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El pádel es un deporte tan joven que ahora, cuando vive su segundo 'boom' con la reconversión masiva de naves industriales en pistas indoor, sus ... pioneros son sus veteranos. Así se ha dado en la Comunitat, uno de los grandes caladeros en España -por otra parte, quizás el país con más implantación en el mundo- de una modalidad con miles de adeptos pero también no pocos detractores. Se le 'acusa' de ser un sucedáneo facilón del tenis o de ser un deporte para comodones. Lo cierto es que, como todo, depende de la intensidad que le pongas y, sobre todo, que para muchísimas personas cumple una función social.
Es el caso de los protagonistas de este reportaje, cuatro de esos pioneros que tras 35 años cuentan ya batallitas en cuanto salen de una de las pistas fortificadas con paneles de cristal y con superficie de césped artificial en el polideportivo de Benaguasil. Son Juanfran Bas (56 años), Ricardo White (54), Javier Escribano (51 años) y Paco Bellver (58), que es entrenador del Club Padelx3. Ellos relatan sus motivaciones para seguir jugando a pádel más de tres décadas después de conocerlo. Uno porque le encanta competir, otro porque se divierte… pero todos ellos destacan el carácter socializador de la modalidad y subrayan que permite pasar un rato divertido independientemente del nivel.
«Es un deporte en el que no hace falta un nivel muy grande para divertirte. Empezando ya te lo pasas bien», comenta Juanfran. Uno de los secretos, ya sea bajo o alto, es que las cuatro personas que participen en la partida tengan un nivel lo más parejo posible. También subrayan que es una de las modalidades donde más se da el hecho de que hombres y mujeres compartan pista.
«Mi principal motivación es el tema físico, encontrarte bien contigo mismo, y luego también es un deporte muy social. Conoces a mucha gente, visitas muchos sitios», señala Juanfran, que trabaja como comercial y, aunque la vertiente de la competición la está dejando ya de lado, la ha disfrutado: «Llevábamos también a los niños a que compitieran fuera de la Comunitat Valenciana, y al final era una motivación también para ellos, aunque aquí el nivel ya es muy alto».
Ricardo White, en cambio, mantiene la competición como una de sus motivaciones para seguir empuñando la pala de pádel, y precisa que emplea otras modalidades para mantenerse en forma. «Voy al gimnasio, aunque no se me note», bromea: «Llevo 20 años y me lo paso muy bien en la pista». Luce una rodillera, está pendiente de una resonancia y admite que el médico le va recomendando que juegue menos: «Mientras aguante… ¡es que me lo paso muy bien!».
Javier Escribano compagina la pala con la bici, aunque reconoce que últimamente la tiene aparcada. Descubrió el pádel hace entre 18 y 20 años y ahí sigue, compitiendo y también jugando partidas de amigos. «A mí siempre me han gustado los deportes de raqueta. Desde bien pequeño jugaba frontón. Era lo que más me gustaba. Jugaba un poco en el colegio y tal a partir de que se inició el club, pues ya me centré más. Y la verdad es que es muy, muy divertido. Me lo paso muy bien y es mi deporte», asegura.
Los cuatro recuerdan perfectamente los inicios de una modalidad que sigue en plena evolución, y eso se ha notado en dos décadas donde tanto las pistas como las palas y las pelotas han ido mejorando exponencialmente. Al principio las palas eran de madera, parecidas a unas de playa pero adornadas y las pelotas eran sencillamente las de tenis. «Nosotros empezamos en los años 90, cuando desembarcó en la Comunitat Valenciana», indica Juanfran. En el K-7, enfrente del Kinépolis: «Donde construyeron las dos primeras pistas. Eran de muro y la verja no era como ahora, sino metálica y la bola caía a plomo. Cuando empezaba la pared había como un canto, y buscabas colocarla ahí porque el rebote era imprevisible».
En aquellos años también había pistas de suelo de hormigón, y las de césped artificial de esos que parecían lija. Esto ha evolucionado notablemente en la actualidad: la hierba es más confortable, aunque también existen instalaciones con firme de resina y empiezan a darse algunas de tierra batida.
«Realmente el boom aquí fue cuando trajeron lo que son las pruebas profesionales, que el Dos a Dos (la instalación que había en la A-3) fue el primero que organizó una. Entonces, claro, tú veías ese tipo de partidos y decías: 'Lo que yo juego es otra cosa'», indica Juanfran. «La verdad es que yo he conocido mucha gente con el pádel. Nos apuntamos al Padel Club Valencia y a otros clubes que son cerrados. Aquí hemos hecho muchas ligas también. Te apuntas con gente que no conoces y quitas un poquito el estar cómodo jugando con la gente de siempre. Luego a la hora de competir es diferente», expresa Javier.
«Eso es lo que llaman las partidas abiertas.Tú te apuntas con un nivel que más o menos todo el mundo miente», explica con ironía Ricardo: «Ya hay muy pocos con un nivel por debajo de cuatro. Es un deporte que genera mucha relación social. Entre las parejas, después de las partidas la gente suele quedarse a tomar algo, y es una de las modalidades con más equipos mixtos. Aquí en general no hay ningún problema en que hombres y mujeres jueguen juntos. A nivel de competición ya es otra cosa». «Aquí en el club hay un torneo del Día de los Enamorados. Entonces la pareja se confirma o se separa», bromea Javier.
