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La lista de los músicos que se suicidan es larga. El DJ estrella Avicii; el líder de Nirvana, Kurt Cobain; el miembro de Linkin Park, ... Chester Bennington; los ídolos de K-pop Goo Hara, Sulli y Moonbin... jóvenes que se quitan la vida cuando se disparan, cortan las venas, ahorcan, ingieren pastillas, entre otras acciones autodestructivas. Los datos apuntan a que la profesión musical está entre las que tienen mayor prevalencia de suicidio, según un estudio publicado este viernes en Frontiers in Public Health, debido a que los «factores ambientales y culturales afectan significativamente el bienestar psicológico de los músicos».
Los autores del artículo 'Músicos, industria musical y suicidio: epidemiología, factores de riesgo y estrategias de prevención sugeridas' aseguran que hay «múltiples factores de estrés ocupacionales y psicosociales característicos de las carreras musicales», como «las prácticas industriales explotadoras, los trastornos por consumo de sustancias prevalentes, la inestabilidad financiera, la mayor exposición a las redes sociales, la ansiedad relacionada con el desempeño artístico, la presión interna por lograr el éxito y los patrones de sueño irregulares».
Los datos de suicidio de los músicos en Estados Unidos o Inglaterra llegan a ser diez veces más altas que en el resto de profesiones, según los datos epidemiológicos por grupos ocupacionales de los departamentos de salud de estos dos países que son canteras de estrellas del escenario. Alrededor de esas muertes se creó un discurso «mitificador del sufrimiento artístico».
Entremezclado con la muerte por sobredosis de drogas o los accidentes, que no se incluye en este análisis, la idea romántica propagada por la industria musical y sus publicistas sostiene que sus artistas son «problemáticos, melancólicos, oscuros, misteriosos, locos y, por extensión, 'in extremis', tal vez, suicidas», sostiene Frontiers in Public Health.
Los autores de la investigación profundizaron en los factores de riesgo que imperan en la cultura del espectáculo, y fueron «más allá de las narrativas reduccionistas».
El trabajo aborda un «enfoque para la prevención del suicidio en la industria de la música que está respaldado por evidencia empírica». Revisado por pares, lo que le confiere credibilidad, y con un acercamiento multidisciplinar, sugiere estrategias para reducir el suicidio en el colectivo musical.
Entre las medidas propuestas están fomentar conversaciones del músico con una red de amigos y familia para que adviertan señales de alarma; hacer intervenciones como «la terapia dialéctica conductual, la evaluación y gestión colaborativas y la terapia cognitiva para la prevención del suicidio», y mantener la atención sobre los artistas en las giras. Se trata de una «población vulnerable y en riesgo» frente a la que hay una «responsabilidad colectiva de salvaguardar su bienestar psicológico».
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