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El número de mayores es cada vez más elevado. La pirámide de población se está invirtiendo de forma que desde principios de siglo el peso de la población con más de 65 años ha aumentado un 30% en la Unión Europea (del 16% ... al 21% entre 2001 y 2020). En España en dos décadas, cuando se jubilen el grueso de los 'baby boomers', habrá 14 millones personas de la tercera edad.
Con estas cifras la sociedad será distinta. La afluencia de tantas personas jubiladas tensionará el sistema de pensiones. Una de las soluciones, que ha puesto en marcha el Ministerio de la Seguridad Social, es prolongar la vida laboral de los españoles hasta los 67 años. El problema es que se llega a una edad en la que es difícil encontrar trabajo. Nos enfrentamos al edadismo laboral o lo que es lo mismo a la discriminación, en este caso por motivos de trabajo relacionados con la edad.
Es una situación que avalan los datos. La última Encuesta de Población Activa (EPA) señala que en la Comunitat Valenciana hay 150.700 parados con más de 45 años, lo que supone el 42,7% de los desempleados contabilizados en tierras valencianas. Además, un estudio de CaixaBank destaca que el 64% de los encuestados considera que en España se tienen prejuicios hacia las personas mayores. Por otro lado, más de la mitad de los parados mayores de 50 años llevan más de un año buscando trabajo.
Que exista el edadismo, un término acuñado en 1969 por Robert Butler y recogido por la Real Academia Española de la Lengua, es un hecho. Así lo consideran los expertos que señalan que es un fenómeno cada vez más extendido. El talento sénior es un valor poco apreciado en las empresas, como también avalan parados de larga duración con los que se ha puesto en contacto este periódico.
Claudio tiene 53 años y lleva apenas unas semanas en paro. Se dedica a la construcción (oficial de primera especializado en aislamiento térmico y alicatado). Ha dejado su último trabajo «porque de ocho meses sólo he pasado cinco días en Valencia». Pero no está muy preocupado por encontrar un nuevo puesto. «Tenía varias ofertas porque después de 30 años en el oficio tengo muchos contacto», recalca».
Manel Fernández Jaria es profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). «Estamos en una sociedad en la que parece que necesitamos todo muy rápido y esto parece que choca con el talento sénior», afirma y añade que «todo parece que tiene que ser innovación. Es un error y hay que romper con la discriminación».
Para Fernández Jaria, «el talento senior tiene cosas aprovechables». En un estudio que ha publicado señala que España es, junto a Italia, el país de la Unión Europea con mayor índice de desempleo entre los 55 y los 69 años. «Son datos muy preocupantes, ya que los trabajadores sénior representan más del 31% del paro total de nuestro país. Esto es, uno de cada tres», afirma el profesor de la UOC.
Guillermo lleva cuatro años en paro. Le despidieron de su anterior trabajo tras 32 años. «Fue por mi estado físico pero cumplía con lo que tenía que hacer», afirma. Coincide que poco después de perder el empleo le dió un infarto del que le ha quedado una minusvalía del 20%, un hándicap más, a parte de la edad, para encontrar una nueva oportunidad. «Hago lo que sea, Trabajo en cualquier cosa», resalta pero reconoce que «ya no rindo como antes». «Necesito un puesto adaptado a mis circunstancias», recalca. «Creo que mi hijo de 21 años va a encontrar un empleo antes que yo», apostilla.
Este experto subraya la necesidad de promover un cambio cultural sobre las aportaciones de este segmento de población y reducir esta discriminación. Considera también que las empresas en los próximos años van a tener que orientar sus políticas a este colectivo. Y es que la sociedad va en esta dirección ya que en España el porcentaje de población de 65 años, que actualmente se sitúa en el 20,1%, alcanzará el 30,4% en torno al año 2050, según detalla el Instituto Nacional de Estadística.
Montserrat Llobet, profesora del máster universitario de Sostenibilidad y Gestión de la Responsabilidad Social de la UOC, considera que los mayores de 50 años deberían considerarse el capital humano más apreciado de la empresa por las contribuciones que puede realizar. Es justo lo contrario de lo que está sucediendo en la actualidad con la política de prejubilaciones masivas.
Entre los beneficios que este sector de población aporta a la empresa se encuentran, según el profesor Fernández Jaria, el conocimiento y la experiencia laboral además de la capacidad para actuar como mentores para trabajadores más jóvenes. También aportan una mayor capacidad de adaptabilidad ya que han aprendido a ser flexibles y a adaptarse a las nuevas situaciones. También poseen una buena red de contactos y clientes. A ello se une un alto nivel de lealtad hacia la empresa y pueden ser un activo valioso para atraer talento.
Encarnación lleva año y medio en paro y no cree que encuentre otro empleo en breve. De su último trabajo, mantenimiento de parques, arrastra una lesión lumbar y otra de hombro. «He hecho varios cursos para reciclarme», aclara y añade que «las expectativas laborales a mi edad son muy limitadas. Veo un mercado cerrado y creo que una persona de cierta edad no puede competir con los más jóvenes». «Sigo formándome por no parar. Me siento joven y soy válida pero no se ofrecen contratos a gente con mis años», afirma rotunda.
