compre y de su integración en el barco.
Está visto que hablar de dinero y armas en la feria parece de mala educación.
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Piraterías y otras especies En el catálogo de MDBA figura también el Brimstone, un misil aire-tierra «prácticamente infalible» que ha sido probado en Libia. «Pesa 50 kilos. Su sistema de guiado doble lo convierte en un arma muy precisa. Contra pequeñas embarcaciones, como piraterías, despliega una gran capacidad de acierto», dice Tellado.
Si bien los drones ya han dejado de ser el último grito, siguen seduciendo a las fuerzas armadas y policías de todo el mundo. Por su ligereza y bajo coste están llamados a desplazar en algunas misiones a los helicópteros de la Policía y la Guardia Civil. «Podría perfectamente desbancar a la aeronave que lleva el Pegasus -el radar que la Dirección General de Tráfico (DGT) incorpora a sus helicópteros-», dice Álex Martínez, de Indra.
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Los directivos de Aeronáutica SDLE se enorgullecen de ser una firma española capaz de fabricar drones que compiten con los israelíes. «Los vehículos aéreos no tripulados empezaron a proliferar en la I Guerra del Golfo, en 1991. Se han revelado muy útiles en el ámbito civil. A corto plazo, son el futuro en el campo de la vigilancia», argumenta Ángel Castro, consejero delegado de la firma. «Son susceptibles de ser empleados en la vida civil, desde el transporte de sangre a la vigilancia de superficies forestales», sostiene Castro. Provistos de cámaras térmicas, pueden inspeccionar focos de calor potencialmente peligrosos y adentrarse en lugares en llamas.
En esta edición la controversia acompaña al evento. Activistas de la organización ecologista Greenpeace desplegaron ayer dos pancartas ante el expositor de la empresa Navantia. Los manifestantes se quejaban de que la compañía vendiese corbetas a Arabia saudí. Una operación que, a juicio de la organización, incumple la legislación española e internacional. De acuerdo con los ecologistas, los buques serán empleados para impedir el acceso de ayuda humanitaria a Yemen, que en estos momentos se encuentra «al borde de la hambruna».
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La industria militar no tiene buena prensa. El directivo de MDBA aduce que su compañía se limita a satisfacer las demandas de los ciudadanos. «Desde el punto de vista industrial nos acomodamos a lo que dice la sociedad. No hacemos más que proporcionar soluciones a la UE y la OTAN», señala Santiago Tellado.
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