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Javier había vuelto a su Alfafar de toda la vida hace un par de años después de 13 residiendo en Paterna. Tenía la empresa junto ... a un socio en Benetússer. La DANA se lo llevó todo pero, sin obviar la tristeza, hizo la lectura positiva: «Son daños materiales». Valora que su mujer y su hijo permanecieron con él a salvo en la primera planta de la vivienda familiar.
Había decidido no correr el maratón, pero le animó una compañera del club donde sigue entrenando pese a su traslado: el Paterna Runners. «Me iba a rodar por San Marcelino de madrugada. Por allí te llegaba el aroma del café y de los hornos, pero luego volvías a Alfafar...», relata.
Mientras reconstruye provisionalmente la empresa se marcó un nuevo reto de cara al Maratón Valencia: «Yo lo quería hacer en tres horas, pero me lo replanteé sin objetivos. A disfrutarlo. Me tomo correr, como hacer cualquier deporte, como una meditación activa».
Esto le ha servido para dominar la tristeza. «Es complicado con el entorno en el que vivimos por aquí, con montones de coches y de desechos apilados en descampados», relata. Frente a uno de ellos se tomó ayer una fotografía con el dorsal. Aún no había amanecido. Se desplazó a Valencia con el coche que le han prestado en compañía de su hermano Jorge, que reside en Basilea y que ha venido a correr.
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Disfrutó el maratón y fue ya en meta cuando salió toda la emoción contenida. «Cuando he cogido la medalla de finisher he roto a llorar por primera vez en 30 días. Luego me ha vuelto a pasar varias veces más», cuenta Javier, que ahora se centrará de nuevo en la carrera por reconstruir su negocio, como decenas de miles de personas.
Como Rafa, que se desplazó en dos coches con unos amigos y su mujer y su hija desde Catarroja. «Ha sido muy triste, porque aún no hay luz en muchas calles y otros años ves mucho ambiente de gente que también iba hacia el maratón», recuerda: «Me despedí de ellos y en el cajón me sentí muy solo. Yo conozco a micha gente, pero esta vez no había nadie».
«Las sensaciones fueron extrañas, un rato buenas y otro todo lo contrario. Hasta el kilómetro 28 o 30, que ya no me iban las piernas. He decidido acabar este maratón porque estaban ellas esperándome en la meta y son un pilar muy importante en mi vida», señala. Al final llegó y trata de empezar a pasar página: «A pensar en positivo y en el maratón de otro año».
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