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J. A. G.

A la conquista de las impresionantes Agulles de Santa Àgueda

El imponente mirador del Desert de Les Palmes es el premio a una exigente ruta por uno de los parques naturales más bellos de la Comunitat

LOURDES MARTÍ

Valencia

Viernes, 25 de junio 2021

Cuando buscas rutas para pasar una mañana de domingo, es inevitable no caer prendada de las imágenes que inmortalizan aquellos que llegan a Les Agulles de Santa Águeda en Benicassim, en el Desert de Les Palmes. «Yo quiero ir, ¿Vamos?», es la reacción más habitual. Algunos, para qué mentir suben sólo con el objetivo de hacerse la fotografía en uno de los puntos más bellos de la Comunitat.

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Uno de los visitantes, al llegar al punto más impresionante: Les Agulles de Santa Águeda. J. A. G.

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Otros, y después de un año tan atípico como el último, sólo quieren cerrar los ojos y respirar profundamente. La siguiente pregunta, después de sondear a varios amigos para ver quién se suma a la aventura, es inevitable: «¿Será muy complicado?» La verdad es que hay que ir con mucho cuidado. El camino sobre la cresta no está marcado y si no se es una persona muy ágil, quizás mejor quedarse con lo vivido durante todo el camino que por cierto también es maravilloso.

Señales del pequeño recorrido que se repite a lo largo de la ruta. J. A. G.

Siguiendo las recomendaciones de Turismo Benicassim, la mejor opción es partir desde la Font del Senyor. En el corazón de la localidad castellonense se ubica esta fuente, una de las tres que se pueden visitar de camino a Les Agulles y que en 2017 fue rehabilitada para recuperar su aspecto original.

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Además de dejarse el miedo en casa, también es habitual salir bien temprano, ya que por el camino no hay mucha sombra y dejar otra de las múltiples opciones que ofrece el territorio para llevarse a niños y mascotas. Aquellos que vayan corriendo, también deben ir con cuidado ya que hay algunas curvas más o menos cerradas.

Con agua y fruta en la mochila, se parte desde la Font del Senyor que también será el punto de llegada de este circuito circular. Perderse por el recorrido es prácticamente imposible. Sólo hay que seguir los colores blanco y amarillo que indican el pequeño recorrido y la señalectica. Ojo con mirar mucho los postes que indican el tiempo que queda para llegar al destino, a alguno que otro le puede dar un 'bajón': «¿Falta mucho?».

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Seguimos el PR-CV 397 establecido y bordeamos la vía férrea por arriba, hasta llegar al primer punto en el que se disfruta de unas maravillosas vistas: el Barranco de la Comba. Una zona que atrae a muchos visitantes y en el que siempre se puede parar para inmortalizar el momento.

Los arbustos de romero o tomillo entre otros crecen por la zona y dejan un agradable aroma. Las tonalidades verdes van a fusionarse con el rojizo de las piedras de la cantera que se utilizaba en la construcción del encerado. En este tramo de 1,5 kilómetros, lo más complicado es hacer frente al nivel de 250 metros sobre el nivel del mar. Entre las rocas rojizas también es buen momento para hacer un paréntesis y sacar la cámara de fotos. Al superarlo, empezamos a divisar Benicassim desde arriba.

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Imágenes entre rocas rojizas dejan ver la belleza del paisaje. J. A. G.

Una estrecha carretera lleva hacia la Font del Josep. El pla de Moletes es el siguiente objetivo, pero por el camino ahora aprovecharemos la sombra que ofrece esta zona un poco más frondosa. Hay posibilidad de desvío, pero nosotros continuaremos por el camino marcado ya que es una ruta bastante completa.

«Ya estamos ahí», comentan. Les Agulles de Santa Águeda están cerca. Pero antes queda la Font de Sant Josep. Una fuente de la que emana suficiente agua como para refrescarse. La orografía sigue siendo de árboles de grandes dimensiones, como alcornoques.

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Señales que indican diferentes rutas disponibles en el Desert de les Palmes. J. A. G.

Los pies son importantes en esta ruta. Pero también las manos. Para tomar la cresta del espectacular paraje, es importante mantenerse sujeto hasta llegar a la cima. Con las señales del pequeño recorrido como guía, descendemos durante dos kilómetros en el camino de vuelta. Antes, cómo no, parada obligatoria para disfrutar de unas maravillosas vistas e inmortalizar el momento. A algunos en el rostro se les nota más agotados que a otros.

Un grupo de amigos disfrutan de las espectaculares vistas desde lo alto del paraje. J. A. G.

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