
S. ZAMORA
Viernes, 28 de abril 2017, 19:41
Desde el lunes no sabían nada de ella. La noche anterior, María Jimena Rico telefoneó por última vez a su madre. El mensaje que le transmitió fue inquietante y descorazonador: «Si mañana al mediodía no te he llamado, entonces es que me ha pasado algo. Buscadme». La joven, de 28 años y natural del municipio malagueño de Torrox, tenía que haber llegado al día siguiente a un hotel de Estambul que le había reservado una amiga suya desde Londres. A las 09.38 horas del lunes, María Jimena la llamó para comunicarle que ya estaba en Estambul. Sin embargo, ni ella ni su novia egipcia, Shaza Ismail, de 22 años, llegaron al hotel ni a la embajada española, a donde iban a pedir protección. En ese momento, se perdió definitivamente su pista y empezó el infierno de una familia que ha vivido estas últimas horas angustiada con su desaparición, pero sobre todo con los acontecimientos previos que se sucedieron antes de que ésta se produjese.
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El jueves al mediodía acabó la pesadilla y se disiparon las principales dudas en torno a su paradero después de que el Ministerio de Asuntos Exteriores localizara a la joven española: ella y su novia habían sido arrestadas por estar indocumentadas y se encontraban en un centro de detención policial de Turquía a la espera de su deportación. El embajador de España en Ankara, Rafael Mendívil, indicó que, una vez consigan toda la documentación, las jóvenes viajarán a Londres, donde tienen su residencia.
La pareja se conoció hace unos años, cuando María Jimena, que trabaja como camarera en la capital británica (a donde se trasladó desde Málaga en busca de una oportunidad laboral), viajó hasta Dubái para un empleo. Pero aquella ciudad no le entusiasmó y meses después puso tierra de por medio y regresó a Londres, donde hace tan solo medio año empezó su relación sentimental con Shaza, a la que su padre le consiguió un visado de estudiante para que cursara un máster. Desde entonces, son inseparables.
La familia de María Jimena denunció la «incomunicación y el hambre» que ambas han pasado. Un obstáculo más en el peligroso periplo que inició la malagueña el pasado 15 de abril cuando decidió acompañar a su novia hasta Dubái con la idea de visitar a su madre, que estaba supuestamente enferma. Aquello resultó ser una treta del padre de Shaza, de origen árabe y nacionalidad egipcia, para que su hija se encontrara físicamente en Dubái, donde la había denunciado. En los Emiratos Árabes la homosexualidad está castigada con cárcel, multas e incluso con la pena de muerte. El padre de Shaza nunca aceptó aquella relación. Prefería ver a su hija entre rejas o muerta antes de consentir que amase a una mujer. Cuando conocieron las verdaderas intenciones del progenitor, las dos jóvenes huyeron en dirección a Georgia, donde tomaron un vuelo directo hasta su capital, Tiflis.
«Quieren colgarla»
Tras permanecer unos días en casa de unos amigos, el pasado viernes se disponían a coger un avión a Londres cuando se toparon con el padre de Shaza en el mismo aeropuerto. Allí, según aseguran ellas, el hombre las agredió, las amenazó de muerte y les rompió los pasaportes, de ahí que estuvieran indocumentadas. «El padre ha intentado llevársela por la fuerza; la familia está loca, tía, está loca, en serio, nos van a matar», alertaba la joven en un mensaje de audio enviado por Whatsapp a una amiga de Torrox. La Policía georgiana intervino para mediar y, tras permanecer varias horas detenidas acusadas de amenaza terrorista, las dejó libres. En otro mensaje telefónico, la malagueña es mucho más explícita: «Los padres de Shaza la quieren matar, quieren colgarla».
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Como no hay consulado de España en Georgia, las dos jóvenes continuaron su huida por carretera. Tomaron un autobús en dirección a Estambul, a 1.600 kilómetros, en busca de la embajada española, pero nunca llegaron. A medio camino, en la localidad turca de Samsun, al norte del país, María Jimena contactó el domingo con su familia en Torrox. Eran las 22.15 horas. Quería que supieran que su vida corría peligro y que estuvieran al tanto de las intenciones del padre de su pareja, con el que ayer por la mañana, y antes de conocerse el desenlace de la historia, habló la hermana de Jimena, María del Valle. Lejos de tranquilizarla, la conversación la inquietó aún más. «Nos dijo que no las tenía, pero nos reconoció que estuvo buscándolas en Georgia y que utilizó la fuerza para llevarse a su hija. Es lo único que quiere, que Shaza regrese con él. Si ha sido capaz de amenazarlas de muerte, puede hacer cualquier cosa», alertó Teresa Montero, madre de la joven malagueña, que al menos respira ahora algo más tranquila al saber que su hija está viva.
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