«El éxito del pádel es que es muy sencillo avanzar rápidamente en los inicios, luego ya a partir de cierto nivel va costando un poquito más», destaca Paco, que se inició a los 35 y habla desde su experiencia como entrenador. Comenta que es una modalidad en la que se puede arrancar ya a una edad avanzada y pone un ejemplo de su club: «Nosotros tenemos en la escuela una mujer que es Loli y está en mi edad, en los 50 y muchos. Empezó sin nada, sin hacer ejercicio, con un día y ya viene dos a la semana. Vino como principiante y ya es iniciada. Hay mucha gente así, que comienza en el pádel por divertirse, por abstraerse un poco del día a día y acaba enganchándose».
Los cuatro jugadores admiten que por encima de los 60 años va siendo más extraño ver gente practicando pádel, aunque sí precisan que este es, junto al tenis y el golf, y en los últimos 15 años el running, el deporte donde más séniors hay. Incluso en los torneos de veteranos, donde para la configuración de las parejas es necesario sumar una edad mínima. «En baloncesto, balonmano, fútbol… cuando llegas a 50 años olvídate. Se quedan para partidos de exhibición», apunta Ricardo. Y Juanfran lanza un último mensaje, que desde luego deja bien claras cuáles son sus intenciones: «Yo creo que en los próximos años vas a encontrar a mucha más gente mayor en el pádel… porque nosotros vamos a seguir jugando». «El único inconveniente cuando ya llegas a esa edad es que tienes que buscarte compañeros de esa edad, pero ten en cuenta que una instalación de padel es mucho más pequeña que una de tenis. Tienes las ayudas de los rebotes, de las paredes... Realmente te tienes que mover poco. Ahora, lo que no puedes es, tú con 60 años, estar jugando con la gente de 25», precisa Javier, que concluye: «¡Bueno, menos yo!».
Un claro ejemplo de que la Comunitat Valenciana es tierra de pádel reside, precisamente, en los campeonatos nacionales de veteranos, que están a día de hoy en plena evolución por el mismo motivo que la primera parte de este reportaje: que sus jugadores son las mismas personas que hace unos años se iniciaron en este deporte. Cierto es que algunos de ellos comenzaron en esta modalidad después de una carrera, a diferentes niveles, en otras como el fútbol o el mismo tenis.
El Campeonato de España de veteranos de pádel tiene tres categorías por grupos de edad: más de 40, más de 50 y más de 55, que lleva celebrándose dos temporadas y en ambas ha triunfado un equipo de Valencia: primero en Vitoria y en 2024, en Getxo, inscrito como Élite 22. «Uno de los problemas con los que nos encontramos es que no hay nadie que quiera patrocinar a veteranos, da igual que ganes, y a pesar de los valores que yo creo que transmitimos. Intentamos llegar a un acuerdo para jugar por un club a cambio de la inscripción, o alguien costea las equipaciones…», señala Javier Calvé.
Tiene 63 años y se inició en el pádel hará tres décadas, en los orígenes de la modalidad en Valencia. Llegó a competir a nivel nacional, y este es un gusanillo, el de seguir explorando sus límites en la pista, que sigue picándole. Por eso ha ido estrenando las categorías de veteranos, hasta esta de +55. ¿Que si habrá grupos de edad mayores conforme personas como él vayan soplando velas? Esta pregunta destapa una polémica, y es que los jugadores pidieron que la Federación incluyese otra configuración de partidos antes de poner en marcha otra categoría.
¿Y esto qué significa? Los torneos de veteranos se disputan con un cuadro y cada eliminatoria tiene una serie de partidos, al estilo Copa Davis de tenis. Esos partidos se configuran con una edad mínima obligatoria. La primera categoría en fundarse fue la de +40, donde se disputan en cada eliminatoria 5 partidos: uno en el que la pareja debe sumar 85 años como mínimo, otro 90, otro 95, otro 100 y uno más de 105. Cuando se habilitó la categoría +50 el número de partidos por eliminatoria se redujo a tres: 105, 110 y 115.
Algunos equipos, entre ellos el de Javier Calvé, propusieron ampliar a cinco partidos con más edad, lo que premiaba a formaciones que incluyeran a jugadores longevos. La Federación Española optó por instaurar el campeonato +55 con tres partidos: uno de 115 años, otro de 120 y uno más de 125. Esta disciplina es donde el Élite 22 es de momento intratable en la máxima categoría. Javier Calvé también jugó en su día al squash, pero destaca que estuvo muchos años compitiendo a fútbol. Carlos Conde (64 años), natural de Borriana, incluso fue profesional, militando en clubes como el Zaragoza o el Cádiz. El equipo también lo integran Alfonso Martí (61 años), Salvador Pons (63), Ricardo Oltra (55), José María Oltra (58), Miguel Antón (60), José Luis Aparisi (56) y César Ortiz (55).
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