Estos dos investigadores abogan porque las empresas adopten una política distinta con estos trabajadores. Por un lado, consideran que estas organizaciones tendrían que fomentar una cultura inclusiva, fomentar la formación y el reciclaje de los trabajadores. También tendrían que poner en marcha medidas preventivas para garantizar el bienestar físico y mental de los mayores y adaptar los puestos de trabajo en lo referente a los puestos de trabajo.
Otras medidas que plantean son la flexibilidad en el trabajadores con horarios especiales para estos sénior además de ofrecer beneficios por edad (seguros de salud, planes de pensiones, vacaciones adicionales…) y un plan de preparación para la jubilación.
Un planteamiento similar es el que mantiene Juan Pablo Martínez, coordinador de zona de la provincia de Alicante de la Fundación Adecco. Señala que esta marginación del talento sénior se produce «por los prejuicios que tienen las personas encargadas de que no se van a adaptar bien a un entorno digital». Además, otros clichés, que no son ciertos y que expone Martínez, son que estos profesionales son menos flexibles y son más exigentes en cuanto al salario.
Martínez ha señalado que estos parados de larga duración a partir de los 45 años necesitan fórmulas para integrarse y acceder al empleo. «Son nuevas maneras de encontrar un trabajo a través de internet, con infojobs y para eso necesitan asesoramiento», ha expresado el coordinador de Adecco. «Muchos están fuera del mercado laboral desde hace mucho tiempo», puntualiza. En este sentido, ha explicado que en estos momentos se valoran otras competencias «y se pone el foco en la digitalización».
Entre los valores que tiene el talento sénior se encuentra la experiencia, la capacidad de reflexión, el conocimiento, el pensamiento crítico y la fidelidad a la empresa. «Ahora no se valoran estos criterios y es un error porque se está perdiendo talento al no contar con mayores de 45 años», asegura Juan Pablo Martínez.
Para Martínez, la integración de estos profesionales «es una obligación ética y económica». Por eso se ha mostrado partidario del currículum ciego (sin nombre ni apellidos ni datos personales como ser hombre o mujer o discapacitado, entre otras) para que las empresas únicamente se fijen en lo que pueden hacer y aportar a la empresa.
También ha desmontado el cliché de que los sénior cobran un salario más elevado. «No es cierto. No solicitan más dinero porque se adaptan a la nueva situación. En cambio, los empresarios consideran que va a cobrar más», señala Martínez.
«Estamos ante una sociedad muy rápida y hay un rechazo al pasado porque el cambio es constante. La gente mayor es apartada, ya no tiene uso, no es productiva, no está a la moda», explica Alexis Cloquell, profesor de Sociología de la Universidad Católica de Valencia.
Para Cloquell muchas de las personas que se encuadran en el concepto de sénior es gente «sin formación, que no la ha actualizado y no está adaptada a las nuevas tecnologías» y señala que hay rechazo a contratar a este tipo de personas.
En este sentido, el profesor de la UCV subraya que la tendencia en la economía española es a la terciarización con la marginación de los sectores primario y secundario. «La consecuencia es que se exige especialización pero la gente mayor no tiene ese perfil. Muchos no consiguieron acceder a los estudios universitarios», añade.
Al igual que el resto de expertos, Cloquell subraya que este grupo de edad puede aportar muchas ventajas a la empresa. Y también ha destacado que hay muchos estereotipos sobre este grupo de edad». «Se valora la rapidez, la inmediatez y hay una infravaloración a lo que pueden aportar estas personas como conocimiento y experiencia», destaca. Además, «estamos ante una sociedad que despersonaliza y muy pragmática que destaca lo que está de moda, el éxito, pero poco más».
Adela es un caso de lo que está sucediendo. Acaba de salir de la oficina del Servició de Empleo Público Estatal (SEPE) donde ha acudido para llevar unos papeles. Tiene 63 años y lleva diez años en el paro. Se dedicaba a la marroquinería pero cuando perdió este trabajo se dedicó a la limpieza. «He hecho de todo, todo lo que he encontrado por ahí. Cualquier cosa», afirma. Ha trabajado en firmas como El Corte Inglés, Carrefour, Fnac, registro de la propiedad…. En este sentido, destaca que ha ocupado todo tipo de vacantes pero lleva una década sin que le ofrezcan un contrato. «Claro que noto que tengo 63 años. Nadie me quiere en su empresa», puntualiza Adela que prefiere no dar su apellido. Además, se muestra muy indignada con el Gobierno. «Es una vergüenza», declara.
Un caso parecido es el de Adolfo Caicedo. Tiene 53 años y lleva dos en España. De Colombia, su país natal, tuvo que salir huyendo tras recibir amenazas de los grupos armados. Allí desempeñó varios trabajos relacionados con el área social de atención a los más necesitados y es orientador de riesgos laborales. Sueña con conseguir un puesto de trabajo en esta materia, pero lo tiene difícil. Sus 53 años son un hándicap para acceder al mercado laboral. Y lo está notando. «Es un problema para trabajar», destaca y añade que he enviado curriculums como carretillero, mediados, reponedor... «Pero no me ha salido nada». dice.
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