A. CORBILLÓN
Lunes, 5 de junio 2017, 20:19
China podría ser dos Españas más pequeño de lo que presume. La población del país más grande de la Tierra no alcanzaría los 1.380 millones de personas que pregonaba la Oficina Nacional de Estadísticas al comenzar 2017 y apenas rozaría los 1.290 millones. 90 millones menos, dos veces la población española. Incluso será superada en breve por su competidor asiático: la India ya roza los 1.250 millones. La advertencia se pudo escuchar en un simposio en la Universidad de Pekín el pasado lunes de boca de Yi Fuxian, un investigador de la Universidad de Wisconsin-Madison que hasta hace poco era un proscrito de las autoridades chinas por su visión crítica de sus políticas demográficas.
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En los trabajos a la contra de Fuxian, demógrafo muy respetado en su país de adopción, hay algo de vengativa sociología. Ahora la pseudo aperturista China le permite acudir a sus centros de saber como una eminencia. Pero, hace seis años, los funcionarios de su provincia natal de Hunan le amenazaron con detenerle si regresaba de Estados Unidos. Además de sus críticas al Gobierno, su 'crimen' oficial fue ayudar a su cuñada en 1999 a escapar de un intento forzado de hacerla abortar a los siete meses de embarazo para cumplir las leyes de hijo único.
Una experiencia personal que remarcó los esfuerzos del doctor Yi Fuxian por buscarle las vueltas a las políticas de natalidad de su país de nacimiento. Y que plasmó en 'Big Country With An Empty Nest' ('Gran país con un nido vacío'), un libro que se convirtió en un superventas en el mercado negro de la república popular hace unos años. Ahora incluso se puede encontrar en las estanterías de sus universidades.
Los trabajos de Fuxian documentan que los datos de nacimientos del país han sido «exagerados» desde 1990. Desde esa fecha, ha tratado de rebatir las políticas oficiales para demostrar a las autoridades comunistas que el país necesita nuevos natalicios y no condenar a las parejas a un único hijo bajo riesgo de graves penas. El tiempo le ha dado la razón y los jerarcas han cambiado el paso. Desde 2011 se ha ido aflojando gradualmente la política del hijo único. En sus aspiraciones de llegar a ser la primera potencia mundial por la vía de su aplastante superioridad en mano de obra (y de las más baratas), la Administración china se encuentra con una grave dificultad: su población envejece a ritmos occidentales y su fuerza de trabajo se contrae.
Cuando el presidente actual, Xi Jinping, llegó al poder -en 2013- puso fin a más de tres décadas de control de natalidad. La primera apertura fue permitir que las parejas con un integrante que ya fuera hijo único pudieran concebir un segundo descendiente. Al aflojar el lazo de su férrea política demográfica, las autoridades lograron que en 2016 nacieran 17,86 millones de bebés. La cifra es 1,3 millones superior a la del año anterior. Pero inferior a las previsiones oficiales. Y, además, otro dato «exagerado» por las ansias de los gestores chinos de invitar a sus jóvenes a ser genéticamente más productivos, si se hace caso a otro estudio del doctor Yi Fuxian que concluye que «el número de nacimientos podría ser, como máximo, de 13 millones (anuales)».
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Líder en vejez
Durante años, las parejas sorteaban como podían las restricciones cuando querían tener más de un retoño. Entonces la economía era una locomotora y las autoridades miraban para otro lado ante los infractores. Ahora, el país se ha ralentizado y los chinos han copiado la 'pereza' occidental frente a la procreación. Además, criar a un niño cuesta unos 20.000 yuanes al año (más de 2.500 euros), lo que supone el 40% del ingreso familiar medio.
China ya es el líder mundial en algo. Tiene la población mayor de 60 años más numerosa del mundo. La ONU calcula que, a mediados de siglo, unos 500 millones de chinos serán, como mínimo, sexagenarios. Por eso, la voz discordante y, hasta ahora, exiliada del investigador Yi Fuxian está encontrando eco en otros colegas de su propio país. «El Gobierno ha sobreestimado la tasa de natalidad y subestimado la velocidad de los cambios demográficos», explicó el demógrafo de la Universidad de Pekín Li Jianxin al diario 'South China Morning Post'.
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A su voz se han sumado con contundencia otros expertos como el titular de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghái, Liang Zhongtang, que afirmó en el mismo medio que «los datos de la población desde la adaptación de la política de un solo hijo han sido seriamente falsificados y los informes de planificación, exagerados en un 30%».
Pero no solo dentro de China se advierte de un futuro poco halagüeño para su 'ejército' laboral. Un informe del Bank of America Merrill Lynch calculó que, «para 2050, el tamaño de la población china disminuirá en alrededor de 60 millones, mientras que la población en edad de trabajar lo hará en 212 millones». Eso es más que toda la población de Brasil, el quinto país más poblado del mundo. Ahora la Comisión Nacional de Salud y Planificación Familiar ha impuesto deberes que harán trabajar a destajo a sus ginecólogos y matronas: lograr 20 millones de nuevos chinos cada año.
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