José Antonio Herce: «Los nacidos mañana van a vivir 3,2 horas más que los nacidos hoy»
Entrevista ·
El mayor experto en pensiones de España alerta de cómo el envejecimiento poblacional revoluciona el sistema, la productividad y los cuidados, obligando a repensar el contrato social y el futuro del bienestarSi la longevidad hiciera ruido, no podríamos dormir. Así lo advirtió el economista José Antonio Herce, considerado el mayor experto en España en pensiones, en ... la tercera sesión del ciclo de conferencias 'Los retos estructurales de la economía española', organizado por Cajamar y el Ivie, donde puso cifras y contexto a un fenómeno que avanza de forma silenciosa pero imparable: cada día que pasa, la esperanza de vida aumenta. «Los nacidos mañana van a vivir 3,2 horas más que los nacidos hoy», sentenció Herce, resumiendo en una sola frase el hilo conductor de su intervención: el portentoso y casi imperceptible viaje de la longevidad y sus profundas consecuencias para la sociedad.
Herce invitó a los asistentes a reflexionar sobre el verdadero significado de la longevidad. No se trata solo de vivir más años, sino de cómo ese incremento, casi invisible en el día a día, está transformando la estructura de la sociedad. «Sobre 24, esas 3,2 horas representan un 13,33%», explicó, subrayando que el reloj del aumento de la esperanza de vida no se va a detener. «Si la longevidad hiciese ruido, no podríamos dormir», insistió, para ilustrar la magnitud de un cambio que, aunque silencioso, es imparable.
Este avance no es fruto del azar. Herce desgranó los factores que lo hacen posible: estilos de vida más saludables, sistemas de salud avanzados y, en menor medida, la genética. «La genética importa, pero no tanto como creemos. Lo fundamental es un buen marco de salud y la práctica individual», afirmó. Así, la longevidad es tanto un logro personal como colectivo y España es hoy una de las sociedades más longevas del mundo.
Pero, ¿qué implica que cada generación viva más que la anterior? Herce recurrió a una potente metáfora: «Tendemos a ver la demografía como un elefante que camina muy lentamente, pero luego, de sopetón, nos sorprende en una cacharrería destrozando todo». El aumento de la esperanza de vida, advirtió, tiene consecuencias profundas que a menudo pasan desapercibidas hasta que se hacen inevitables. Uno de los ejemplos más claros es el sistema de pensiones. «La esperanza de vida crece y ese es el problema del sistema de pensiones, no los políticos y lo que hagan», explicó. En 1990, sólo el 26% de una generación llegaba a los 65 años y la esperanza de vida a esa edad era de 9 años. Hoy, más del 90% alcanza esa edad y vive mucho más tiempo. El resultado es una presión creciente sobre el sistema de pensiones y sobre el Estado del Bienestar.
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Herce fue claro: el envejecimiento de la población no es solo cosa de los mayores. «La población de entre 16 y 64 años ha pasado de 38,25 años de media en 1971 a 42,19 años en 2025, y será de 42,47 años en 2070», detalló. La productividad lleva estancada 35 años y la formación continua «brilla por su ausencia». El reto es colectivo y afecta a todas las edades. El economista propuso soluciones que pasan por romper viejos esquemas: «Hagamos saltar la barrera de los 65», sugirió, y expuso que el grupo poblacional a partir de esa edad es cada vez más diverso por lo que no debe ser englobado en un mismo rango. También abogó por vincular la edad de retiro a la esperanza de vida. Defendió, a su vez, la necesidad de transformar el cálculo de las pensiones ya que «el sistema nos devuelve 1,7 euros por cada euro cotizado, lo que cada vez es más insostenible» y fomentar el ahorro para la jubilación, así como apostar por la formación continua para mejorar la productividad y la adaptación tecnológica en el sistema de salud y de cuidados.
El sistema de salud y el de cuidados también enfrentan desafíos enormes. «La dependencia nos estalla en la cara», afirmó, recordando que el despliegue del Libro Blanco de la Ley de Dependencia propuesta en 2006 por el gobierno de Zapatero costaría hoy unos 30 millones de euros, pero actualmente se gasta solo un tercio de esa cantidad y la mayor parte del gasto recae en las Comunidades Autónomas y los particulares. Subrayó la importancia de la tecnología y la prevención en el sistema de salud, así como la necesidad de definir un nuevo modelo residencial para los cuidados de larga duración.
El aumento de la esperanza de vida es, en palabras de Herce, «un cambio estructural que conlleva cambios a mejor y cambios que llevan a la desaparición de ciertas prácticas». La longevidad es una conquista social, pero también un desafío que exige repensar el contrato social, el sistema de pensiones, la organización del trabajo y los cuidados de larga duración. «Este cambio es algo que para nosotros es bueno: que cada vez vivimos más. Pero implica nuevos desafíos», concluyó Herce. El reto, ahora, es convertir esas horas ganadas en años de vida plena y sostenible para todos.
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