Una alumna del centro infantil La Gacela de Paterna observa cómo se comportan las cabras en su jornada escolar de Ecocamp. Damián Torres

Aulas entre pinos, huertos y cabras

Cuidan las plantas, aprenden con conchas o piñas, alimentan animales… Así son los colegios valencianos que ponen la naturaleza en el centro. Arquitectos calculan que naturalizar los centros de Valencia aportaría 6.000 m2 de espacio verde y reduciría hasta 15 grados la temperatura. «Hay que sustituir el patio futbolcentrista por más zonas verdes», apremia un estudio que analiza el posible cambio en la ciudad

Jueves, 13 de junio 2024, 01:00

La paradoja está servida. Mientras los campos se abandonan y los pueblos se vacían hay una apuesta por volver a las raíces: llegar a clase y estar con la naturaleza. Es el privilegio que brindan algunos colegios valencianos. Los que pueden permitírselo. Buscan una arquitectura ... sostenible. O un entorno nutrido de plantas y árboles. O un contacto práctico con vegetales y animales desde los primeros años de aprendizaje. Lo verde, convertido en asignatura.

Publicidad

La tendencia se impone en algunos centros, especialmente privados o concertados no urbanos. Asumen que la naturaleza enseña y mucho. Y, en un sentido práctico, que la sombra o humedad que aporta el jardín urge ante el creciente calor en los meses previos y posteriores a las vacaciones.

Un referente verde es, también, un reciente hito arquitectónico valenciano, el Imagine Montessori School de Paterna. Es privado y allí estudian 385 alumnos en inglés. Su extensa parcela se extiende a ambos lados de un barranco y el acceso principal es una pasarela de madera que avanza entre pinos e islas de flores.

Hay más de 50 especies entre plantas y árboles, repartidas por 28.500 metros cuadrados de suelo verde. Allí los niños juegan a escalar con cuerdas en rampas hechas de romero. Trabajan la madera en el 'woodlab', donde construyen juegos o utensilios, y cuidan de un huerto de lechugas y tomates.

Publicidad

Vista exterior del Imagine Montessori School, junto al barranco de l'Endolçà de Paterna. Damián Torres
La madera y luces muy tenues con alimentación de paneles solares, ejemplos de sostenibilidad en el interior del centro. Damián Torres
Damián Torres
El huerto que cuidan los alumnos, con la urbanización de Valterna-Lloma Llarga al fondo. Damián Torres
Las flores crecen en los tejados del colegio de Paterna y dejan unas vistas únicas desde las aulas. Damián Torres

1 /

«Se respeta mucho todo lo que idean o crean al aire libre. Si construyen una cabaña con ramas y cartones no la quitamos», describe Sandra Piccolo, responsable de operaciones. Los juegos educativos son de madera y las aulas tienen nombres relacionados con la naturaleza: Garbi, Sahara, Everest, Daisy (margarita)… Y nada de césped artificial.

Hasta el tejado es un jardín que embellece las vistas desde las aulas. Son cubiertas con riego por goteo en las que crecen flores y plantas. La vegetación colgante desciende junto a las terrazas y amplios balcones en los que comen los alumnos para no perder contacto visual con el entorno.

Publicidad

El edificio es, en sí mismo, pura arquitectura sostenible: ladrillo cerámico sin pinturas, maderas de proximidad para vigas y otros elementos constructivos… O placas solares que proporcionan casi la mitad de la energía necesaria en el edificio.

«¡Hoy tengo Ecocamp!», clama ilusionada una pequeña de 4 años. Cursa Infantil en el centro La Gacela, en Paterna, y dos días por semana va con los compañeros de clase a cuidar el huerto, dar de comer a los animales, aprender cómo se hace el aceite o a jugar entre los pinos de 'El Bosque', el área más frondosa del Ecocamp de su colegio. ¿De qué hablamos?

Publicidad

La parte más boscosa del Ecocamp, donde los niños exploran y juegan rodeados de vegetación. Damián Torres
Un árbol con rostro propio tallado en su tronco recibe a los alumnos a la entrada del espacio natural de La Gacela. Damián Torres
Una alumna ofrece una patata al burro Paquito, en el Ecocamp. Damián Torres
Dos personas caminan junto al huerto en el que se forman los pequeños del centro infantil. Damián Torres
Una pequeña aprende a identificar plantas y sus frutos junto al responsable del Ecocamp de La Gacela. Damián Torres

1 /

«Preguntamos a los alumnos de dónde vienen los huevos y muchos respondían que del supermercado. Otros asociaban el pollo a una bandeja. Falta enseñarles la vida de una manera práctica. Tangible». Esa fue la semilla del Ecocamp, un amplio espacio al aire libre junto al centro concertado, adscrito a La Salle. Empezó a funcionar en 2020.

