![Excelente cum laude por la Universidad de Bonn, en plena cuarentena y a 1. 800 kilómetros de Dénia](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202005/05/media/cortadas/LUC%c3%8dA%20TORRES-RCTQaDLFkCu9dr1XJzXKAKJ-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
![Excelente cum laude por la Universidad de Bonn, en plena cuarentena y a 1. 800 kilómetros de Dénia](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202005/05/media/cortadas/LUC%c3%8dA%20TORRES-RCTQaDLFkCu9dr1XJzXKAKJ-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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Concha Pastor
Dénia
Martes, 5 de mayo 2020
Tiene 31 años, es licenciada en Biotecnología y hace siete años marchó a Alemania en busca de formación, oportunidades para investigar, y trabajo para convertirse en científica. Tuvo que dejar atrás España y comenzar su carrera en el país germano porque aquí son pocas las ayudas que se destinan a la investigación.
Corría el año 2013, cuando Lucía Torres Fernández se plantó en la Universidad de Bonn para hacer un máster sobre Medicina Molecular. Le siguieron los cursos de doctorado en el Life & Medical Sciencies Institute (Limes) y, finalmente, la tesis sobre la función de la proteína TRIM71/LIN-41.
Hace apenas unos días, en pleno confinamiento, sola en el despacho del decano, sin más compañía que dos ordenadores, durante casi tres horas y vía telemática, consiguió el título de doctora en Medicina Molecular con un 'Excelente cum laude' otorgado por el Tribunal.
La defensa de su investigación se centró en la TRIM71/LIN-41 que, según Torres, resulta «ser una diana muy prometedora para tratar algunos tipos de cáncer como el carcinoma hepatocelular, leucemia mieloide aguda, neuroblastoma, entre otros».
La exposición en inglés y alemán dejó impresionados a los miembros del Tribunal quienes tildaron la investigación de «magnífica, grandiosa y brutal disertación doctoral». Es más, su jefe, que es inmunólogo, comentó que no era experto en el tema pero había tenido a dos estudiantes buenos en el departamento pero Lucía había conseguido llevar el proyecto al siguiente nivel.
«Fue un día muy emotivo y lo había imaginado muy diferente a lo que fue. Estuve sola frente a una pantalla del ordenador en un despacho sin ninguna compañía. Pero bueno, las circunstancias por la pandemia son las que son y ya está», comentó Lucía un poco apenada por la situación.
Y es que la defensa de la tesis es un acto muy importante en Alemania y cuenta con fiesta, bromas (sombrero grande de graduado) y tradiciones (la vuelta alrededor de la manzana del instituto en una silla arrastrada el jefe), que son compartidas con amigos y familiares, aunque en esta ocasión no pudo ser. «Pese a que me trajeron el sombrero, la defensa de mi trabajo no fue lo que había soñado. No obstante, hicimos fiesta on line» con los miembros del Tribunal.
La ya doctora en Medicina Molecular tenía claro que su estancia en Alemania acababa una vez hubiese terminado el doctorado, pero estos siete años en tierras germanas han acabado por enamorar a esta joven científica. «Pensaba volver pero no lo haré. Aquí me siento en mi casa, estoy más a gusto y tengo a los mejores amigos del mundo. Así que lo tengo claro: yo me quedo aquí». Además ya le han ofrecido un contrato de trabajo «post-doc», en el que se va a poner a trabajar en breve.
En España, lamentó, «no hay trabajo, ni se apuesta por la investigación, mientras que en Alemania existen planes para la igualdad entre mujeres y hombres científicos, familiares y de conciliación laboral, ventajas para madres científicas y se invierte en investigación». Y eso es lo realmente le gusta: investigar y aportar a la ciencia sus conocimientos con el fin de poder aplicarlos en los campos de la medicina.
Sus padres y uno de sus hermanos tenían todo organizado para viajar desde Dénia a Bonn y asistir a la defensa de la tesis, pero el coronavirus dio al traste con todos los planes. No obstante, todos pudieron ver después el vídeo de esta brillante científica y su investigación sobre la proteína TRIM71.
