jorge canós
Valencia
Viernes, 30 de julio 2021, 19:36
La época estival constituye un contexto único respecto al ejercicio físico. Las rutinas son alteradas en fondo y forma, con horarios más flexibles y amplios, ... quehaceres menos laboriosos y, a menudo, con ubicaciones distintas, propias de destinos veraniegos. A todo ello se pueden sumar condiciones climáticas extremas, que exigen unas pautas concretas para realizar cualquier actividad física en unas condiciones adecuadas acordes a la seguridad y al bienestar.
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En verano también es común que muchos padres fomenten el correr entre sus hijos como una disciplina física que pueda resultarles enriquecedora. No obstante, existen una serie de pautas que hay que conocer en torno al running en los jóvenes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que los niños y adolescentes deben realizar al menos una hora de ejercicio físico al día. Esta es la práctica más básica para combatir el sedentarismo y la obesidad, dos de los mayores problemas en la población infantil actual. En este sentido, el running constituye un ejercicio ideal por su dinamismo y sencillez, ya que se trata de un completo ejercicio aeróbico que no requiere de ningún entrenamiento o formación previa.
De todas formas, dado que durante su crecimiento los niños se caracterizan por una gran volubilidad física, conviene delimitar en franjas de edades cuáles son las pautas a seguir en función a la edad de cada uno:
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De 0 a 4 años: No es recomendable que los niños corran como parte de un ejercicio con un fin físico, puesto que aún no han alcanzado la madurez necesaria para correr de forma segura.
De 5 a 8 años: Se puede introducir el running a través de juegos, de forma que el componente lúdico prime sobre el puramente físico. Hay que priorizar el disfrute del niño durante el ejercicio para facilitar su afición a lo que está haciendo.
De 9 a 12 años: Ya es una fase intermedia en la formación física del niño. Conocen la técnica básica que exige el correr, pero todavía deben aprender más sobre ella y potenciarla, al igual que deben aprender a dosificar sus esfuerzos. Pueden aumentar moderadamente las distancias recorridas y la intensidad ejercida.
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A partir de los 13 años: Sin ser completa, la evolución a partir de estas edades ya es notable. Los drásticos cambios físicos propios de la pubertad van acompañados de unas condiciones físicas mucho mayores. Una rutina adecuada ya puede englobar los tres días a la semana de entrenamiento con entre 30 y 45 minutos de ejercicio a velocidad moderada. Además, los niños pueden fijarse retos y participar en competiciones o pruebas populares adecuadas para su edad.
Por otra parte, existen una serie de pautas o hábitos a partir de los cuales se debe fundamentar la práctica del running por parte de cualquier joven en aras del bienestar y la salud. En primer lugar, dicho ejercicio físico debe complementarse con una dieta sana y equilibrada de acuerdo a sus necesidades, además de con un descanso adecuado en lo relativo a número de horas de sueño. En épocas del año como la actual, conviene evitar las horas centrales del día, hidratarse bien, llevar ropa cómoda y protegerse del sol.
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El pediatra castellonense Jorge Canós explica qué condicionantes y circunstancias entraña el running en los más jóvenes: "Los niños, en general, tienen que considerarlo como parte de un juego. En la infancia, el 'ejercicio obligado' no es necesario, es más conveniente fomentar la vida al aire libre y limitar el sedentarismo, ya que es muy cómodo para algunos padres dejar al niño enganchado a la televisión o a algún dispositivo electrónico, en perjuicio de su salud".
Sobre la línea que separa a los atletas populares de aquellos profesionales, el doctor declara que hay que ir con "prudencia y valorar en cada caso el hecho de plantear el ejercicio en niños desde un punto de vista profesional o de competición. Especialmente en edades tempranas": "Hablamos del running como una fuente de salud, no como una meta profesional para un futuro".
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Finalmente, Canós hace especial hincapié en las medidas preventivas y de seguridad para la realización de cualquier ejercicio que implique correr: "Los niños deben encontrarse en condiciones óptimas, sin demasiada fatiga, sueño u otros condicionantes que puedan afectar a su bienestar. También deben utilizar un calzado adecuado, con zapatillas flexibles y ligeras y un atuendo cómodo y ancho. Todo conforme a su talla. Lo contrario, podría contribuir a la aparición de lesiones, siendo en el caso de los jóvenes relativamente comunes los esguinces de tobillo, contusiones y heridas superficiales, y, en última instancia, las fracturas".
En definitiva, el running puede significar un ejercicio clave en el correcto desarrollo físico de un niño. En los más pequeños, juegos populares tales como el pañuelo o el pilla-pilla son muy útiles de cara a promoverlo desde un sentido lúdico. Además, es muy importante integrar el running en un contexto favorable para los niños, como son los espacios al aire libre, preferiblemente en entornos naturales. Eso ayudará al niño a correr como método de aprendizaje de otras funciones aisladas del ejercicio puramente físico.
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El running es un recurso valioso que pueda llegar a afianzarse como un estilo de vida en un futuro. Correr para aprender y aprender para correr, tanto en lo literal como en lo figurado, el niño siempre será beneficiado.
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