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Monti Silvestre, entre las mesas exteriores de la heladería La Caseta de l'Eliana. Adolffo Benetó
La Caseta de los sabores, a mil helados por jornada
Monti Silvestre, heladera

La Caseta de los sabores, a mil helados por jornada

La heladería de l'Eliana está en temporada alta. Un 80% del negocio se desarrolla en periodo estival. Por la mañana «estallido de desayunos», por la tarde, de helados y horchatas. Monti Silvestre debe esperar a septiembre para tomarse vacaciones

Sábado, 24 de agosto 2024, 00:24

-¿Qué es lo mejor de trabajar en esta época del año?

-El resto del año es más tranquilo.

-¿Y lo peor?

-Trabajas cuando todos disfrutan.

Entre los 'chaleteros' de Camp de Turia y los lugareños de l'Eliana, San Antonio, Ribarroja, la Pobla de Vallbona o Benaguasil existe un templo del buen helado y horchata valenciana. Es La Caseta, un negocio familiar de l'Eliana gestado a principios de los 90 que ha pasado de padres a hijos y en el que la niña Monti Silvestre se enamoró de los sabores clásicos, «de la avellana y el pistacho».

¿Qué sería de nosotros sin el helado? Ya no en verano, en cualquier época del año. Pero quizá ahora sabe mejor. Y por eso los Silvestre ponen todo su empeño y siguen la tradición artesanal. Aquella niña es hoy la heladera al frente del negocio, junto con su hermano Vicente. Y van a unos mil helados y horchatas por jornada, el pico de servicios que pueden llegar a realizar en los días más intensos del verano.

Fue en 1991 cuando Vicente y Monti (los padres se llaman como los hijos) transformaron una antigua casa de pueblo en la heladería La Caseta. Él, centrado en la fabricación y ella, siempre en la atención al público y elaboración de churros y buñuelos.

Algunos momentos del trabajo en el obrador. En otra imagen, Vicente Silvestre y Montiel Asensi, en los inicios de la heladería La Caseta de l'Eliana. LP
Imagen principal - Algunos momentos del trabajo en el obrador. En otra imagen, Vicente Silvestre y Montiel Asensi, en los inicios de la heladería La Caseta de l'Eliana.
Imagen secundaria 1 - Algunos momentos del trabajo en el obrador. En otra imagen, Vicente Silvestre y Montiel Asensi, en los inicios de la heladería La Caseta de l'Eliana.
Imagen secundaria 2 - Algunos momentos del trabajo en el obrador. En otra imagen, Vicente Silvestre y Montiel Asensi, en los inicios de la heladería La Caseta de l'Eliana.

Ya es verano, otra vez, y van a tope. «Julio es el mes más fuerte y agosto baja un poquito. Pero en los tres meses de verano se concentra alrededor de un 80% de la actividad del negocio», estima Monti. «Y hemos notado que, como cada vez hace más calor, se alarga la temporada de consumo de helados. Se siguen demandando antes y después» de la temporada típicamente estival.

La Caseta sirve helados de 38 sabores. Tienen veganos, sin azúcar o sin gluten. Hay fartons, horchata con denominación de origen valenciana, granizados, polos, tartas... Todo de elaboración artesanal. También las clásicas tostadas, bollería y café con leche, productos que también llenan por las mañanas un local con 14 empleados y una capacidad para 86 personas.

Los negocios heladeros suelen combinar los grandes clásicos que siempre gustan, como el turrón, la merengada o el chocolate, con alguna que otra novedad, sorpresa o experimento. Este año los de La Caseta son el helado de galleta Lotus y 'Moreneta' una creación propia que reconvierte en cremoso para cucurucho o tarrina el tradicional blanco y negro de merengada y granizado de café. «¡Y a la gente le encanta!», aseguran Monti y su padre.

«Gusta el helado menos dulce y los veganos. De pequeña, yo adoraba el de chocolate y hoy los niños piden mucho el de Oreo»

«Accidentalmente, se pasteurizó la merengada más tiempo de lo previsto, se oscureció y decidimos ponerle café para probar. Resultó un sabor buenísimo que está triunfando», revela Monti. Y para gustos, helados. Ella se queda con los sabores de avellana y pistacho. Su padre, sencillamente, no puede elegir. «¡A mí m'agraden tots. Si no m'agradaren no els faria!», confiesa un artesano que, de niño, merendaba «bocatas de leche merengada».

¿Qué buscan los más pequeños? «Pues mira, yo de niña era de chocolate y más chocolate», recuerda Monti. «Ahora se ha impuesto la galleta Oreo. Les fascina y también hacemos este sabor». Ella es mujer de costumbres fijas. A mediodía se toma su horchata sin azúcar y, allá a las cinco, cae para merendar un heladito de pistacho, avellanas o chocolate. «Me gusta en tarrina de tamaño medio», apostilla.

En cuanto a las tendencias, «gusta el helado algo menos dulce que antes», señala. «Y también los veganos». Se hacen «con agua y resultan más frescos y ligeros, pero siguen siendo cremosos». Vicente, el padre, lanza una apuesta por la tradición: «Heladeros artesanos que no empleamos colorantes ni aditivos artificiales quedamos ya pocos».

«Una novedad de La Caseta es el helado 'Moreneta', la versión cremosa del tradicional blanco y negro de merengada y café»

En verano, La Caseta vive dos momentos de máxima intensidad. Entre las 9.30 y las 11 horas sucede lo que Monti define como «estallido de desayunos». La locura por el helado y la horchata se desata entre las 17.30 y las 19 horas. «Hay momentos de colas, esperas... Todos quieren lo suyo rápido y hay veces que no es viable. No tenemos una varita mágica», describe la heladera de l'Eliana, que tira de «paciencia».

En algunos momentos de estrés la mente de Monti viaja a las aguas cristalinas y arenas blancas «de una de esas playas de Formentera...». Sus vacaciones se adelantan o se posponen forzosamente para poder entregarse en verano a su Caseta en cuerpo y alma. «En mayo estuvimos en Islandia en familia y en septiembre nos iremos a Grecia». Monti aguanta y sonríe. Está en familia y siempre tiene a mano un helado de avellana, pistacho o chocolate. Y eso es un gran consuelo.

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