En esos momentos, Lucía tuvo muy presente a todos los suyos y al final de la argumentación publicó una fotografía de cuando era pequeña con su padre, el ginecólogo Paco Torres mirando el microscopio, que recibió la ovación de los miembros del Tribunal. Sin olvidar a su madre, Mati Fernández (matrona) y a sus tres hermanos.
Esta joven de Dénia pertenece a una familia formada en la Medicina, circunstancias que imprimen carácter, espíritu de trabajo, sacrificio y tenacidad. Es la tercera de una familia numerosa con tres hermanos varones, y desde muy pequeña tenía claro que quería ser científica.
Tras su paso por el colegio Alfa&Omega, estudió Bachiller en el IES Maria Ibars y Biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia. Hizo el Erasmus en Budapest, estuvo un año ayudando en una ONG en Tanzania y tras su regreso a Dénia, alentada por su ambición científica, decidió hacer las maletas de nuevo para recorrer 1.800 kilómetros hasta Bonn para estudiar un máster y el doctorado.
En la capital alemana, ha trabajado como alumna del máster en el laboratorio de Limes, además de escribir artículos para revistas especializadas y tener la posibilidad, truncada por la pandemia del coronavirus, de dar una conferencia a los premios noveles en esta materia que aún están vivos.
Aficionada de pequeña a la danza, hip-hop y baile contemporáneo, se entregó a su trabajo como científica y poco tiempo le queda para practicar las disciplinas con las que creció con sus amigos en Dénia. Y es que, como científica, le apasiona estar en el laboratorio, investigar y compartir sus conocimientos.
Lucía Torres defendió en su investigación sobre la proteína TRIM71/LIN-41 que podría servir para tratar algunos tipos de cáncer. A su juicio, la mayoría de tratamientos producen efectos secundarios devastadores que debilitan al paciente en su lucha contra el cáncer. «Esto se debe a que muchas de las moléculas que se inhiben para frenar el desarrollo del cáncer cumplen funciones esenciales no solo en las células cancerosas, sino también en nuestras células.» Para poder atacar específicamente a las células cancerosas sin dañar a nuestro organismo, explicó, «es necesario encontrar alguna molécula que únicamente esté presente en células cancerosas, pero que no cumpla ninguna función en células sanas».
TRIM71 es una proteína esencial para el desarrollo embrionario (sin ella no nacemos) «que controla la división celular durante las primeras fases de este proceso, no solo en mamíferos, sino en todo tipo de animales, incluyendo invertebrados». Una vez cumple su función durante el desarrollo embrionario, TRIM71 deja de expresarse, «lo que significa que no está presente en el organismo adulto». Sin embargo, concretó, «su expresión se reactiva en muchos tipos de cáncer». Las células cancerosas emplean TRIM71 para dividirse más rápidamente y también para evitar ser destruidas por el sistema inmune. Por ello, defendió que «inhibir TRIM71 podría frenar la proliferación de las células cancerosas y a la vez aumentar su susceptibilidad a ser reconocidas por el sistema inmune, todo ello sin causar efectos secundarios en el paciente.»
Esto, dijo, «suena muy prometedor, entonces, ¿por qué no se está usando ya como tratamiento contra el cáncer?» Y es que para «para poder inhibir una proteína es necesario saber cómo funciona molecularmente, y por desgracia TRIM71 no es una proteína muy estudiada/conocida. Desde su descubrimiento hace más de 20 años, solo se sabía que su función principal es la represión de algunos ARN mensajeros (mRNAs). Así que durante los últimos cinco años, me he dedicado a estudiar los mecanismos de regulación de ARN de TRIM71, hasta elucidar cuáles son los mRNAs específicamente reprimidos por TRIM71, cómo son esos mRNAs exactamente reconocidos y degradados por TRIM71, y cómo afecta la regulación de esos mRNAs la proliferación de células cancerosas. Con toda esta información, ya estamos listos para el siguiente paso: el diseño de un inhibidor contra TRIM71 y su uso en modelos cancerígenos in vivo».
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