![La corredora que suspira por los pies de Leónidas](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202202/28/media/cortadas/RecordEspa%c3%b1a12hF-RQpUeCDMJqdyEHy3ItnO5HM-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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Carmen María Pérez rompe a llorar cuando recuerda cómo la trataron este domingo en Barcelona cuando la uña de uno de sus pies dijo basta. Llevaba corriendo 10 horas y aún quedaban dos para un reto que le llegó sobre la marcha. «¡Es que iba sola y se portaron fenomenal conmigo! Me emociono», afirma. La corredora valenciana participó en la carrera de 12 horas en busca de completar 110 kilómetros. Era la marca mínima para tratar de afrontar este año el segundo de sus tres retos en el deporte: correr la Spartathlon, un ultra de 246 kilómetros entre Atenas y Esparta. «Me apunté porque era la ocasión que me quedaba para optar a participar en Grecia en 2022. Me había mentalizado a resguardarme bajo mi visera y poner un ritmo constante de 6 minutos el kilómetro», asegura. Pero se sintió tan bien dándole vueltas a una pista de atletismo de la ciudad condal que se encontró con un récord de España.
«Yo me encontraba tan cómoda que subí el ritmo. Cuando me quedaban dos horas y media llevaba 111 kilómetros y me dijeron que tenía al alcance el récord de España lo tenía a mi alcance», recuerda Carmen María: «Muscularmente me encontraba genial y necesitaba ocho kilómetros. Lo hacía de sobra». Para entonces ya había perdido la uña que le obligó a realizar un pequeño parón, a intentar curarse ella sola y a que la atendieran los sanitarios de la Ultrarunning Barcelona.
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Zancada a zancada, llegó un momento en el que pasó por encima del anterior récord y aún quedaba más de una hora para pulverizarlo. En ese momento había olvidado ya su verdadero objetivo, el de la mínima para poder inscribirse a un sorteo. Acabó la carrera, hicieron las mediciones y el nuevo récord de España femenino de 12 horas quedó establecido en 137,348 kilómetros, en mano de la valenciana. Y entonces, a Carmen María Pérez le dio rabia: «Con 137,5 me ganaba el derecho a inscribirme directamente en la Spartathlon. Si hubiera sido consciente, habría podido apretar, que fue por unos metros. Estoy enviando correos a la organización a ver si me dan por buena esta marca».
Lo dice sonriente, como siempre que sale a correr. Es de esas personas que lleva años dando zancadas de felicidad. De esas corredoras a las que el maratón se les quedó corto ya hace tiempo. Incluso desde que trabajaba por Valencia como maestra. Luego se marchó a vivir a Hendaya por cuestiones personales: «Mi vida ha cambiado de nuevo, pero aquí tengo paz». Su nulo conocimiento del euskera y el francés que chapurrea para defenderse fueron insuficientes para que siguiera dedicándose a la docencia. Estuvo un tiempo en una fábrica, confeccionando sillas, hasta que con el tiempo encontró trabajo en un gimnasio, algo más acorde con su pasión.
Porque su cambio en la vida no implicó dejar de correr. Más bien lo contrario. De sus tres sueños tiene uno cumplido, el ultra trail de Mont Blanc. El siguiente es la Spartathlon, la teórica distancia que recorrió Filípides entre Atenas y Esparta para pedir ayuda en la batalla de Maratón contra los persas. Esta carrera se celebra desde 1863 sobre un circuito de 246 kilómetros. En la zona de meta hay una enorme estatua del mítico guerrero Leónidas. «Uno de mis sueños es hacerme una foto abrazada a sus pies después de completar mi reto. Me inspiro en mi amigo Iván Penalba, que ya la hizo. Él tiene la foto, me encanta, y yo también la quiero», señala Carmen María.
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El corredor, también valenciano, todo un referente en España de la larga distancia y del running solidario, fue crucial en su carrera del domingo. «Pensarás que es una tontería… pero me dio fuerzas. Él me iba doblando, pasaba como un ciclón. Cada vez que corría a mi lado tenía una palabra de ánimo», precisa Carmen María, que después de conseguir el récord de España se fue a dar un paseo por Barcelona: «Yo me encontraba muy bien. Por la tarde me hidraté bien y es cierto que a las 3 de la mañana me he despertado porque me dolían mucho los dedos, por las heridas en las uñas».
Charla de su gesta después de hacer hora y media de bicicleta suave, para eliminar el ácido láctico. Luego ha metido las piernas en el agua helada de su piscina. «Creo que esto me hará bien, que después tengo que trabajar», precisa. Claro, por mucho récord de España que hubiera hecho, el lunes toca ganarse la vida. «Tengo tres clases en el gimnasio donde trabajo y hoy sí me encuentro más cansada. No sé cómo, pero de alguna forma lo haré», afirma sin dejar de sonreír.
Igual de segura está de que correrá el Spartathlon: «Espero que me dejen inscribirme con la marca y si no, que me toque el dorsal por sorteo… y si no, el año que viene». Entonces habrá cumplido el segundo reto. Quedará el tercero: la Gore Tex Transalpine, otra ultra, esta de siete etapas. Dice que es el más difícil, pero no porque crea que debe ponerse a punto para poder disputarla: «¡Es que se participa en pareja!». Igual en unos meses, el 1 de octubre, tiene que empezar el casting.
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