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F. M.
Viernes, 26 de octubre 2018, 10:06
Teddy, un niño de Tucson (Arizona), cumplía seis años. Su madre, para hacer feliz a su hijo, le organizó una gran fiesta. Estuvo varias semanas preparando la celebración, eligiendo el sitio y buscando un día, el domingo, para que su padre, que trabaja en otra ciudad, pudiera estar presente. Invitaron a 32 amigos suyos y a sus padres y el día señalado fueron al restaurante a esperar a la gente.
La mamá de Teddy pidió pizzas y refrescos, preparó unas bolsas con chucherías y reservó una larga mesa, adornada con llamativos platos y servilletas de color rojo sobre un mantel amarillo, para que todos los invitados estuvieran cómodos. Pero fue pasando el tiempo y no aparecía nadie por la puerta. Al cabo de un buen rato, cuando ya era evidente que no iba a presentarse ninguno de sus amigos, la madre intentó consolar a Teddy y se lo llevó a casa.
Antes de irse, la madre sentó a su hijo a la mesa y le hizo un retrato. Luego le pasó la fotografía a un periodista, quien decidió colgarla en Twitter a ver qué pasaba. Y lo que sucedió fue uno de esos milagros que de vez en cuando procuran las redes sociales. Miles de personas, conmovidas por esa foto desoladora, por esos ojos tristes y decepcionados que te atraviesan, empezaron a felicitar a Teddy y a preguntar cómo podían enviarle un regalo.
La fotografía se hizo tan popular que las sorpresas se multiplicaron. Los Phoenix Suns decidieron que tenían que hacer algo para alegrar a ese chiquillo decepcionado y anunciaron que invitaban a Teddy al partido que anoche iban a disputar contra Los Angeles Lakers del famoso LeBron James. Los Phoenix Rising, un equipo de fútbol en el que juega Didier Drogba, se unieron a este corriente y le pidieron que fuera mañana a su estadio para obsequiarle con una camiseta especial. Y los Coyotes de Arizona, una franquicia de la NHL, la liga norteamericana de hockey hielo, han organizado una fiesta de la pizza el sábado en honor de Teddy e invitan a todos sus seguidores a que acudan con un regalo para el niño de seis años. Teddy, que no sale de su asombro, ha pasado del cumpleaños más triste al más increíble.
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