Cuando llegan, «los niños saludan al Señor Olivo y se reparten actividades: cuidado del huerto, elaboración de aceite o jabones con extractos naturales, abono, circuitos de psicomotricidad, tareas del aula en un ambiente más tranquilo...», resume Octavio Guijarro, encargado de la iniciativa educativa. Viven el paso de la semilla al crecimiento, la evolución de los animales y diferencian vivíparos de ovíparos, entre otros saberes y observaciones al aire libre.

Publicidad

«Algunos alumnos decían que los huevos vienen del supermercado. Otros asociaban el pollo a una bandeja. Faltaba enseñarles la vida de una manera práctica. Tangible»

Docentes de La Gacela

Paterna

Allí habitan Brutus, una tortuga sulcata, el burro Paquito, y las cabras africanas pigmeas Gaston y Daniela, gallinas, conejos cuyos nombres eligen los niños o varias especies de pájaros. «La proximidad a los animales ayuda a perder miedos. Aprenden a cuidar a seres vivos. Se endurecen con el contacto con la tierra. Hay muchos beneficios», destaca el equipo docente.

No lejos de allí, en Godella, está Gençana, otro centro concertado en el que la naturaleza preside el entorno y el aprendizaje. Ubicado en Campolivar, enseña a alumnos de todas las etapas. Sus recreos se basan en juegos programados donde el eje es el descubrimiento del mundo vegetal y animal que les envuelve. Las canchas quedan reservadas para actividad física, pero no se han adueñado del espacio ni del tiempo.

Noticia Patrocinada

«Creo que es bueno que el fútbol se reduzca en los recreos. Es una implantación del mundo adulto que muchos niños siguen, pero los colegios están para ofrecer más cultura», opina Virginia Pardo, coordinadora de Infantil y Primaria.

Tierra, pinos, arte y juegos con maderas, protagonistas en el patio de Gençana. Damián Torres
Dos alumnos del centro de Godella realizan creaciones con conchas, piedras y una piña coloreada. Damián Torres
La cercanía con la naturaleza o el aprendizaje sobre las abejas se plasma en los dibujos de algunos alumnos. Damián Torres
Plantas y maderas siempre están presentes en las actividades junto al aula en las primeras etapas educativas. Damián Torres
Cestas para el material de aprendizaje infantil, con piñas, conchas y otros muchos elementos. Damián Torres

1 /

En el exterior, sombra y frescor llegan gracias a pinos antiguos de 20 metros, ficus, olivos, sauces, arces o jacaranda. Como resume Pardo, «la naturaleza no sólo está presente en el aprendizaje de ciencias, sino en todo: matemáticas con construcciones de madera, cuerdas para contar sílabas o creaciones artísticas con piñas, conchas y otros muchos objetos naturales que ponemos al alcance del alumnado».

Publicidad

«En espacios naturales suceden cosas muy distintas al patio de cemento. ¿Lo podrían aprender en Youtube? Puede. Pero aquí lo viven en directo»

Virginia Pardo

Coordinadora de Infantil y Primaria de Gençana

Los chavales de Gençana «identifican plantas, ardillas, tórtolas o abubillas». En su proyecto 'Landart' desarrollan composiciones artísticas con elementos naturales y, en Infantil, también se emplean para clasificar o sumar. En esta etapa, todas las aulas disponen de un espacio exterior con macetas, jardineras o cubetas con elementos naturales. En su huerto hay cebollas, fresas, espinacas o plantas aromáticas.

Al mismo tiempo, se les dota de lupas digitales para sentirse científicos desde niños. También se llevan animales o plantas para analizar con microscopios y se les anima a crear dibujos en los que plasman con todo detalle las conductas o fisionomía de las especies que les rodean. Como resume Pastor, «en espacios como este suceden cosas muy distintas al patio de cemento. ¿Lo podrían aprender en Youtube? Puede. Pero aquí lo viven en directo», concluye la educadora.

