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Operarios de Cruz Roja, ayudando a María a salir a la calle. J. Signes
María, la jubilada de Benicalap que sale a la calle gracias a la silla oruga de Cruz Roja

María, la jubilada de Benicalap que sale a la calle gracias a la silla oruga de Cruz Roja

La entidad, junto a CaixaBank y Fundación Bancaja, ofrece servicios de acompañamiento a personas mayores en situación de vulnerabilidad promoviendo el envejecimiento saludable

N.M Benavent

Valencia

Martes, 8 de abril 2025, 00:35

María Cifuentes es natural de Albacete y tiene 89 años, llegó a Valencia cuando su hija tuvo su primer niño y dejó su trabajo limpiando casas para dedicarse al cuidado de su nieto. Es usuaria del proyecto 'Baixem al Carrer' de Cruz Roja desde el verano del año pasado. Sentada cómodamente en el sillón de su casa y acompañada de Jesús, voluntario de la Cruz Roja, y de Lucía su cuidadora, cuenta cómo vive sola en su casa de Benicalap desde que falleció su marido hace veinte años. María vive en un segundo piso sin escalera y la ayuda técnica de la silla oruga y de los voluntarios le ayudan a bajar a la calle, aunque comenta que aún tiene fuerzas para bajar sin la ayuda de la silla y acompañada por los voluntarios. Jesús comenta: «Una vez por semana salimos a la calle a dar paseos, nos sentamos en el parque a tomar el sol o damos una vuelta por Mercadona y este verano iremos a la playa, aunque hay algunos días que el tiempo no acompaña y nos quedamos en casa charlando o haciendo alguna otra actividad». María confiesa que está muy contenta con el apoyo que recibe por parte de Cruz Roja y añade que lo recomienda a todas aquellas personas que lo necesiten y que se sientan solas. «Yo soy muy de casa, pero hay días que me subo por las paredes porque no salgo, pero otros estoy muy a gusto en casa», cuenta.

Su caso no es excepcional. El episodio mundial de la pandemia por covid-19 de 2020 ya puso sobre la mesa de diálogo de la opinión pública muchas cuestiones que antes pasaban desapercibidas. Las indicaciones de permanecer en casa, situación que se alargó durante meses, pusieron a gran parte de la población en alerta y sobre todo a uno de los sectores más vulnerables: las personas mayores no acompañadas. La soledad no deseada o el denominado aislamiento involuntario se dibujó como un punto crítico en la realidad social ante los testimonios de personas que vivieron la cuarentena en soledad. Cinco años después se han incentivado diversos proyectos dirigidos a paliar los efectos negativos de la soledad no deseada que con pandemia o sin ella sigue afectando al bienestar de los más mayores y que surge por diversas razones como la ausencia de familiares o la falta de contacto con el vecindario.

Cruz Roja, junto a CaixaBank y la Fundación Bancaja, impulsaron ya en 2023 el apoyo a personas mayores en riesgo de exclusión social mediante la financiación de un programa de Cruz Roja centrado en este colectivo. La iniciativa, dotada con 120.000 euros aportados por la entidad financiera, permite reforzar la atención integral a personas mayores de Valencia que se encuentran en situación de extrema vulnerabilidad. El programa de Cruz Roja se despliega en cuatro distritos de la ciudad que concentran en torno a un 20% de población mayor de 64 años: Campanar, Ciutat Vella, Trafalgar y La Saidia.

Recientemente, el proyecto 'Baixem al Carrer' ha ampliado su cobertura al barrio de la Olivereta. ¿Cómo funciona? Primer paso: Verónica, trabajadora social de Cruz Roja, se dedica al análisis de los casos derivados a través de la coordinación con entidades públicas como servicios sociales que detectan los casos de soledad no deseada. Posteriormente, procede a la valoración y estudio de las necesidades específicas de cada persona: por ejemplo, como explica Verónica, «dependiendo del impacto que haya tenido la soledad en la salud de la persona se propone el acompañamiento para acudir a citas médicas, la tramitación de la dependencia o el fomento de actividades de ocio». Por una parte, el proyecto 'Soledad no deseada' es una de las líneas estratégicas de Cruz Roja en la atención a personas mayores vulnerables a nivel nacional, mientras que, el proyecto «Baixem al Carrer» lleva diez años de recorrido en Barcelona y el año pasado llegó a Valencia.

