Cómo combinar running y entrenamiento de fuerza para ser un buen corredor

El running se enfoca principalmente en el sistema cardiovascular, mientras que el entrenamiento de fuerza trabaja la potencia muscular. Al combinar ambos, podemos mejorar la capacidad de nuestro cuerpo para mantenerse activo así como aumentar la fuerza y la resistencia adecuada para afrontar una carrera. Asimismo, conseguiremos corregir los desequilibrios musculares que podrían derivar en lesiones.

Generalmente, lo recomendable es que los días de entrenamiento tengan un objetivo específico, sea cual sea la parte que vayamos a trabajar. Esto quiere decir que cada tipo de sesión debe de perseguir un propósito, ya sea mejorar la resistencia a la fatiga o aumentar el vo2máx. Por ello, lo ideal sería no combinar dos tipos de sesión en el mismo día y en caso de hacerlo, dejar un margen de 6 a 8 horas entre la sesión de carrera y la de gimnasio para que la fatiga neuromuscular no se convierta en un problema.

También es conveniente colocar la sesión prioritaria en primer lugar, realizando la complementaria posteriormente. Por ejemplo, si tu objetivo del día es mejorar los niveles de fuerza, será mejor hacerlo antes de la carrera. Si prefieres darle prioridad a un rodaje a baja intensidad, es conveniente que lo hagas antes del trabajo de fuerza.

No obstante, sea cual sea el planteamiento del día, trata de no sobrepasar una hora de rodaje, manteniendo la intensidad baja y pensando en el entrenamiento de fuerza que llegará después. Y lo más importante de todo: recuerda siempre consultar con un profesional antes de comenzar cualquier programa de entrenamiento.