Varias personas, en las terrazas de la Plaza del Negrito. JOSÉ LUIS BORT
CIUTAT VELLA

«No se dan cuenta de que están desnaturalizando el centro de una ciudad»

Marta, vecina de la Plaza del Negrito, lamenta la falta de concienciación y de soluciones pese a tratarse de una zona ZAS

Sábado, 8 de abril 2023, 20:55

Marta reside en la calle Calatrava, a escasos metros de la Plaza del Negrito. Una de las zonas efervescentes dentro del distrito de Ciutat Vella. Cuando el ocio se apodera del casco antiguo, esta vecina busca refugio entre las paredes de su hogar. «Tenemos un ... grave problema con los ruidos», lamenta. Pasan de las 12 de la noche. La fiesta calienta motores. En la estrecha vía, se acumulan jóvenes y el potente bullicio trepa por las históricas fachadas. En el interior de las casas, cuesta hallar la calma. Un dilema que, pese a las protestas, sigue sin resolverse.

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Conflictos que se reproducen en diferentes puntos de la ciudad. La fisonomía del barrio del Carmen, pese a su catalogación como zona ZAS, ha cambiado a lo largo de los últimos años movido por el ocio y el turismo. Marta advierte de que las raíces están en juego: «Aquí vemos cómo la gente ha ido vendiendo, se ha ido con sus hijos porque es imposible vivir así. Y esto se está convirtiendo en una especie de centro artificial en el que sólo la hostelería triunfa. Es un teatro para todo el mundo. Lo que es verdaderamente increíble es que el Ayuntamiento, la gente que debería de tomar medidas, no se dé cuenta de que están totalmente desnaturalizando el centro de una ciudad y que al final eso no lo quieren ni los turistas, ni el 75% que tenemos de apartamentos turísticos aquí, porque nos están invadiendo totalmente».

Más allá de la tendencia que pueda adoptar el barrio, Marta pone énfasis en el ambiente nocturno: «Hay una gran concentración de hostelería, hay pubs que están abiertos hasta las tres de mañana. Tienen las puertas abiertas, dan vasos de plástico a la gente... La gente que está fuera está ya totalmente borracha, bastante incivilizada. No pasan ni a los lavabos para hacer sus necesidades. Están gritando y haciendo bastante ruido. Y el problema es que hay niños, personas mayores, enfermos, gente que no se puede mover de la casa… No pueden vivir así y les está afectando a su zona de estudio, su zona de sueño…».

Para Marta, los momentos críticos llegan cuando cierran los pubs sobre las tres de la madrugada: «Gente que viene a cumpleaños, que viene a celebrar despedidas de soltero, que está completamente borracha, que vomita en la calle, que hace pis en nuestros portales... Yo cojo y me cabreo. No hay la más mínima concienciación ni nadie hace nada para concienciar. Nadie les enseña a que nos están haciendo la vida imposible».

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Ella llegó hace tres años al barrio del Carmen: «Sabíamos que era un sitio ruidoso desde el principio, pero es algo que cada día está peor. Está mucho peor. Es algo increíble. Nadie pone un límite». Marta intenta huir dentro de su propia casa: «No hay forma, porque por la propia vibración no hay forma de aislarse de ese ruido». Y avisa de las consecuencias: «Esto pasa factura, mucha factura. ¿Esos niños cómo van a poder dormir? ¿Cómo van a poder concentrarse? Hablo de pisos pequeños en los que las habitaciones dan a la calle. No tienen forma de escapar del ruido. Y eso es totalmente salvaje e injusto. Está prohibido por cualquier tipo de ley».

Hay plataformas en el Carmen que luchan contra la contaminación acústica, aunque se sienten desamparadas: «Es una experiencia terrible. Quedan muy pocos vecinos. Realmente todos nos estamos dando un plazo para irnos, porque cada vez es peor. Cuando decretaron el tema de la zona ZAS empezaron a decir que iban a hacer campañas dentro de las zonas saturadas para que la gente se concienciara de que realmente el ruido que hace está afectando a la gente que vive alrededor. Jamás lo hicieron. Ni una sola. Tú aquí puedes llamar a la policía todas las veces que quieras, que no van a venir. ¿Por qué? Porque conocen el tema». Y señala al concejal de Calidad Acústica, Giuseppe Grezzi.

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«Este tema se trató en la Asociación de Vecinos del Carmen. Grezzi no tomó ningún tipo de medida cuando se le dijeron todas estas cosas. Al final dijo que en enero del 2023 iba a poner un sonómetro en la Plaza del Negrito para controlar el nivel de ruidos y saber si realmente era tan terrible. Cuando sabe de sobra lo que hay. Todo el mundo lo sabe. Todo el mundo conoce esta zona. Bien, pues todavía estamos esperando. Dio su palabra, no la ha cumplido», añade.

Marta busca la tranquilidad. Sin éxito: «Habiendo tanta hostelería y tanto turismo, el problema es que no hay momento de silencio. Por la mañana empiezan a venir los guías turísticos con micrófono, vehículos cargando y descargando todo el día…». En tales circunstancias, sopesa seriamente hacer las maletas: «¿Pero qué pasa? ¿El día que yo venda esto, quién creen que va a venir aquí? Alguien lo va a dividir en cuatro o cinco apartamentos turísticos. A la derecha, la gente se tuvo que ir del edificio. Hicieron una residencia de estudiantes y les hemos puesto más de 20 denuncias por fiestas en la terraza, en las habitaciones… Un completo desastre. A la izquierda teníamos vecinos a los que echaron y ahora es un apartamento turístico». Las dos caras del ocio.

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