Derrochar ganas pero con la incertidumbre de no saber qué te vas a encontrar al cruzar los tornos. Es lo que pasa por la cabeza de Alberto mientras valida su tarjeta del gimnasio, una habitual en su cartera. No sabe qué le espera en la ... sesión de hoy aunque, de lo que está seguro, es que le encantará porque, a sus 84 años, afronta cada entrenamiento como si fuera el primero. Tiene esa ilusión en la mirada con la que empiezan los jóvenes que se ejercitan cada día a su lado en el Basic Fit de Joaquín Costa. Ganas y actitud no le faltan a este veterano porque en cada sesión se lo deja todo. «Ahora vengo con unas agujetas tremendas», reconoce a LAS PROVINCIAS recordando su último entrenamiento mientras empieza a cambiarse pensando qué le tocará hacer junto a Laura, su entrenadora personal.
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A Alberto Domingo, el gimnasio, sencillamente, le ha cambiado la vida. «Hace cuatro años tuve una operación y problemas de espalda y en cuatro días de rehabilitación me quedé hecho una mierda», rememora con amargura. Ahora, tras un par de meses entrenándose, es capaz de caminar largas distancias por la calle, avanzar con premura de hoyo a hoyo en el golf –«soy malísimo jugando», reconoce– y de realizar estiramientos y algún levantamiento de peso. «Antes no podía ni caminar de ahí a ahí», lamenta señalando una distancia de unos pocos metros ejemplificando su castigado estado física de antaño y orgulloso de su transformación en forma de mejora en todo este tiempo.
«Lo que más notaba era la falta de fuerza en las piernas, tenía mucho dolor en general, ahora trabajamos mucho el equilibro y hacemos mucho ejercicio de pierna», confiesa Alberto, que reconoce haber pegado un cambio físico y también psicológico desde que entrena en el gimnasio. «Ahora me siento mucho más animado, si me vieras cómo estaba hace cuatro años y cómo estoy ahora…», apunta sonriente mientras termina de cambiarse el díscipulo de Laura Guillén, su entrenadora personal. Ella reconoce que los mayores a los que entrena «le piden retos» constantemente y que vuelven, sesiones más tarde, satisfechos con el rostro iluminado por poder solventar acciones del día a día como subir una cuesta o desabrocharse el sujetador. «Vienen muy motivados a entrenar», reconoce la entrenadora.
Alberto Domingo
84 años
Alberto, a sus 84 años, rodeado de quinceañeros que quieren 'sacar bola' para verano y de gente de mediana edad en plena operación bikini, es un caso aislado. En este centro, y en cualquiera donde uno asome el morro, escasean los valientes como él. «A la gente que no viene la entiendo porque a veces puede resultar pesado y aburrido, pero es que se mejora tanto, que se lo recomiendo a todo el mundo», alienta. Hace unos meses, una amiga del barrio, Beatriz, le recomendó apuntarse al gimnasio. No pudo haber recibido mejor consejo de una 'experta' como ella en esto de los gimnasios. Tal vez, fruto del tiempo, es la alumna aventajada de este reducido grupo de seniors siendo capaz de levantar cantidades de peso que no se acostumbra a ver cuando se arrastran 74 años.
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Beatriz es otro ejemplo de fuerza de voluntad y constancia durante los dos años que lleva entrenándose bajo la tutela de Laura. Sí, ella y su buen amigo Alberto 'comparten' entrenadora. «Nunca me han gustado muchos los gimnasios y nunca me he entrenado en ellos pero decidí probar y ahora me encanta porque me reto a mi misma, me provoco, me fuerzo y me sirve de estímulo», cuenta. «Podría haber aprendido a hacer los ejercicios y habérmelo dejado pero me gusta que Laura me 'apriete' y, como nunca he tenido ninguna lesión, me siento muy bien», reconoce una pletórica Beatriz, que se siente más fuerte que antes y se alza como una especie de referente en el apartado físico si se compara con gente de su edad.
Beatriz Gómez-Ygual
74 años
«Hay poca gente de mi edad que vaya al gimnasio, muchos amigos son más de pasear y, si miras mi entorno, el 80% de mis amigos ya se han muerto», confiesa Alberto. Las ganas de ejercitarse que desprenden ambos cada tres días resultan una anomalía si se comparan con el otro extremo de mayores que prefieren actividades más relajadas como ver la televisión apoltronados en el sofá o recoger a los nietos del colegio. Evidentemente, este fiel usuario del gimnasio no levanta 100 kilos en press banca –un exigente ejercicio para potenciar la zona del pectoral– ni se va a poner a correr en cinta a una velocidad endiablada. Entonces, ¿qué entrena Alberto exactamente?
