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María sostiene entre sus brazos a su hija de seis meses. Su voz se quiebra al recordar el camino que la llevó hasta aquí, un ... recorrido lleno de obstáculos, lágrimas y esperanza. «Todavía me emociono al pensar en todo lo vivido. Ha sido un proceso muy largo, muy difícil, pero al final valió la pena. Mi hija es la luz de nuestros días», confiesa mientras sus ojos se llenan de lágrimas. Su historia es un testimonio de lucha, perseverancia y amor y refleja el desafío que supone la maternidad tardía, un fenómeno cada vez más común en nuestra sociedad.
María (nombre ficticio para preservar su anonimato) siempre soñó con ser madre, pero la vida no se lo puso fácil. «Hasta que no encontré a la pareja correcta, no decidí tener hijos. Conocí a mi marido a los 41 años, nos casamos cuando yo tenía 45 y empezamos a intentarlo. Sabía que a esa edad iba a ser complicado, pero aún así lo intentamos», relata. Sin embargo, los años pasaban y el embarazo no llegaba. Fue entonces cuando decidieron acudir al IVI Valencia, una de las clínicas de reproducción asistida más prestigiosas de España.
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La primera visita al IVI fue un momento difícil para María. «Recuerdo que me hablaron directamente de la ovodonación. Yo dije que no, que quería intentarlo por mí misma. Me sometí a medicación, pero no lo conseguimos. Fue muy duro», explica. A pesar de sus reticencias iniciales, María decidió dar el paso y recurrir a la ovodonación. Sin embargo, el camino no fue sencillo. «Tuve varios abortos, transferencias fallidas… Cada pérdida era como perder un hijo. Psicológicamente fue devastador», confiesa. María recuerda con detalle cada etapa del proceso. «En un momento dado, me quedé embarazada por mí misma, sin ovodonación. Fue una alegría inmensa, pero en la sexta o séptima semana vimos que no había latido. Fue un golpe muy duro. A partir de ahí, asumí que no iba a poder ser por mis propios medios. Había que ser realistaa», relata. Fue entonces cuando decidió apostar por la ovodonación, un proceso que también estuvo lleno de altibajos.
La historia de María no es un caso aislado. En la última década, los nacimientos en mujeres mayores de 40 años han aumentado significativamente en la Comunitat Valenciana. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2023 nacieron 3.732 bebés de madres de entre 40 y 50 años, frente a los 2.789 de 2013. En el caso de las mujeres mayores de 50 años, los nacimientos se han duplicado, pasando de 10 en 2013 a 24 en 2023.Aunque el grueso de los nacimientos sigue concentrándose en mujeres de entre 30 y 40 años, el aumento de la maternidad tardía refleja un cambio en las prioridades de las mujeres, que cada vez retrasan más la maternidad por motivos profesionales, sociales o personales. Sin embargo, este retraso también plantea desafíos, ya que la fertilidad disminuye con la edad y los riesgos asociados al embarazo aumentan.
El primer intento con ovodonación no funcionó. «Conseguimos varios folículos, pero el primer intento no cuajó. En el segundo, me quedé embarazada, pero en la semana número 12 vimos que el feto no tenía latido. Fue devastador. Pensábamos que la ovodonación era el método más eficaz, y estaba fallando. Nos hundimos», recuerda. A pesar de todo, María y su marido decidieron seguir adelante. «Mi marido siempre creyó que lo íbamos a conseguir. Él nunca perdió la esperanza, y eso me ayudó a seguir intentándolo», dice. El tercer intento tampoco funcionó, y María comenzó a perder la fe. «Psicológicamente estaba muy mal. Me sentía agotada, tanto física como emocionalmente. Cada vez que perdía un embarazo, era como si perdiera un hijo. Es un dolor que no se puede explicar», confiesa.
