El sedentarismo es uno de los mayores retos de salud pública en la actualidad, asociado a una serie de problemas de salud que van desde la obesidad hasta enfermedades cardiovasculares y trastornos metabólicos. Con el aumento del teletrabajo y el tiempo que pasamos frente a las pantallas, la necesidad de entender cómo la actividad física puede mitigar estos efectos se vuelve cada vez más urgente.
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Mientras algunos expertos argumentan que es necesario realizar entre 60 y 75 minutos de actividad física diaria, otros han propuesto que esta cifra podría ser mucho menor, lo que genera confusión sobre las pautas a seguir. Para abordar esta cuestión, un metaanálisis realizado en 2020 ha evaluado datos de más de 44,000 personas en cuatro países, proporcionando información valiosa sobre la relación entre la actividad física y el riesgo de mortalidad. Este estudio encontró que el tiempo dedicado a la actividad moderada a vigorosa podía ser considerablemente menor de lo que se había estimado anteriormente.
Concretamente, el metaanálisis revela que aquellos participantes que pasaban entre 8.5 y 10.5 horas diarias en actividades sedentarias y realizaban entre 8 y 35 minutos de actividad física mostraron un riesgo de muerte un 263% mayor en comparación con los más activos. Sin embargo, los resultados también sugieren que realizar entre 30 y 40 minutos de ejercicio diario puede ser suficiente para reducir significativamente el riesgo de muerte asociado con un estilo de vida sedentario.
La inactividad prolongada está vinculada a un aumento del riesgo de diversas enfermedades crónicas y trastornos de salud mental, lo que la convierte en un problema grave en la sociedad actual.
En primer lugar, la falta de actividad física se asocia con el desarrollo de enfermedades como la diabetes tipo 2, hipertensión y obesidad. Son múltiples las investigaciones que ha demostrado que aquellos que no realizan ejercicio regularmente tienen una mayor resistencia a la insulina, lo que aumenta la probabilidad de desarrollar diabetes.
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Asimismo, la inactividad está relacionada con un mayor riesgo de hipertensión arterial, ya que el ejercicio ayuda a mejorar la circulación y a regular la presión arterial. La obesidad, por su parte, se ve exacerbada por un estilo de vida sedentario, contribuyendo así a enfermedades cardiovasculares y otros problemas graves de salud.
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