Correr es para muchos una manera sentirse bien, pero no sin antes haber sufrido, sentir como se te ponen los pelos de punta, conseguir tus propios retos, combatir el estrés, sentirte libre, ect. La práctica de correr se encuentra al alza, ya sea por el conocimiento de sus efectos saludables u otros motivos.
En ocasiones, y bajo el pretexto de lo saludable o lúdico, el ejercicio físico puede llegar a convertirse en una adicción, mostrando en el individuo un patrón desadaptativo con deterioro o malestar clínicamente significativos, con consecuencias adversas y recurrentes relacionadas con el ejercicio continuado.
Cuando practicas un ejercicio compulsivo o excesivo, el bienestar psicológico asociado a la práctica regular de ejercicio físico pasa a convertirse en un problema psicosocial y sanitario propio de una adicción comportamental, que suele ser un componente importante en la anorexia y otros tipos de trastornos alimentarios restrictivos.
Es así que, un objetivo razonable para los atletas, entrenadores, terapeutas y profesionales de la salud, sería el de asegurar la adherencia al ejercicio eliminando al mismo tiempo los aspectos negativos propios de una adicción o dependencia que pudiera provocar el ejercicio excesivo, con síntomas de abstinencia tales como irritabilidad, ansiedad y depresión; insomnio, tensión y/o somatizaciones derivadas de ello.
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) se presentan con relativa frecuencia en deportes en los que es importante el control del peso corporal, tales como gimnasia rítmica, patinaje artístico o deportes de resistencia, como el correr. La incidencia es mayor en mujeres,sin dejar de lado, que cada vez existen más hombres con dicha enfermedad, manifestándose con frecuencia una baja autoestima, una imagen corporal distorsionada en la que el cuerpo es percibido con un exceso de peso, ineficiencia, perfeccionismo y un sentido de pérdida de control, con un mecanismo compensatorio a través de la manipulación de la comida y la utilización de métodos inadecuados de control del peso.
En el sexo femenino puede asociarse con irregularidades del ciclo menstrual, baja disponibilidad energética, reducción de la densidad mineral ósea, dando lugar en las «corredoras» a la denominada tríada de la atleta femenina. Pueden aparecer problemas cardiovasculares, una mayor incidencia de fracturas y pérdidas de potencia muscular y resistencia que repercuten negativamente sobre el rendimiento por sus conductas obsesivas con la pérdida de peso.
Los trastornos de la conducta alimentaria hacen referencia al conjunto de actitudes, comportamientos y estrategias asociados con una preocupación permanente por el peso y la imagen corporal, el cual, es todo lo contrario que se busca con la práctica y disfrute de este deporte como es el correr.
Si la persona realiza la práctica de ejercicio físico desde otra intencionalidad, entonces existe un largo camino por delante para una recuperación de esta enfermedad, en el que autoengañarse diciendo «hago deporte por salud, para sentirme bien, para mejorar mi densidad o sea, para calmar mi ansiedad...» cuando realmente es usado para quemar calorías, para permitirte comer más (cosa que no harías si no corrieras ese día, por ejemplo) es ponerse un peligroso «disfraz».
Los rasgos de la personalidad que llevan la preocupación excesiva por la imagen corporal, deben tratarse mediante un abordaje multidisciplinar, con participación de médicos, psicólogos/psiquiatras, nutricionistas y familia, siendo especialmente importantes las medidas preventivas, como la rehabilitación nutricional, reducir la alta práctica de ejercicio, para cumplir con la función de disfrutar, nutrir y reparar el organismo dañado por los efectos de ese TCA.
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