Lola Morales, profesora y divulgadora: «Hay una corriente de cambio en la enseñanza de Matemáticas»

«A veces enseño mates. A veces dibujo cosas». Es el lema de Lola Morales, una mujer que lleva muchos años enseñando matemáticas a los niños españoles. A algunos los ve cada día en sus clases, en el IES Gran Capitán de Madrid, pero con muchos otros ha tenido contacto de una u otra manera a través de las redes sociales. En el verano de 2022 creó Matemápolis, que podría considerarse como la ciudad de las matemáticas divertidas, un proyecto que inició para su hija pero que está siendo aprovechado por profesores y alumnos para aprender jugando.

Lola convirtió una idea para su hija de 4 años en un proyecto colosal y decidió aprender a dibujar para llevar al papel de forma gráfica las ideas que se iban formando en su cabeza. «Me levantaba todos los días temprano para ver tutoriales de YouTube o hacer algunos cursos sobre ilustración, ya que nunca había dibujado ningún personaje, solo algunos paisajes con acuarela. Además de en papel, me compré un iPad para dibujar también en él que fuera más fácil guardar el trabajo que iba haciendo y día tras día dibujaba cosas».

Y esa visión que tiene sobre la enseñanza de las Matemáticas le ha llevado a desarrollar métodos que pueden ser más eficientes para facilitar el aprendizaje en las aulas. Porque Lola cree que algo está cambiando. «Yo aprendí (y olvidé) a hacer raíces cuadradas en el colegio pero nunca las he enseñado (y he coincidido con muy pocos profesores que sí lo hayan hecho). Creo que en general todos intentamos que se entiendan los conceptos y no tanto que se mecanice, pero siempre hay una parte de profesorado que acaba concediendo más tiempo a las operaciones que a la resolución de problemas, claro. Los motivos pueden ser muchos, faltaría más, pero creo que sí hay una corriente de cambio, un cambio quizá lento pero real«, reflexiona.

¿Y cómo se puede mejorar la enseñanza? «Además de la formación sobre didáctica específica, recomiendo leer propuestas muy interesantes que se han llevado a la práctica. Hay libros fabulosos (por ejemplo, «Enseñar a aprender matemáticas en educación secundaria obligatoria» o «El lenguaje de funciones y gráficas»), webs con propuestas increíbles (por ejemplo, https://nrich.maths.org/, de la Universidad de Cambridge, y muchos otros) y herramientas digitales que creo que todavía tienen que calar mucho más como GeoGebra o Desmos. Incluso creo que falta potenciar el uso de la calculadora, se pueden plantear actividades muy interesantes que no están en absoluto reñidas con el cálculo mental«.

Lola considera que es importante «guiar el aprendizaje a partir de la necesidad de resolver ciertos problemas, ya sean reales sobre una compra en uno grandes almacenes o puramente abstractos como en qué número acaba 17 elevado a 435, un número muchísimo más grande que el número de átomos del universo», pone a modo de ejemplo.

Además, reivindica la figura indispensable de los profesores y su papel decisivo para conseguir que a los alumnos no solo comprensan las matemáticas, sino que les gusten y, unos, tal vez pocos, las acaben amando. «Un profesor siempre influye, y en ciertas asignaturas creo que mucho más. En concreto, lograr entender las matemáticas es tremendamente satisfactorio para los alumnos, les da seguridad y confianza, aporta ganas de seguir aprendiendo y favorece desarrollar un gusto estético y un modo de apreciar la belleza intrínseca de la disciplina que, lamentablemente, muchos alumnos no llegar a ver. Pero no creo que esto se logre o no si se enseña «diferente». ¿Diferente a qué? Lo que debemos aspirar es a enseñar de modo eficiente. Creo que así es como lograremos contagiar nuestra pasión», explica.

¿Es lo mismo evaluar que calificar?

En cuanto al nivel del alumnado español, reflexiona que «es curioso hacer intercambios en otros países y ver qué se da allí. Nuestros alumnos se sorprenden siempre porque ellos estudiaron uno o dos cursos antes lo que ven que están aprendiendo en algunos de esos países. Pero ¿eso quiere decir «nivel»? Creo que no. En Singapur, por ejemplo, hay una prueba al final de Primaria en la que tienen que resolver 30 ejercicios en 50 minutos. No entra divisibilidad o potencias, solo operaciones básicas y geometría. «Al dividir un número entre 30 el resto es 8. ¿Cuánto hay que sumarle al número para que sea múltiplo de 6?».¿Lo sabríamos hacer? ¿Qué es el «nivel»? Desde luego, no creo que sea dar más conceptos antes de que los alumnos estén preparados para entenderlos», concluye.

Lola, además de dedicarse a proyectos exclusivamente profesionales, ha dedicado tiempo a la escritura, publicando un libro de relatos y varios relatos en libros colectivos. «Siempre me ha gustado el arte, pero una cosa es disfrutar viéndolo y otra es intentar hacerlo. Cada vez leo más novelas gráficas, me encanta esa forma de contar una historia. Y bueno, como he comentado, la maternidad a veces hace que aprendamos cosas que no esperábamos: a hacer bizcochos de plátano, a subirnos a los árboles o a dibujar elefantes. Y claro, un elefante lleva a una ballena, una jirafa, una botella de Klein (en topología, una rama de las matemáticas, la botella de Klein es un ejemplo de una superficie no orientable)…

Por otro lado, desde hace meses «se empezó a formar en mi cabeza la idea de hacer un libro con una historia interesante y que propusiera retos e historias matemáticas diferentes a las típicas sobre aritmética que se ven en el colegio. Creo que apenas hay libros divulgativos sobre matemáticas que vayan dirigidos a niños pequeños y que además tengan una trama sugerente«, explica. »Creo que tengo herramientas narrativas y matemáticas para escribirlo pero ahora también me gustaría ilustrarlo«.

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