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-¿Qué es lo mejor de trabajar en esta época del año?
-Con más horas de luz cunde más el trabajo.
-¿Y lo peor?
-El clima de Valencia en verano.
Calor. Mucho calor. Y cada vez más. A medida que los veranos se hacen más insufribles, el aire acondicionado se convierte en una inversión prioritaria en miles de hogares valencianos. Casi una cuestión de vida o muerte. En este sector, el de la climatización, se mueve el madrileño Luis Montero, un instalador para el que no hay descanso en estos días.
Su estío transcurre de aquí para allá, por Valencia, entre viajes, tubos, cables, conductos, taladros y orificios. Y gracias a trabajadores como él y sus acaloradas instalaciones logramos esos deseados 18 grados en casa mientras fuera el aire quema.
Pero lo que Luis refresca ahora son sus recuerdos: «Los estudios se me atragantaron. Mis padres fueron muy claros. Si no quería estudiar, a trabajar». Dos semanas después, ya estaba entrevistándose con el que iba a ser su jefe. «Y desde ese día ya no he parado».
Han pasado ya muchos años. Hoy tiene 49. Nació en Madrid, se casó allí y en 2008 la pareja se vino a vivir a Valencia. Juntos fundaron Climalem, una pequeña empresa familiar con la que «seguimos dando un servicio cada vez más necesario». El de Luis es un matrimonio unido por la climatización, pues su mujer también es instaladora. «Tiene que sufrir las altas temperaturas tanto como yo. Lo compagina con trabajos de oficina, con la familia... Francamente, tiene mas faena en verano que yo».
En este arranque de agosto ambos siguen al pie del cañón. «Solemos coger las vacaciones en la última semana de este mes y la primera de septiembre. Sólo nos da para unos 15 días de descanso en familia, pero luego intentamos tomar días sueltos o aprovechar los puentes».
En Climalem, estío es sinónimo de faena. «Quizá lo único bueno sea la cantidad de horas de luz. Puedes alargar la jornada algo más de la cuenta y así te cunde un montón. Y no encuentro otra razón que sea positiva (risas)».
Lo más duro es precisamente lo que su labor combate: «El calor y el alto porcentaje de humedad en una ciudad como Valencia». La suma de estos dos factores hace que su trabajo sea muy pesado. «A eso súmale fincas sin ascensor, trabajar en azoteas... Acabo totalmente agotado».
Con los encargos de aparatos de aire acondicionado parece que nos hemos vuelto más previsores. Al menos, así lo percibe Luis: «Es cierto que la temporada de verano es la más fuerte en nuestro sector, pero se nota que el usuario se adelanta. Antes podríamos estar hablando de un 20% de trabajos de climatización en invierno y el 80% restante en verano». Pero hoy la actividad estival de la climatización ronda un 60% respecto al total anual, según estima el instalador.
«El aire acondicionado», reflexiona Luis, «siempre ha tenido muy mala fama. Que los equipos cuestan mucho, que si consumen una barbaridad, que si contaminan... Pero la verdad es que ha pasado ser casi un artículo de primera necesidad».
Hay muchos clientes que reniegan del aire acondicionado y prefieren montar ventiladores de techo en sus hogares. «Pero al final terminan sucumbiendo a los aparatos de climatización y los compaginan con esos ventiladores», revela Luis.
El cambio climático, razona, «hace que cada vez realicemos mas inversiones para poder paliarlo. O, por lo menos, soportarlo algo mejor». Los instaladores, en parte, «nos beneficiamos de esta circunstancia. A más calor, más faena. Pero no podemos olvidar que es algo que nos afecta a todos».
A veces las prisas sacan de quicio a Luis. «Hay momentos en los que parece que la gente se pone de acuerdo. Todos lo quieren para ya, cosa que es totalmente imposible. Y terminas con un nivel de estrés y cansancio elevadísimo», lamenta.
El instalador procura conservar la calma por debajo del punto de ebullición, hacer lo que se puede en un tiempo limitado y mantener la cabeza «al 100% en el trabajo realizo». Los males pasan «cuando el cliente se queda satisfecho y te lo agradece». Paradojas de la vida, lo suyo es pasar calor para lograr el frescor ajeno. «¡A mí encanta el frío! Aún no sé por qué elegí esta profesión. Me queda la esperanza de pensar que en vacaciones me iré donde el calor no apriete. Y eso es cada vez es más difícil».
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