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Clara Alfonso
Valencia
Viernes, 15 de septiembre 2023, 16:21
El verano, esa esperada estación del año en la que nuestras preocupaciones cotidianas parecen diluirse bajo el cálido sol y las aguas refrescantes, llega cargado de promesas de descanso y diversión. Las vacaciones se convierten en el ansiado escape de la rutina, una oportunidad para ... relajarse y desconectar del estrés diario. Pero, ¿qué ocurre cuando llega el momento de regresar a la realidad, cuando las maletas se deshacen y las alarmas matutinas vuelven a sonar?
La vuelta de las vacaciones suele venir acompañada de una mezcla de emociones. Nos enfrentamos a la cruda realidad de los excesos y la vida sedentaria que a menudo caracterizan nuestras escapadas veraniegas. Es en este momento cuando nos damos cuenta de que hemos descuidado nuestras rutinas de ejercicio y alimentación saludable. Y sí, se nota.
El cuerpo y la mente, acostumbrados al ritmo pausado de las vacaciones, protestan al reintegrarse a la vida diaria. Las energías parecen agotarse con mayor rapidez, la ropa ajusta un poco más de lo que recordábamos y, en general, la vitalidad parece haberse esfumado. Es el momento de enfrentar la realidad: los excesos y la inactividad física pasan factura. Sin embargo, no todo está perdido.
La clave está en hacerlo de manera progresiva, consciente de nuestras limitaciones y respetando nuestro cuerpo. Es un proceso de reconexión con nuestros hábitos saludables y un recordatorio de que cuidar de nosotros mismos es una prioridad constante.
Para comenzar, es aconsejable iniciar con tiradas cortas y sesiones de ejercicio menos intensas de lo que estábamos acostumbrados antes de las vacaciones. Esto permitirá que nuestro cuerpo se adapte gradualmente al aumento de la actividad física, evitando el riesgo de lesiones y el agotamiento.
Otro punto importante es realizar un calentamiento adecuado antes de cada sesión de entrenamiento. Esto prepara nuestros músculos y articulaciones para la actividad física, reduciendo el riesgo de lesiones. Después del ejercicio, no debemos pasar por alto la importancia de estirar para mantener la flexibilidad y evitar la rigidez.
Tampoco podemos subestimar la relevancia del descanso en nuestro proceso de recuperación. Es fundamental programar días de descanso en nuestra rutina de entrenamiento para permitir que nuestro cuerpo se recupere y repare adecuadamente. Estos días de recuperación son esenciales para mantener un equilibrio saludable entre el ejercicio y el descanso.
Finalmente, la incorporación de una rutina de fuerza es crucial en la vuelta al running. El trabajo de fuerza no solo mejora nuestro rendimiento físico, sino que también ayuda a prevenir lesiones y a mantener un equilibrio corporal adecuado.
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