Llega la hora de buscar respuestas. «Hablé con mi doctora y le dije: necesito saber si esto puede funcionar. No puedo perder más tiempo. El tiempo se me agota», relata. Tras realizar varias pruebas, descubrieron que María tenía adenomiosis y un metabolismo descompensado, lo que podía estar afectando a la evolución de los embarazos. «Me sometieron a una histeroscopia quirúrgica para limpiar mi útero, que había quedado muy frágil por los abortos. Fue un proceso muy duro, pero necesario», explica. Después de meses de recuperación, María volvió a intentarlo, esta vez con un tratamiento más reforzado. «Me pinchaba heparina, tomaba progesterona y estrógenos en dosis altas… Era un esfuerzo enorme, pero estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario», recuerda.
Finalmente, en el último intento, María logró quedarse embarazada. «Recuerdo la primera ecografía en la semana 12. Llegué con el cuerpo hecho un flan, pero cuando vi que el embrión se movía, sentí una alegría inmensa. Fue un momento mágico», dice emocionada. A partir de ahí, el embarazo fue considerado de alto riesgo y estuvo bajo un control médico exhaustivo. «Tenía revisiones cada dos o tres semanas. Fue un proceso muy controlado, pero también muy estresante. Cada día temía que algo pudiera salir mal», confiesa. En octubre de 2024, tras cinco años de lucha, María dio a luz a una niña sana. «Cuando la vi por primera vez, sentí que todo había valido la pena. Ha sido un esfuerzo económico y psicológico enorme, pero cuando mi hija me sonríe, todo se olvida. Ella es mi mundo», asegura.
María no olvida el apoyo que recibió durante todo el proceso. «Quiero hacer una mención especial a mi doctora, Pilar Alamá, así como al doctor Jakob y a todo el equipo del IVI Valencia. Ellos nunca perdieron la esperanza, incluso cuando yo estaba a punto de tirar la toalla. También quiero agradecer a la psicóloga Pilar Dolz, que me ayudó a superar los momentos más difíciles, y a las enfermeras Lucía y Sandra, que siempre me trataron con cariño y empatía. Sin ellos, no habría sido posible», dice con gratitud. La historia de María es un testimonio de lucha y perseverancia. «Espero que mi experiencia sirva de inspiración a otras mujeres. No ha sido fácil, pero al final, el esfuerzo vale la pena. Mi hija es mi mundo, y no puedo estar más agradecida», dice con una sonrisa. Su relato, como el de tantas otras mujeres, demuestra que la maternidad tardía, aunque llena de retos, es una posibilidad real gracias a los avances de la ciencia y al apoyo de profesionales comprometidos.
La doctora Pilar Alamá, responsable de la Unidad de Ovodonación de IVI Valencia, conoce bienlos retos y las esperanzas de las mujeres que buscan ser madres a edades avanzadas. «El deseo de quedarse embarazada a los 50 años o más no es extremadamente común, pero ha ido al alza en los últimos años. Cada vez consultan más mujeres con 50 años o más con deseo de maternidad», explica. Según la Dra. Alamá, los avances en las técnicas de reproducción asistida han sido clave para que estas mujeres puedan cumplir su sueño. «La donación de óvulos es la técnica más eficaz en estos casos. Además, la mejora en la evaluación preconcepcional y el control de riesgos ha permitido que los embarazos en mujeres mayores sean más seguros», señala. Sin embargo, advierte que estos embarazos no están exentos de riesgos. «Hay más prematuridad, trastornos hipertensivos del embarazo, diabetes gestacional y bajo peso al nacer. Por eso, es fundamental realizar una evaluación exhaustiva antes de iniciar cualquier tratamiento», subraya. La doctora Alamá también destaca la importancia de la preservación de óvulos en mujeres jóvenes que deseen posponer la maternidad. «La congelación de óvulos permite a las mujeres tener más opciones en el futuro. Es una herramienta muy valiosa para aquellas que priorizan su desarrollo personal o profesional antes de formar una familia», afirma. Para mujeres como María, la maternidad tardía es un desafío lleno de incertidumbres, pero también de esperanza. «Si el estado de salud es bueno y no hay enfermedades de interés, que llamen ya a una clínica de fertilidad. Con los avances actuales, es posible cumplir el sueño de ser madre, pero el tiempo es un factor clave», concluye Alamá.
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