Publicidad

Reverdeciendo un colegio público

«Renaturalizar colegios beneficia al alumnado en todo». Lo defiende Eva Raga, arquitecta y coordinadora de Fent Studi, que construye entornos «que ponen la vida en el centro». Desde el año pasado están cambiando en clave verde el patio del CEIP Ballester Fandos de Valencia. Es el proyecto piloto en la ciudad.

¿Qué recreo se encontraron? «Había dos campos de fútbol y uno de basket. Algún árbol y poca sombra. Los niños ocupaban casi todo el espacio y las niñas se movían menos, hasta con sedentarismo». Ahora están creando un túnel vegetal, una biblioteca de madera como espacio tranquilo, una montaña de tierra, una pradera vegetal y un espacio con corteza de pino para mantener la humedad. Además, han plantado más árboles y han instalado un vaporizador para refrescarse. Han ganado «espacios de juego diverso y mixto».

Publicidad

En la primera imagen, el estado inicial del exterior del centro. En la segunda, el cambio gestado por los arquitectos en ese espacio. Y en la tercera foto, otro espacio en construcción en una de las canchas, antes y ahora. Fent Estudi

Como lamenta Raga, «la mayoría de los colegios de Valencia se han construido pensando en la cancha y con vegetación escasa». Y urge «cambiar el patio 'futbolcentrista' por zonas verdes». El gran problema, como siempre, el dinero. «Mientras no haya una inyección pública (12.000 euros de subvención en el caso del Ballester Fandos) es muy difícil», lamenta la experta.

«La mayoría de los colegios de Valencia se han construido pensando en la cancha y con poca vegetación. Sin inyección de dinero público, el cambio de patio es muy difícil»

Eva Raga

Arquitecta y coordinadora de Fent Estudi

Otras ciudades ya están cambiando. «Barcelona, en su programa de renaturalización de patios escolares invierte unos 240.000 euros por colegio». París también ha dado el paso. Fent Estudi calcula que Valencia ganaría 6.000 metros cuadrados verdes si se renaturalizaran los patios de todos sus colegios.

Y el cambio climático apremia. «Un pavimento duro, si está al sol, puede superar los 40 grados. Con un clima más cálido y seco, crece el riesgo de golpes de calor», advierte la arquitecta. «La temperatura en un patio renaturalizado puede descender hasta 15 grados».

Ocho beneficios del patio ecológico

Recogemos a continuación, un resumen de los beneficios que aportan los centros que potencian su entorno natural, confeccionado con datos del equipo de La Gacela y del estudio arquitectónico Fent Estudi:

Publicidad

1. Contrapeso a lo tecnológico. En la era del teléfono móvil, el ordenador y la videoconsola, ver brotar una planta de la tierra, cuidarla o comérsela es una experiencia sorprendente para la mayoría de los niños. Un equilibrio.

2. Ritmos naturales: Ante el 'todo, ya' y la cultura de lo instantáneo, aceptar el ritmo natural de las plantas aporta una visión más real de la vida y sus tiempos. Se aprende paciencia y espera.

3. Inteligencia de las manos: Tocar la tierra siempre ha sido un placer para los niños. Realizar con las manos actividades, con un sentido y un fruto, o hacerlo cuidadosamente, estructura a la mente de forma distinta a leer la teoría.

4. Espacio abierto. Niños con problemas de concentración en la inmovilidad de un aula encuentran en la clase de horticultura una forma de aprender en movimiento que encaja mejor con la sabiduría a través de la experiencia.

5. Dificultades que enseñan. Afrontar los contratiempos reales de un huerto es escuela de vida: insectos que se comen las verduras, plantas que no prosperan… Deben ser creativos, atentos y digerir la decepción porque las cosas no siempre salen como se espera.

Publicidad

6. Temperatura. Los jardines generan más sombras y humedad y eso hace la vida escolar más llevadera en los días calurosos, que cada vez son más por el cambio climático.

7. Igualdad. Se acaba con el modelo 'chicos al fútbol, chicas en los márgenes' que tantas veces genera el patio de canchas, fomentándose una experiencia de juego más compartida y una mejor relación en la infancia entre ambos sexos.

8. Serenidad y observación: La naturaleza proporciona paz y ayuda a estar más tranquilo y alegre. Además, fomenta la observación compartida de los seres vivos y el funcionamiento general de lo que nos rodea.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€

Publicidad