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La vecina de Castellón Isabel Polo, a la derecha, junto a una compañera de Zarauz, en el aeropuerto de Brasil, antes de llegar a Lisboa. LP
«Nos hemos buscado la vida porque el consulado en Lisboa nos abandonó»

«Nos hemos buscado la vida porque el consulado en Lisboa nos abandonó»

Vecinos de Valencia y Castellón narran la odisea para ir en bus y taxi hasta Badajoz para conseguir un coche de alquiler y regresar sin ayuda a casa

Lola Soriano

Valencia

Jueves, 19 de marzo 2020, 00:24

Como en la película de 'Los juegos del hambre'. Más de medio centenar de españoles que pasaban unos días en Portugal o que llegaron allí vía Brasil se han lanzado a buscarse la vida para llegar a casa sanos y salvos. A pesar de que el Gobierno explicó que los españoles o residentes en España podían regresar a la madre patria con normalidad, la realidad ha sido distinta. Las compañías aéreas han cancelado los vuelos y nadie les ha dado una alternativa para repatriarlos.

Los afectados, entre ellos vecinos de Moncada, Albal o Castellón aseguraron ayer que «estamos viviendo una cadena de despropósitos», según Carolina Ortega. Esta mujer, que se había ido unos días a Portugal para desconectar de la rutina «y porque a mi hijo los ruidos fuertes, como los de los petardos, no los soporta» afirma que se han sentido abandonados. «En primer lugar, porque no entendemos cómo permiten a las compañías como Tab, Vueling o Ryanair vendernos billetes de avión y a las horas cancelan los vuelos. Nos quedamos sin dinero y sin vuelo».

Arriba, Gemma Gómez y Marcos Juan. Abajo, Carolina Ortega y a la derecha, puerta cerrada del consulado de España en Lisboa. LP
Imagen principal - Arriba, Gemma Gómez y Marcos Juan. Abajo, Carolina Ortega y a la derecha, puerta cerrada del consulado de España en Lisboa.
Imagen secundaria 1 - Arriba, Gemma Gómez y Marcos Juan. Abajo, Carolina Ortega y a la derecha, puerta cerrada del consulado de España en Lisboa.
Imagen secundaria 2 - Arriba, Gemma Gómez y Marcos Juan. Abajo, Carolina Ortega y a la derecha, puerta cerrada del consulado de España en Lisboa.

Otra valenciana, Gemma Gómez, afirma que «el segundo despropósito era que ibas a la ventanilla a reclamar y nos decían que nos fuéramos que estábamos haciendo cola». Carolina Ortega añade que en su caso llegó «a comprar dos veces los billetes y luego me los cancelaron, pero hay españoles que compraron hasta tres».

Y el golpe más duro que no se imaginaban llegó de parte del cuerpo diplomático. «Fuimos a la embajada de España en Lisboa y ni abrieron la puerta. Y en el consulado, que está pared con pared, al rato de llamar las más de 60 personas, abrieron una pequeña ventana y nos dijeron que no nos podían atender y que lo único que podían hacer era darnos un papel donde figuraba los puntos fronterizos abiertos y que nos buscáramos nuestros medios», añade Gemma Gómez.

La castellonense Isabel Polo, que llevaba año y medio recorriendo Sudamérica y combinándolo con pequeños trabajos. Detalla que estaba en «Illa Grande, Brasil. Mi madre me dijo que era mejor que volviera. Desde Brasil llegué en avión a Lisboa y a mi y a una chica de Zarauz, Maddi Arsuaga, nos cancelaron los vuelos a Valencia y Donosti». Su compañera tuvo ayer suerte y pudo coger un autobús directo ayer.

Añade que su madre llamó a la embajada «y le dijeron que cogiera un coche de servicios compartidos, cuando no puede ir tanta gente junta. Le comunicaron a mi madre que toda la frontera estaba abierta y no era así. Fue mi madre la que les explicó que sólo había 9 puntos».

Yincana

En los tres casos detallan que «se ha demostrado que las embajadas y consulados no cumplen con su trabajo porque ni siquiera nos pidieron los DNI para documentar cuántos españoles estábamos tirados. Se han despreocupado».

Los padres de Gemma llamaron a la Policía Nacional «para preguntar si podían venir a la frontera a recogernos y les dijeron que no, que sólo por fuerza mayor, como si no lo fuera».

Al final, como si se tratase de una yincana, tanto estos valencianos, como catalanes que compartieron horas de angustia, han tenido que pagar noches de hotel en Lisboa, «luego cogimos un autobús hasta Elba. De ahí varios taxis nos llevaron a Badajoz, pagamos otra noche de hotel en esta ciudad y hemos viajado siete horas en coches de alquiler para ir a la 'terreta'».

Gemma y su pareja, Marcos Juan, no pudieron compartir coche con Carolina y su hijo menor, «porque no permitían más de dos por coche, lo que ha aumentado el gasto. Y la pobre Carolina no se podía turnarse conduciendo».

Estos días, como no encontraban tiendas abiertas «y encima soy vegetariana, me he apañado con pan, queso y fruta», indica Isabel Polo. Y añade que le encantaría «comerse al llegar una paella de su abuela, pero como no podré ir a visitarla, mi madre me va a preparar una pizza casera».

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