J.M.L.
Cuenca
Martes, 25 de julio 2023, 11:20
Ribatajada es una entidad de ámbito territorial inferior al municipio (EATIM) perteneciente al municipio de Sotorribas (Cuenca), en la comarca de El Campichuelo. Apenas cuenta ... con cien habitantes pero sus vecinos han demostrado desarrollar una creatividad propia de una gran ciudad: han reconvertido la vieja cabina de teléfonos, ya en desuso tras la expansión del teléfono móvil, en una biblioteca, una de las más pequeñas del mundo.
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La iniciativa surgió en una conversación entre varios vecinos. Uno propuso llenar la cabina de libros a modo de biblioteca callejera para que cualquier pudiera tomar prestado un ejemplar. La idea siguió adelante y los pocos vecinos del pueblo se implicaron en el proyecto. Incluso los niños se dedicaron a decorarla con pinturas. La «biblioteca telefónica» es ya un éxito y los vecinos de Ribatajada se encargan de su conservación y de donar libros de sus propias bibliotecas privadas.
«Podemos decir que la biblioteca funciona sola. Los libros circulan de mano en mano y hasta viene gente de los pueblos de alrededor para tomar libros prestados», explica uno de los promotores de la idea, José Ignacio Marín, que recuerda su niñez haciendo llamadas a teléfonos gratuitos en la cabina que hoy es una biblioteca pública.
Realmente es la segunda con la que cuenta este pequeño pueblo ya que desde hace años dispone de otra, ubicada en un edificio, en la que también se implicaron los habitantes de Ribatajada para dotarla de ejemplares. Gracias a que un vecino trabajaba en Pozuelo de Alarcón (Madrid), se consiguió que la biblioteca de esta localidad les donara libros. Ahora tiene hasta punto de conexión a internet y pronto dispondrá de fibra óptica.
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Los libros de esta biblioteca tradicional están protegidos de la intemperie. No así los de la minibiblioteca de la cabina situada en la plaza de la Fuente, el corazón de Ribatajada donde también se ubica el bar del pueblo, que a veces se mojan cuando llueve de forma abundante. «La lluvia sólo ha estropeado dos o tres libros pero la gente sigue aportando ejemplares y nunca ha habido actos de vandalismo contra la cabina», indica José Ignacio Marín, que actualmente trabaja en un plan de empleo municipal en tareas de mantenimiento urbano y que, de forma voluntaria, ha construido con sus propias manos bancos de madera en los miradores del pueblo.
Para ello cuenta con el asesoramiento de los habitantes más mayores que le aconsejan dónde instalar el banco en función de las vistas y de las sombras. Otro ejemplo de creatividad en una diminuta localidad que multiplica su población en fines de semana y períodos vacacionales y que en agosto organiza uno de los festivales de rock más populares de la provincia de Cuenca. A su patrimonio histórico -la iglesia parroquial, una ermita y la Casa de los Diezmos- se une esta pequeña cabina-biblioteca que también llama la atención del visitante.
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