Este proyecto divide su servicio en acompañamientos puntuales y en acompañamientos semanales que se realizan una vez por semana durante dos horas y cuenta con diferentes vertientes: «La silla oruga es la ayuda técnica que salva las escaleras para bajar a la calle de manera semanal para hacer actividades de ocio o gestiones, aproximadamente el equipo técnico y de acompañamiento atiende a 25 personas». Otra vertiente del proyecto está dirigida a las personas que se enfrentan también a barreras arquitectónicas como la ausencia de ascensor en la finca pero que aún cuentan con la fuerza y movilidad necesarias para hacer frente a las escaleras: «En este caso, el equipo voluntario respeta la autonomía de la persona y se centra en reforzarla, aportando la confianza necesaria para bajar a la calle con el acompañamiento de la mano voluntaria», comenta Verónica.

La frase

«Soy muy de casa pero hay días en que me subo por las paredes si no salgo»

Último paso: entra en acción el proceso de redes de apoyo y socialización: «Realizamos talleres de formación en materia de habilidades sociales, coordinados por una psicóloga, que ayuda a las personas mayores a recuperar las herramientas de socialización y también fomentamos muchísimas actividades de ocio, por ejemplo, ayer por propuesta de las usuarias de la red fuimos al karaoke, que sirve de gran ayuda a la memoria y la alegría de volver a cantar sin vergüenza, al final se acaban creando redes de amistad entre las personas del barrio». Y añade Verónica: «No sólo se trata de bajar del domicilio, sino de realizar actividades enriquecedoras»

El proyecto cuenta con el fomento de las actividades de ocio que se realizan en diferentes espacios cedidos por entidades públicas como las universidades populares, centros de salud o el Instituto de Juventud. Uno de los puntos fundamentales del proyecto es ofrecer un servicio de cercanía en los barrios, promoviendo la accesibilidad de los usuarios y usuarias a estas actividades sin tener que asumir la dificultad de un desplazamiento fuera de su zona. Por ejemplo, la Fundación Bancaja, ofrece talleres culturales en su sede de la plaza Tetuán, donde se proponen actividades manuales que giren en torno a diferentes exposiciones o muestras de arte. Verónica pone énfasis sobre la importancia de la actividad voluntaria para reforzar el tejido social de los barrios: «Es importante recalcar los beneficios de incorporar la ayuda a los demás en la vida cotidiana, muchas veces perdemos dos horas de nuestro día en Instagram cuando podríamos estar compartiendo tiempo y experiencia con personas que lo necesitan y cuya experiencia de vida es enriquecedora y relevante». «Una cosa muy bonita que nos ha enseñado el proyecto«, prosigue, ·son las ganas de vivir y de aportar a la sociedad de las personas mayores, que muchas veces quedan olvidadas por la sociedad»

La acción contempla un enfoque comunitario de colaboración con centros sociales y centros de salud de las diferentes zonas y se implementa mediante cinco líneas de actuación que pretenden mejorar la calidad de vida y el estado de salud general de personas mayores que viven en soledad sin una red de apoyo cercana y que no tienen capacidad de desplazarse por sí mismas para la realización de sus actividades cotidianas. Por un lado, el proyecto promociona el envejecimiento saludable mediante el impulso de hábitos de vida que retrasen la aparición de enfermedades crónicas o incidan de manera negativa en la salud física de las personas mayores. Un objetivo que se trabaja mediante la atención domiciliaria, el acompañamiento y el seguimiento de las pautas sanitarias indicadas en cada caso.

Junto a ello, se hace hincapié en el establecimiento de una red social de apoyo, que pone el foco en la reducción del sentimiento de soledad y el aislamiento involuntario. Una línea de acción a la que se suma el apoyo con ayudad técnicas y recursos humanos para personas mayores que permanecen encerradas en sus casas por problemas de movilidad, estableciendo como prioritarios aquellos casos más vulnerables con personas que acumulan un período de más de seis meses sin salir de sus domicilios por falta de medios. El programa se completa con el establecimiento de un centro de contacto directo con las personas beneficiarias que garantiza un seguimiento permanente de cada una y con su inclusión en el proyecto 'Urban Climate Resilience Program', que se centra en el refuerzo de asistencia en situaciones de emergencia producidas por inundaciones y olas de calor. Este proyecto, desarrollado junto con la Federación Internacional de Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y la Media Luna Roja y Zurich Foundation, promueve la resiliencia de la población ante las incidencias climáticas que ponen en riesgo la salud de la población más envejecida.

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