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Red de mentiras

Red de mentiras

Ni Merkel se hizo un selfi con un yihadista ni el Papa apoyó a Trump... pero ambas 'noticias' corrieron como la pólvora. Los gigantes de internet empiezan a tomar medidas para frenar su descrédito

J. MIKEL FONSECA

Sábado, 13 de mayo 2017, 23:23

«El Papa Francisco muestra su apoyo a Donald Trump». «El FBI emite una orden de arresto contra Barack Obama». «Macron recibe financiación de los Emiratos Árabes». son mentiras en formato noticia que pululan fácilmente por la redes sociales en busca de un 'click' y que se han convertido en un quebradero de cabeza para la sociedad de la información. Son las 'fake news'.

La mentira es tan vieja, si acaso, como la humanidad misma; pero las redes sociales han abierto un altavoz para que individuos u organizaciones con fines espurios las utilicen para manipular la realidad. Las elecciones francesas han sido las últimas en verse salpicadas; el gran paradigma es el ascenso de Trump al poder, y su origen está en las protestas contra Putin de 2011. Fue el nacimiento del fenómeno de las 'fake news', o una «traducción misericordiosa de las mentiras de toda la vida», como apunta Victoria Prego, presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid.

La reelección de Putin como mandatario de Rusia no sentó muy bien a algunos colectivos, que decidieron tomar la calle como respuesta. Su invasión de Ucrania tampoco fue bien vista por los ojos internacionales. Frente a su impopularidad, la maquinaria de propaganda rusa se dispuso a lavar la imagen de su Gobierno utilizando para ello el medio 'Rusia Today' (RT), que había acaparado el interés por su cobertura casi exclusiva del conflicto de Georgia en 2008. Entre 2011 y 2014, RT ganó delegaciones por todo el planeta y multiplicó su presencia, especialmente en las redes sociales e internet, hasta convertirse en el canal de noticias más visto en Youtube, por delante de medios como la BBC. Varios presentadores y periodistas de RT han abandonado el medio, acusándolo abiertamente de «tergiversar y mentir».

Esta propaganda, más o menos a la vieja usanza pero en la red, vino reforzada por lo que el informador del 'The New Yorker' Adrian Cheng, en su extensa investigación sobre las 'fake news', llamó una «granja de trolls». Un grupo de personas remunerado directamente por el Kremlin -según el trabajo de Cheng, por Evgeny Prigozhi, mano derecha de Putin- cuya única labor consiste en elaborar, de la manera más creativa posible, bulos contra los detractores del presidente ruso. Para su artículo, contactó con uno de estos equipos, conformado por unos veinte agentes, pero sus informantes aseguran que hay miles de individuos «dedicados profesionalmente a propagar mentiras» por la red.

Las 'fake news' también pueden tener una vertiente muy lucrativa. La periodista de la BBC Emma Jane Kirby localizó en Veles, una pequeña ciudad de Macedonia, a un grupo de jóvenes que redactaba masivamente noticias falsas sobre Estados Unidos. Luego utilizaban el sistema de anuncios de pago de Facebook para promocionarlas como sugerencias para un público específico: el americano. Los 'clicks', según revela la investigación de Kirby, podían llegar a deparar alrededor de 1.800 euros mensuales para estos desinformadores.

Los medios tradicionales son los que peor parados salen de esta red de mentiras. Muchos han visto cómo sus cabeceras se veían pirateadas por webs de noticias falsas -como 'abcnews', que nada tiene que ver con la cadena ABC, salvo las tres primeras letras- o cómo surgían de la nada medios de apariencia seria cuyo contenido eran simples patrañas. Las elecciones de Estados Unidos han sido el máximo exponente. Un estudio de Mike Caulfield para la Universidad de Washington detectó que las noticias falsas se compartían durante la campaña electoral el triple de veces que las informaciones de medios tradicionales.

Una avalancha de desinformación amenaza el crédito de internet, y para frenarla ya se han activado algunas medidas. Portales como FactCheck.org, Politifact.com (ganadora de un Pulitzer) o Snopes.com trabajan para contrastar y desmentir los bulos más perniciosos que circulan por la red. También la web de 'The Washington Post' ofrece un 'fact checker', un 'verificador de hechos' para las noticias dudosas. Hasta los gigantes de internet, como Google, Wikipedia y Facebook, empiezan a implementar fórmulas para combatir las 'fake news'. Su propuesta es que la veracidad de una información se especifique en la red mediante una 'etiqueta' dentro del código de la página, lo que permita identificarla como tal.

La era de la posverdad

Tal es el descalabro que las 'fake news' están causando que el diccionario de Oxford consagró 'posverdad' como palabra del año 2016. El vocablo, que define las circunstancias que hacen que la veracidad de un hecho sea menos importante que su apego emocional, se ha utilizado veinte veces más que en 2015. Aunque ya se había empleado en 1992 durante la Guerra del Golfo, es a raíz del plebiscito del 'Brexit' cuando comienza su expansión.

Muchos editoriales han hecho uso de este término para describir los cambios que está sufriendo la política, pero el vulgo digital también ha encontrado su propia palabra para luchar contra las 'fake news': 'Invent'. Literalmente invento, es una respuesta que se puede encontrar en el hilo de comentarios de muchas publicaciones falsas y que los usuarios esgrimen para denunciar casos de dudosa veracidad.

Tras el descalabro de las elecciones estadounideses -que la web Politifact calificó en su conjunto como «la mayor mentira de EE UU»-, los usuarios de las redes sociales han comenzado a desconfiar de ellas y volverse hacia los medios tradicionales, que ofrecen mayor seguridad al lector. «'The New York Times' o 'Washington Post' han ganado en suscriptores», señala Victoria Prego, en respuesta al auge de las 'fake news'. En su opinión, el valor de una noticia sigue recayendo en el quehacer profesional del periodista, cuya labor es informar «con independencia, responsabilidad, veracidad y objetividad».

Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Adolf Hitler, sentenció que «una mentira repetida mil veces se convierte en verdad». De haber tenido internet, le hubiese bastado con un tuit.

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