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arantxa herranz
Madrid
Miércoles, 25 de octubre 2017, 23:24
Despertarnos por la mañana y consultar el móvil. Comprobar los últimos correos que hemos recibido. Consultar el estado del tráfico. Tener una nevera inteligente que sabe que nos estamos quedando sin leche. Poner en la tele conectada el capítulo de nuestra serie favorita. La tecnología nos brinda posibilidades inmensas, pero el coste energético puede empezar a ser mayor del que somos capaces de generar. Sobre todo porque desperdiciamos mucha energía y cada vez son más los aparatos conectados a internet.
El hecho es que cada vez tenemos más dispositivos tecnológicos en nuestras manos: ordenador, tablet, teléfono, pulseras de seguimiento, relojes inteligentes… Estar conectado las 24 horas del día, los 7 días de la semana, significa que estos dispositivos de tecnología de información y comunicación (TIC) gastan energía todo el tiempo, incluso cuando están en modo de espera. Por hacernos una idea, solo en 2013 los dispositivos conectados a internet consumieron 616 teravatios (TWh) de electricidad, superando el consumo total de electricidad de Canadá.
Además, esta conectividad se está llevando a productos que antes no estaban en red: televisores, lavadoras, refrigeradores y luces, entre otros. Estos dispositivos ‘inteligentes’ ofrecen nuevas funcionalidades, pero tienen un coste de energía oculto. Es decir, que prometen un maravilloso mundo conectado que, sin embargo, necesita de mucha electricidad para hacerlo realidad. Sí, la cantidad de electricidad utilizada por cada dispositivo es pequeña, pero la suma de todos ellos (más cuando el despliegue sea masivo y el uso generalizado) hacen que el consumo acumulado sea considerable. Tanto que la demanda de electricidad por parte de la tecnología crece a un ritmo mucho más rápido que el mercado. ¿Es posible satisfacer toda esta demanda?
Se calcula que hay más de 14.000 millones de dispositivos electrónicos conectados a internet en el mundo: decodificadores, módems, impresoras y consolas de videojuegos, entre otros, desperdician alrededor de 80.000 millones de dólares anuales por su tecnología ineficiente. Sobre todo porque para algunos dispositivos, como consolas de videojuegos, hasta el 80% del consumo de energía se usa solo para mantener una conexión de red.
El problema, además, es que esta ineficiencia no hace sino crecer: para 2020, el desperdicio aumentará hasta los 120.000 millones. Además, se espera que en 2050 pueda haber hasta 500.000 millones de dispositivos, lo que puede hacer que, tanto en la demanda de energía como en la desperdiciada, estemos hablando de una escalada sin precedentes.
Este aumento en el número y diversidad de equipos conectados en hogares y empresas hará, consecuentemente, aumentar las facturas de electricidad. Así, se espera que la mayor demanda de energía que se prevé para 2025 equivalga al 6% del consumo global de electricidad actual. Es decir, que en 2025 aumentaremos en energía todo lo que consume Rusia en electricidad en estos momentos.
Gran parte del problema se debe al modo en espera que muchos de estos dispositivos tiene y que, según la Agencia Internacional de la Energía, es ineficaz porque, aunque tengamos la idea de que el dispositivo ha entrado en modo reposo y está casi apagado, en realidad siguen demandando tanta energía como cuando están activos.
En 2013, los dispositivos conectados en el mundo consumieron alrededor de 616 teravatios (TWh) de electricidad, la mayoría de los cuales se usó en modo de espera. De ese total, alrededor de 400 TWh (el equivalente a la electricidad que consumen anualmente el Reino Unido y Noruega juntos) se desperdició debido a una tecnología ineficiente. Dicho de otro modo, bastaría utilizar la mejor tecnología ya disponible para ahorrar un 65% de consumo energético en modo de espera.
Sin embargo, el informe More Data, Less Energy de la Agencia Internacional de Energía asegura que esta tendencia se puede cambiar y señala, además, que hacerlo solo conlleva tomar unas medidas simples con las que se puede mejorar la eficiencia energética de los dispositivos conectados en red. Algo que permitiría un ahorro masivo de energía y dinero.
Según sus datos, si se aplican estas medidas de eficiencia energética se ahorrarían 600 TWh de energía, lo que equivale a cerrar 200 centrales de carbón estándar de 500MW y a reducir las emisiones en 600 millones de toneladas métricas de CO2. Por ejemplo, ya hay teléfonos inteligentes que puede mantener la conectividad con apenas 0,5 mW.
Por todo ello, este organismo apela a los responsables políticos, a las organizaciones de desarrollo de normas, a los fabricantes de software y hardware, a los diseñadores, a los proveedores de servicios y a los fabricantes a trabajar juntos para reducir la demanda de energía.
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