El sector de los gimnasios se ha transformado mucho en los últimos años. Los centros deportivos low cost se han hecho con una gran parte del pastel del negocio, en poder de las grandes cadenas multinacionales que han llegado a la Comunitat. Su ... modelo de éxito, basado en precios bajos y reducción de los costes, está asfixiando a los gimnasios tradicionales valencianos, a los que los gastos energéticos y la marcha de clientes ahoga cada vez más.
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La diferencia entre ambas filosofías radica en la atención al cliente. Mientras los low cost optan por recudir el personal, con pocos monitores para toda la sala que se encarguen de todo, desde dar altas y bajas, orientar cómo hacer un ejercicio y hasta si hace falta limpiar el local, los tradicionales apuestan por un trato más personal y directo. Eso conlleva tener contratada a más gente. Las grandes cadenas tienen pantallas donde ponen un vídeo de un entrenador para una clase de grupo, y por su parte los gimnasios de siempre cuentan con varios preparadores personales o monitores especializados en esas clases de spinning o de yoga en grupo. Y los gastos de personal que deben afrontar dista muchísimo de un modelo a otro.
Eso explica por qué pueden ofrecer unos precios tan bajos. «Es difícil competir con esos precios, hacen unas tarifas irrisorias, pero nosotros nos tratamos de diferenciar en el trato personal. Yo soy el dueño y estoy aquí todo el día, ese contacto directo no se consigue en ninguna cadena multinacional», señala Alberto Sánchez, propietario del Deportivo Okinawa de Valencia. «No es viable para nosotros bajar los precios, tenemos que mantener la calidad y mejorarla. Tengo que pagar una factura de gas de 3.600 euros, cuando antes se pagaban 800 y con la subida energética es una barbaridad. Estamos sobreviviendo, hemos hecho muchas inversiones y ahora estamos recuperando clientes», explica el empresario del centro deportivo, que tiene ya 30 años de antigüedad en el barrio de Tendetes.
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Esas diferencias de atención personalizada las conocen perfectamente los clientes de los centros low cost, pero sus bajos precios atraen mucho y por eso triunfa este modelo. «Hay algunos bastante nuevos que merecen la pena, aunque luego vas a otros que no están tan bien o demasiado llenos. Me gusta porque tiene flexibilidad de horario y la verdad es que el precio está genial, aunque a veces tardan mucho en reparar algún desperfecto. Además hay gente que va un poco perdida y necesita atención del monitor, pero si a veces sólo hay uno para toda la sala igual tarda en atenderte», comenta Rubén Gómez, que paga sólo 20 euros al mes en el gimnasio Basic fit, la cadena que más centros tiene en la Comunitat, con 17 entre las tres provincias, y que en los próximos días va a abrir dos nuevos locales en Valencia. Y como tercera vía están los gimnasios especializados, que ofrecen mucha calidad y materiales de última generación a un precio bastante superior, lo que supone un problema añadido para los centros tradicionales.
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Roberto Rodríguez lleva ya dos décadas como cliente de Okinawa: «La calidad del servicio y el trato personal es importante para mí. Los low cost son pantallas, tienes que buscarte tú la vida, hacerte tus ejercicios. Un gimnasio como este tienes entrenadores personales, el trato más humano, es otro modelo. Lo otro es más barato pero no entrenas igual de bien y al final estás jugando con tu cuerpo. Si en otros gimnasios no te supervisan cómo haces el ejercicio puedes cometer errores y lesionarte, te pones más kilos de los debidos y es perjudicial a la larga», argumenta este usuario.
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Lourdes Martí
Las cadenas más potentes copan el mercado. Sólo entre Vivagym, Basic fit, Sinergym, Altafit y Brooklyn cuentan con 56 centros en la Comunitat de los 480 gimnasios que hay en el territorio valenciano y atraen a un buen porcentaje de los usuarios valencianos de gimnasio. Ese es su secreto, tener muchos clientes para rentabilizar el producto, lo que les permite mantener precios bajos con una calidad más que aceptable en las máquinas. Muchas otras multinacionales que ya tienen presencia en la región se están expandiendo, y para este 2023 está prevista la llegada a España de una decena de cadenas extranjeras de fitness, con sede en Portugal, Australia, Países Bajos o Italia, entre otros países.
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El presidente de la Asociación de Empresarios de centros deportivos de la Comunitat, Juan Carlos Gómez-Pantoja, alerta de que los «gimnasios pequeños de barrio han disminuido pero las franquicias grandes han aumentado» y que la clave está en que cuentan con menos personal contratado «que es lo más caro mantener, y no tienen zonas costosas como piscinas y saunas, por tanto los números le salen mejor y pueden sacar precios más competitivos», y destaca que para los centros low cost «su rentabilidad le sale si se apunta mucha gente, es una filosofía que no se puede comparar con un gimnasio premium, que tienen más servicios y más personal».
El dueño de Okinawa admite que «como negocio son excelentes» pero critica «la letra pequeña» de estos centros de bajo coste. «No vas a ver allí a alguien que te corrija un ejercicio, que te oriente, te asesore. Son low cost para captarte pero te obligan a tener una permanencia de varios meses», asegura Alberto Sánchez. De hecho, cuenta que un gimnasio de bajo coste en un local la mitad de pequeño que el suyo tiene seis veces más clientes que él.
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Sin duda uno de los puntos más llamativos y que causa diversidad de opiniones entre clientes y empresarios son las clases virtuales. Hay mucha gente que prefiere asistir a clases de un tipo de ejercicio grupal, en lugar de hacer otros en máquinas en solitario. Mientras en los low cost todos se ponen mirando a una pantalla con un vídeo grabado, en los tradicionales y premium la clase es con un profesor que va guiando y animando de las cosas que hacer. «Las clases virtuales que hacen en las cadenas son impersonales, aquí son en persona, cara a cara», opina Alberto.
En cambio sí hace uso de estas sesiones virtuales Glory Vivas en el Basic fit. «No están mal, está claro que no es lo mismo que si tuvieras un profesor pero para algo básico está bien, yo las uso y me gustan, además tienes flexibilidad horaria, aunque por las tardes hay bastante gente», indica. Para Víctor Roca, empleado del gimnasio Activa Club de Valencia, «a la gente le gusta asistir a clases colectivas guiadas, porque eso también le incentiva para realizar los ejercicios».
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Los espacios modernos pero relativamente pequeños de los low cost favorecen ese modelo de negocio con menos personal que minimice los gastos y busque atraer a los clientes con bajos precios. Contrasta con grandes centros deportivos como Atalanta o Activa club, que cuentan con piscina, spa, sauna, varios espacios funcionales para hacer distintos ejercicios como zumba, body pump, spinning o pilates, además de la sala de fitness. Así pues, los gastos energéticos, de mantenimiento y de personal que tienen que afrontar unos y otros son completamente diferentes.
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