Mario Raúl Martínez: el hombre de los retos

«Cuando vas a la consulta y te dicen que te van a hacer una prueba genética, te dan los resultados y te dicen, pues mira, tienes síndrome de Busher, te vas a quedar sordo y ciego y no tienes cura… volví al coche, me quedé sentado en el coche y no pude ni llegar a casa», comenta el valenciano. En aquel momento empezó a nacer, con mucha constancia y trabajo un nuevo Mario. Él era, digamos, un runner social. «Corría lo típico, era la excusa también para estar con amigos el fin de semana y poquito más».

Empezó a acumular kilómetros y cada vez se sentía mejor mentalmente, también físicamente, estaba aprendiendo a hacer frente a una enfermedad que avanzaba extremadamente rápido: «Los médicos no saben muy bien los motivos, pero rápidamente me quedé sin visión, después perdí la audición de un oído y, ahora me queda el resto auditivo del otro, pero muy poquito. Llevo audífono y en el otro, implante coclear, ahora estoy esperando para implantarme también en el otro». El síndrome de Usher afecta a ambos sentidos.

«Correr ha sido mi terapia», confiesa Mario: «De 5k pasé a 10k y me daba cuenta de que cuanto más entrenaba, mejor me sentía. Digamos que me evadía un poquito de mi realidad. Y al mismo tiempo me daba fuerza para afrontar el día a día. Me puedo pasar horas entrenándome». Aquellos 10.000 metros pasaron a ser 15k, luego 21k, maratón y muchos más. Aprovechó el deportista su capacidad para mostrarle al mundo la existencia de una enfermedad genética que no tiene cura y, de paso, aportar dinero para su investigación: «El objetivo es dar visibilidad al síndrome de Usher, también utilizo las redes sociales para ello. Al mismo tiempo, cada año intento hacer un nuevo récord para recaudar fondos, destinados directamente a la Fundación Síndrome de Usher», afirma.

Aquel propósito se convirtió en una realidad. Sólo hay que hacer una búsqueda rápida en internet para comprobar que el nombre de Mario siempre va ligado a la palabra récord. Ha sido el primer atleta del mundo con sordoceguera e implantado que ha competido en carreras de ultrafondo. En diciembre, corrió 24 horas seguidas dando vueltas a la pista de atletismo de Montjuic en Barcelona.

«Para mí fue muy divertido en líneas generales porque me encanta estar horas corriendo, pero también muy salvaje», relata. Otro calificativo que define aquél hito es «bonito» ya que formó un equipo de 24 personas para que compartiesen parte de ese duro reto con él. «Todos llevaban la camiseta por el síndrome de Usher, me acompañaban corriendo o caminando, cada uno dentro de sus posibilidades, fue muy chulo, pero también muy difícil». Sobre todo, al caer la noche: «Evidentemente hay momentos en los que lo pasas mal, pero lo de abandonar es algo que no sé, que no te entra a la cabeza. No, no lo tengo nunca en mi mente. A ver, podemos parar, podemos andar, podemos incluso tumbarnos, hacernos un masaje, descansar, lo que haga falta… pero no abandonar. El objetivo siempre es cruzar esa línea de meta, visibilizar, que es mi objetivo, el que yo tengo en mente, el síndrome de Usher. Abandonar no entra en mi cabeza». En Montjuic, algo pasó cuando le quedaba poco para terminar: «Lo llevé bastante bien durante 23 horas, pero en ese momento, mi cabeza flojeó, me puse a llorar, me vine abajo…». Sin embargo, apareció un 'ángel': «Mi guía me recordó el motivo por el que estaba haciendo este reto. Así que lloré todo lo que tenía dentro, comí, oxigené el cuerpo, la cabeza… y crucé la línea de meta».

Mario es consciente de la importancia de rodearse de los mejores. No los mejores corredores, ni atletas, que también, sino de las mejores personas posibles que además, también, están un poco 'locos' como él. En septiembre de 2022, por ejemplo, en Burjassot, reunió a un puñado de deportistas, exdeportistas, y amigos como Iván Penalba, David Martínez, Ricardo Ten, David Casinos, Elisabeth Ríos o Natacha López, para acompañarle en el reto Avanza100km.

Siempre tiene objetivos en mente, el 2 de febrero realizará uno que le «ilusiona» especialmente: «Voy a hacer de liebre en el Maratón de Murcia, me lo han propuesto y es algo que me motiva porque no hay muchas competiciones en las que haya liebres inclusivas, es algo muy bonito para nosotros». Mario, acostumbrado a que 'tiren de él' será el encargado de llevar a otras personas a cumplir sus objetivos: «Motivarles, marcarles el ritmo, acompañarles a cruzar la línea de meta me parece algo súper chulo». Semanas más tarde, el 22 del mismo mes llegará la Ultrahélike, otros 100 kilómetros por delante.

Otro de sus acompañantes, aunque este es de los que se ha autoinvitado, es el vértigo, otro de los síntomas de su enfermedad. Se toma con humor esas malas pasadas que le hacen tambalearse, e incluso caerse. Pero Mario siempre se levanta. Lo hace por hacer visible el síndrome de Usher. Por su familia. Y sobre todo, por su hija. El mayor impulso hacia nuevos retos y récords. Como el que ya planea realizar por etapas y del que pronto nos descubrirá más.