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Una alumna de Primaria de un colegio alemán de Sarre, en una clase de francés.
El pequeño eje franco-alemán

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Sarre, un Estado germano en la frontera con Francia, quiere que todos sus niños hablen la lengua de Victor Hugo

ANTONIO CORBILLÓN

Martes, 9 de mayo 2017, 20:23

La Historia dice que la pequeña región de Sarre es la 'puerta de Francia en Alemania'. En realidad, debería considerarse la puerta giratoria. Hasta ocho veces ha cambiado de manos a lo largo del tiempo este Estado fronterizo entre las dos grandes potencias del continente. De la última se cumplen ahora 60 años, cuando Francia devolvió la pequeña región (un poco más grande que Bizkaia) a Alemania después de administrarla durante los doce años que siguieron al final de la Segunda Guerra Mundial. Pero esa misma Historia también registra que, en tiempos de Julio César (58 antes de Cristo), la Galia ya ocupaba la zona.

En pleno meollo de la Europa de la integración, el Estado de Sarre es considerado como un 'corazón' cuyo palpitar marca el pulso de hacia dónde va la UE. Un camino que, ahora más que nunca tras el 'Brexit' británico, deberán balizar entre alemanes y franceses. También en el ámbito nacional, Alemania mira hacia el futuro desde las orillas del Sarre, el río que da nombre a la región. Y el pasado 26 de marzo, fecha de las elecciones regionales, los teutones vieron ondear la bandera de la estabilidad. Las huestes de Angela Merkel que encabeza la canciller local, Annegret Kramp-Karrenbauer (CDU), volvieron a vencer al SPD, como vienen haciendo desde hace dos décadas.

Kramp-Karrenbauer y su Gobierno son el centro de atención por algo más que su posición geográfica. En 2013 se cumplieron cincuenta años del Tratado del Elíseo por el que alemanes y franceses sellaron las bases de una relación de cooperación que dura hasta hoy. Una fecha que la líder cristianodemócrata aprovechó para lanzar un reto al millón de habitantes de su territorio: hacer a todos los niños bilingües en una generación. Lograr que hablen indistintamente francés o alemán en 2043.

La 'Estrategia Francia', como la llaman, tiene su lógica y sus antecedentes. Situada entre Luxemburgo y Lorena, los sarrenses (Saarland, en alemán) viven empapados de cultura afrancesada. Esta laboriosa comunidad, cuna de la revolución industrial germana, mantiene una creciente cooperación gracias al espacio transfronterizo Saar-Lor-Lux (iniciales de las tres regiones). Además, es el único de los 16 estados federados que tiene al francés como su primer idioma extranjero en las escuelas.

Temor a devaluar el inglés

Desde 2013, cada niño que nace en la región recibe un cedé bilingüe y a sus padres se les explica de forma muy didáctica por qué en los 460 jardines de infancia se habla de forma indistinta en ambas lenguas. Los niños se enfrentan al reto de estudiar en el idioma de Victor Hugo en su tercer año escolar. De forma progresiva, alcanzará hasta el final de la escuela secundaria. «No es una alternativa al inglés. También es necesario que los niños lo hablen, pero comenzarán a aprender francés en Primaria», explicó al presentar este proyecto la atípica Kramp-Karrenbauer. Con ello pretendía desactivar los temores de los padres respecto a que sus críos pierdan competencia en inglés, el idioma de los negocios. Un proyecto similar en la cercana y también fronteriza Baden-Württemberg fracasó años atrás por el rechazo de los progenitores a ceder el peso del inglés.

De ese medio millar de guarderías, las autoridades educativas ponen como ejemplo la de Schenkelberg, en la parte alta de la capital, Saarbrücken. Cada grupo de doce niños es supervisado diariamente por tres cuidadores. El educador francés se encarga de lo más lúdico: los juegos. «A esta edad, el aprendizaje se produce de forma natural. Pero, si no hay continuidad en las siguientes fases, se perderá», resume el director del colegio, Tanja Fay, al diario 'La Croix'.

El reto del Gobierno regional va mucho más allá de las escuelas. Los folletos oficiales, desde los impuestos a una multa de circulación, además de las señales de tráfico, son ya bilingües. En el horizonte también está la lucha por la supervivencia de la región más endeudada de Alemania (la 'Grecia local' para algunos) y la de mayor declive demográfico (80.000 habitantes menos desde el año 2000). Desde que arrancó este proyecto, hace cuatro años, unos 10.000 franceses del otro lado han cambiado el 'merci' por el 'dank'.

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