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Iván Calatayud
Viernes, 26 de julio 2024, 12:29
Dureza, afición, prestigio. El Gran Fondo de Siete Aguas es un ejemplo para las demás carreras del mundo. A sus 44 años de historia está volviendo a pegar el estirón, acostumbra a ir un paso por delante y deja imágenes irrepetibles.
Empezó en 1980 de la mano de la Asociación para la Cultura Popular de Siete Aguas y contando con un listado de participantes muy exclusivo: 26 corredores y un perro para los 20 kilómetros de carrera, como su recorrido original marcaba. Entre esos pocos nombres se encuentran algunos memorables, como Paco Borao, el actual presidente de la Asociación Internacional de Maratones y Carreras de Distancia; o Toni Lastra, el padre de las carreras populares en Valencia. También el vencedor de la primera y segunda edición del GFI, Teodoro Pérez Tomé, que fue, a su vez, el primer ganador de la Maratón Popular de Valencia, en 1981.
El pueblo de Siete Aguas, con poco más de un millar de habitantes, fue viendo con el paso de los años como su carrera se popularizaba, llegando a alcanzar en 2015 un pico máximo de 2.500 atletas -limitado por la organización- y albergando a más de 40.000 personas reunidas para presenciar el evento.
Tony Gil es el director general del Gran Fondo Internacional de Siete Aguas desde 2009, aunque lleva colaborando desde que tenía 11 años: «Todo el pueblo se vuelca en la carrera». Desde el punto de vista organizativo, nos explica las dificultades que entraña la gestión de un evento de tales dimensiones: «Cuando se celebra la carrera cerramos las entradas del pueblo porque se colapsa. Es una bestialidad».
El GFI es innovación. Fueron pioneros en la equiparación de premios en metálico entre hombres y mujeres, un paso de gran importancia que sirvió de ejemplo para el deporte. También en el aspecto tecnológico: «Fuimos la segunda ciudad de España y la tercera del mundo en incorporar el chip para el cronometraje. Lo hicimos en 1995. Seis meses más tarde, lo incluyó también Nueva York en su carrera», explica Tony. Solo se adelantaron a esta novedad Barcelona y Róterdam, dos grandes capitales del atletismo.
Aunque sobre todo en la década de los 90 la competición tenía fama de ser extremadamente dura, el tramo más difícil de la historia del Gran Fondo Internacional de Siete Aguas fue la pandemia. «Pegó un bajón importante», nos cuenta Tony. Sin embargo, una carrera de tal calibre no resiste los golpes mejor. Ahora, vuelve a estar en auge: «En 2022, la primera edición post-pandemia, hubo 800 apuntados. El año pasado tuvimos algo más de 900. Para este esperamos superar de nuevo la barrera de los mil corredores», concluye.
Por si la reputación internacional de la carrera no fuera suficiente, este año hay alicientes adicionales. Martín Fiz y Abel Antón, ambos campeones del mundo de maratón, volverán a correr juntos en Siete Aguas 24 años después. Tony narra emocionado la última participación de estos atletas: «Los dos estuvieron en el año 2000 con el Comité Olímpico Español preparándose para los Juegos de Sídney. Martín corrió un par de veces más, pero Abel no lo volvió a hacer».
La carrera redujo su distancia hasta en dos ocasiones. Ahora, el recorrido es de 15.150 metros realizados por un tramo urbano y otro de carretera. El récord de la prueba en la categoría masculina lo estableció Juan Carlos de la Ossa (El Tete) en 2005 parando el cronómetro en 45:38. En la categoría femenina lo logró en 2010 la corredora portuguesa Marisa Barros completando el circuito en 52:06. El 17 de agosto se determinará si alguno de los -esperemos- mil participantes rompe esas marcas o queda esperar un año más.
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