![Satélite Ingenio | Fracasa el lanzamiento del satélite español 'Ingenio' y la misión se pierde](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202011/17/media/cortadas/ingenio-kGSC-U120789534357zCD-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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JOSÉ A. GONZÁLEZ
Martes, 17 de noviembre 2020, 09:02
Ocho minutos. Ese fue el tiempo que duró la misión del primer satélite cien por cien 'made in Spain'. Un corto viaje que tenía que durar más de diez años alrededor de la Tierra. ArianeSpace, la empresa francesa propietaria del cohete Vega que transportaba el satélite español, aseguró que el «fallo no se debe a un mal diseño de la nave, sino a una serie de errores humanos» que provocaron el desvío de la trayectoria marcada para Ingenio.
La compañía, que presentó sus más profundas disculpas, detalló que, según los datos de su investigación preliminar junto con la Agencia Espacial Europea (ESA), hubo un fallo en la conexión de los cables en el sistema de control durante la etapa de «producción». Unos 480 segundos de un fugaz viaje que dieron al traste con 200 millones de euros, más de 500.000 horas de trabajo y doce años de preparación. Ahora, Ingenio, quizá, vigila las profundidades del Atlántico o, quizá, se desintegró en el aire. ArianeSpace no pudo concretar dónde se encuentra.
We have liftoff for #SEOSATIngenio and #Taranis satellites: they are on their way towards space!#VV17
ESA EarthObservation (@ESA_EO) November 17, 2020
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Financiado por el Estado, a través del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), el SEOSAT Ingenio equipaba una avanzada cámara dual que podía tomar imágenes de la superficie terrestre con una resolución de 2,5 metros, «es decir, era capaz de distinguir una moneda de un euro a 10 kilómetros de distancia», apunta Alfonso Martínez, responsable de ingeniería de sistemas en Airbus Defence and Space España.
La aventura ha involucrado a toda la industria aeroespacial española. El sistema óptico, por ejemplo, fue desarrollado por Sener, una firma vizcaína, cuya tecnología es «capaz de fotografiar toda la península ibérica en dos meses».
A razón de 600 imágenes diarias, estos ojos vascos estaban listos para ayudar en la vigilancia del uso del suelo, el desarrollo urbano o la gestión del agua.
Para alcanzar esa visión privilegiada, el satélite tenía que situarse a algo más de 670 kilómetros de la superficie terrestre. Así podía escudriñar todo lo que acontecía sobre la península ibérica, aunque su diseño le permitía alcanzar cualquier zona del planeta en «un plazo de tres días».
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Si los ojos eran vascos, pero su brújula mezclaba tecnología catalana y andaluza. Los ingenieros de la Universidad de Sevilla y de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) trabajaron codo con codo durante más de una década para desarrollar un particular sistema GPS equipado con un sensor solar que era el encargado de orientar el satélite hacia el astro rey.
Tanto desde la Agencia Espacial Europea como desde el Gobierno Español se esperaba que Ingenio resultara útil para elaborar mapas de los lugares que sufren desastres naturales como inundaciones, incendios forestales y terremotos, y así poder ofrecer a las autoridades y equipos de rescate información actualizada. La información iba a estar a disposición de usuarios civiles, institucionales y gubernamentales de España, aunque también hubiera podido ser utilizada por otros usuarios europeos en el marco del programa Copernicus de la Unión Europea del Sistema Mundial de Sistemas de Observación de la Tierra (GEOSS).
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«Estamos apenados por lo ocurrido», aseguran fuentes de la misión a este periódico. No obstante, la industria aeroespacial española es optimista, ya que el «satélite fue entregado en perfecto estado de revista y funcionamiento y, como tal, ya ha demostrado lo que se perseguía».
El fin, recuerdan, era «no tener que depender de tecnología extranjera en proyectos espaciales». A pesar de no llegar a su destino final, la misión española no quiere ni oír hablar de fracaso. «El objetivo prioritario se ha cumplido, ya que esta capacitación y excelencia de la industria española ha generado un nuevo contrato, firmado el pasado viernes, antes incluso del lanzamiento», comentan desde la misión en Kourou (Guayana Francesa).
Este nuevo encargo de la ESA permitirá a la industria aeroespacial española desquitarse con el desarrollo del primer programa de observación de la Tierra con Copernicus, que se construirá en España. El contrato está valorado en 380 millones de euros.
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Según los planes de la Agencia Espacial Europea (ESA), Ingenio debía situarse en una órbita heliosíncrona, a una altitud de aproximadamente 670 kilómetros desde donde tendría que haber fotografiado y vigilado la Tierra.
Un vuelo inicial de casi dos horas a bordo del cohete Vega, desarrollado por la Agencia Espacial Italiana (ASI) y la ESA para poner en órbita satélites. Su hoja de ruta establecía un viaje diario de 14 vueltas alrededor del planeta.
Sin embargo, la desviación ha supuesto la pérdida de la misión. Ingenio iba a ser capaz de tomar imágenes de cualquier punto de la superficie de la Tierra cada tres días y cubrir todo el territorio español ocho veces al año, y lo haría con una resolución nunca antes alcanzada.
De momento, la ESA se encuentra estudiando la telemetría para encontrar los fallos de la misión espacial que ha dado al traste con los planes previstos para Ingenio.
El satélite ha sido fabricado en su práctica totalidad por la europea Airbus Space and Defense, pero en el desarrollo durante más de una década ha contado con gran parte del sector aeroespacial español.
«El objetivo de Ingenio es tener independencia de tecnología extranjera», apunta Lomba. «Crea una oportunidad real para la industria aeroespacial española», puntualiza Martínez, por su parte.
Las dos ópticas que equipa el satélite han sido fabricadas por Sener. Asentada en Getxo, en el País Vasco, esta firma aeroespacial española ha sido la encargada de desarrollarlas.
A esta tecnología se le suma su particular GPS que llega a través de un sensor solar que servirá para orientar el satélite hacia la estrella. En su puesta en marcha han colaborado la Universidad de Sevilla y la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC).
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