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El inmenso Stratolaunch, tras salir del hangar del Puerto Aéreo y Espacial de Mojave (California). :: april keller/afp

La bestia de los cielos

Sale del hangar el avión más grande del mundo, el Stratolaunch. Su misión será llevar a la estratosfera los cohetes que pongan en órbita futuros satélites

FERNANDO MIÑANA

Viernes, 2 de junio 2017, 20:24

Si Jan Zelezny, el fabuloso atleta checo que maravilló al mundo en los 90, hubiese salido corriendo en su momento de plenitud, y hubiera lanzado su jabalina desde el extremo de un ala del Stratolaunch, una inmensa aeronave que acaba de salir a la luz, la saeta no habría llegado al otro lado. Solo habría rebasado los tres cuartos del ala. Así es este gigante de la aviación auspiciado por Paul Allen, el multimillonario que hizo fortuna después de fundar Microsoft junto a Bill Gates en 1975.

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El mundo acaba de ver a la bestia del aire salir de su nido en pleno desierto californiano. De un hangar del Puerto Aéreo y Espacial de Mojave emergió un avión colosal de dos cuerpos unidos por ese ala interminable de 117 metros que no cabría sobre el césped del Camp Nou. Un coloso blanco que no está concebido para llevar pasajeros sino para transportar hasta el cielo, a 10.600 metros de altura, los cohetes que deben poner en órbita a los satélites en el espacio.

El Stratolaunch es el avión más grande del mundo y pretende abaratar los costes de esta operación de propulsar los cohetes. A sus 117 metros de envergadura hay que sumarle 72 más de largo. Un monstruo de doble fuselaje que necesita seis motores de los que utiliza el Boeing 747 y una pista de no menos de 3,6 kilómetros -casi el doble que la requerida para un vuelo comercial convencional- para poder alzar el vuelo con una carga de hasta 590 toneladas. Y de regreso, tras su misión, se posará sobre sus 28 ruedas, 14 en cada flanco.

Paul Allen tiene 64 años y, además de su generosa faceta como filántropo, comparte con otros potentados la obsesión por esta nueva carrera espacial. Empresarios que ven futuro en los lindes de la estratosfera. Como Richard Branson (Virgin), Jezz Bezos (Amazon) o Elon Musk (Tesla). Este último, a quien los medios se refieren como 'el Leonardo da Vinci del siglo XXI', es el soporte de Space X, la compañía que, horas después de la presentación del Stratolaunch, tenía previsto lanzar anoche desde el Centro Espacial Kennedy de la Nasa en Florida la cápsula 'Dragon' para transportar materiales hasta la Estación Espacial Internacional.

Allen se embarcó en su proyecto espacial en 2011 y no dudó en elegir para dirigirlo a Burt Rutan, un ingeniero estadounidense que ahora tiene 73 años, el mismo hombre que anteriormente había desarrollado el SpaceShipOne, el primer vehículo espacial tripulado de capital privado que completó, en 2004, dos vuelos suborbitales que llegaron a más de 100 kilómetros de altura, el primero, y 110 kilómetros, el segundo. Un hito que le valió el premio Ansri X-Prize dotado con 10 millones de dólares (8,9 millones de euros). Rutan también es el padre del 'Voyager', el primer avión que dio la vuelta al mundo sin escalas ni repostajes.

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Nuevas pruebas

Ahora es el turno del Stratolaunch, que, según anunció el director general del proyecto, Jean Floyd, no hará una demostración antes de 2019. «Esto marca un paso histórico en nuestro trabajo por alcanzar la visión que tuvo Paul G. Allen de normalizar el acceso a la órbita baja de la Tierra».

Este catamarán del aire ha salido por primera vez del hangar para realizar unas pruebas de abastecimiento de combustible. «Esto marca el fin de la fase inicial de construcción de la aeronave y el comienzo de la fase de pruebas en tierra», añadió Floyd sobre los futuros ensayos con los motores y todas las funciones antes del esperado primer vuelo.

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Allen sigue tan revolucionario ahora con los vuelos suborbitales como hace 42 años en el plano de la informática. El cofundador de Microsoft tiene, con una fortuna estimada de 17.000 millones de euros, reservas suficientes para seguir experimentando con estos aviones futuristas. Del mismo modo que, desde un punto de vista más lúdico, quiso convertirse en el propietario de los Portland Trail Blazers de la NBA de baloncesto y los Seattle Seahawks de la NFL de fútbol americano.

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