![Bajo el embrujo de las tres cascadas de Anna](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202108/05/media/cortadas/Ruta3cascadas%20(1)-R42cyhTZK4X5IwQMeTYIGPK-1968x1216@Las%20Provincias.jpeg)
![Bajo el embrujo de las tres cascadas de Anna](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202108/05/media/cortadas/Ruta3cascadas%20(1)-R42cyhTZK4X5IwQMeTYIGPK-1968x1216@Las%20Provincias.jpeg)
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LOURDES MARTÍ
Valencia
Viernes, 6 de agosto 2021, 18:33
La cascada Gorgo Gaspar aparece a lo lejos. Sólo han pasado unos 5 minutos desde que arrancamos la marcha y la 'Ruta de las 3 cascadas' ofrece su primera recompensa. El sonido del salto de agua, provinente de l'assut, se convierte en la banda sonora perfecta. Al lado, unos banquitos de piedra sirven para que unos pequeños descansen.
Es el inicio de una ruta fácil y en la que hay que estar atentos en algún tramo si se acude con personas que no están habituadas a hacer ejercicio, 'patosas' o niños. Tampoco es excesivamente larga, 3,47 kilómetros que pueden estar completados en alrededor de 60 minutos y que se convierte en un viaje hacia el interior de uno mismo y en el tiempo justo hasta el nacimiento de la Villa de Anna en el siglo XII por el pueblo musulmán Almohade, que también dejó su huella en otras localidades como Cullera, hasta el siglo XX.
Pese a que se trate de una senda fácil no hay que olvidar andar con un buen calzado, además de embadurnarse bien con crema solar y llevar gorra o sombrero. Agua o bebidas isotónicas para una buena hidratación siempre son necesarias y más ahora en verano. Personalmente, no recomiendo la ruta para menores de 8 años a no ser que los mayores estén dispuestos a llevarlos en brazos en algún que otro tramo complicado.
Las fábricas fueron el motor económico de Anna y el maravilloso recorrido que realizan ahora miles de caminantes, runners y turistas cada año, era la ruta que los hombres y mujeres realizaban en cada jornada laboral.
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La cascada Gorgo Gaspar era el motor de un telar situado en la zona. Después de hacer una parada para resetear y cómo no, tomar fotos, llega el momento de tomar de nuevo la senda. Dejamos atrás la que va a ser la cascada más pequeña pero quizás la que más fuerza tiene. Ahora hay un ligero descenso donde se vislumbra la Fábrica Miguelín. Ahora en ruinas, el edificio era de una empresa que trabajaba la lana. El crecimiento era enorme por lo que adquirió la Central del Salto. En 1972, un incendio terminó con ella.
El agua, junto con la senda, se convierte en la guía perfecta para llegar al Gorgo de los Vikingos. Este es el primer tramo más peligroso al que nos vamos a enfrentar ya que hay que cruzar el río por las piedras que están mojadas. Las gotas de agua después de chocar con las rocas se convierten en un gran aliado en días de calor. Estamos ante una cascada un poco más grande que la anterior, el mediano de los tres saltos de agua que vamos a ver.
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Ahora toca ascender unos pocos metros y con un pequeño salto logramos llegar a la senda que discurre en paralelo al río. Un bonito puente de madera nos espera tras tomar el segundo camino a la derecha, cruzamos al otro lado para descubrir el Gorgo de la Escalera, la más espectacular. Es una caída de agua de 25 metros de altura que se disfruta más con los ojos cerrados y que puede servir para conectar de nuevo con la naturaleza.
Antes de volver sobre nuestros pasos, reflexionamos sobre la idoneidad de realizar esta ruta entre semana, hay menos gente. Una vez más, tenemos que lamentar el estado en el que algunas personas dejan los espacios naturales con restos de basura. Instamos no sólo a no dejarla, sino a llevar una bolsa para recoger los residuos que aquellos incívicos no llevan consigo.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
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