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«Hacemos un poco de todo, anteayer, por ejemplo, recuerdo que trabajamos de cintura para abajo, hoy supongo que tocará de cintura para arriba», presupone. «El otro día hicimos mucha sentadilla y ejercicios con gomas (cintas), cardio hacemos poco de normal, para calentar si eso, porque me da un poquito de respeto», añade mientras estira. No hay que caer en la tentación de que una persona mayor no puede hacer ejercicios de fuerza y levantar peso. Todo en su justa medida «Claro que hacemos fuerza, levantamos peso pero sin pasarnos», añade un orgulloso Alberto. «Trabajamos mucho la espalda para evitar la tendencia de ir encorbado propia de la edad», explica.
Las rutinas de Beatriz, más de lo mismo: un poco de todo. «Cuando entreno, hago de todo, le doy al cardio, hago elasticidad, equilibrio, que es muy importante, cada día trabajamos una parte del cuerpo», relata a sus 74 años. «Lo que más noto no es que haya perdido masa muscular, es que noto incluso que he ganado un poco, por eso recomiendo a toda la gente de mi edad que lo pruebe y que entrene», añade Beatriz. Ambos confiesan que han notado mejoría hasta en actividades cotidianas simples como salir de un vehículo gracias a realizar estiramientos enfocados en la flexibilidad.
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Laura, la entrenadora de Alberto en Basic Fit, tiene buena mano con los mayores y ya les ha cogido el punto encontrando el punto óptimo de exprimir todo su potencial pero sin lesionarse. «Para mí, es una exigencia personal que se superen a sí mismos/as y cada vez asuman su día a día con mucho más disfrute que esfuerzo por poder hacer las cosas y que no se resignen a tener dolor», explica a este periódico mientras vigila de cerca y con mimo cada movimiento de Alberto con las cintas.
Entrenar a los 70 no es entrenar a los 40. Ni mucho menos a los 20. De no hacerlo como toca, puede haber disgustos en forma de lesiones en un momento en el que el cuerpo humano puede ser frágil. «De los 70 en adelante aconsejo hacer algo de cardio suave en cinta con un poco de pendiente en un ritmo ligero, como si hicieras una marcha, sería un 5.3 en la máquina de intensidad, como caminar a un ritmo medio», explica Laura Guillén, entrenadora personal en Basic Fit. «Si hacemos 20 minutos de cardio, por ejemplo, recomiendo pegar pisotones de vez en cuando, es decir, pasar un minuto así», desvela como truco. A todos aquellos usuarios mayores de 60 que nunca han hecho ejercicio en su vida o que cuentan con poco bagaje, «les recomiendo que empiecen muy poco a poco, con ejercicios muy genéricos siempre». Antes de cada sesión, sea uno experto o novato, «siempre hay que hacer un buen calentamiento, trabajar las articulaciones, la movilidad en general, la zona lumbar porque suelen tener la espalda baja rígida», aconseja la entrenadora, que cree que los estiramientos, algo más complejos, es mejor dejarlos «para otra sesión». Existen ejercicios accesibles y sencillos con los que se puede entrenar siendo senior. «Uno muy útil es el que consiste en sentarse y levantarse de una silla para ganar fuerza en el tren inferior, otro es hacer tracciones con una goma en un picaporte, estiras y se fortalece la espalda», apunta. «Si estás en un punto más avanzado, te recomiendo que busques retos. Si te has estancado, puedes encontrar ejercicios en forma de variantes que te van a motivar más», asegura Guillén, que recomienda HIIT –ejercicios de alta intensidad– a la gente mayor para quemar y hacer cardio aunque siempre ajustando la intensidad. «A veces te dicen, he llegado a los 60, noto cambios hormonales, sobre todo ellas, y ahí hay que darle caña al cuerpo. El entrenamiento de fuerza, adaptado y con matices, es la base de todo», reconoce. Un hábito matutino que sugiere es hacer ejercicios básicos de movilidad por la mañana durante un rato, unos cinco minutos.
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