Confirman la relación entre las hijas primogénitas y el divorcio de los padres

Que el hecho de tener una hija primogénita aumente las probabilidades de que los padres se divorcien parece un cuento de vieja, pero no lo es. Según el estudio publicado en The Economic Journal 'Daughters and Divorce', de Jan Kabátek (Universidad de Melbourne) y David Ribar (Universidad Estatal de Georgia), esta teoría es cierta, aunque cabe matizar algunos detalles.

La investigación se ha llevado a cabo en Países Bajos y Estados Unidos y, a diferencia de trabajos previos, se ha tenido en cuenta la edad de los menores para poder determinar cuándo empieza a darse este fenómeno. La respuesta es a partir de los 12 años, es decir, en la adolescencia. Esto tira por tierra la teoría surgida en la década de los 80 que se refería a una preferencia por los hijos varones y se centra mucho más en el posible aumento de disputas por la educación de las hijas en este periodo.

Así, durante los primero años, la diferencia de divorcios entre familias cuyos primogénitos niñas apenas representa el 1% por encima de los que tienen hijos varones, sin embargo, entre los 13 y los 18 años la diferencia ya supone un 5% de media, con el punto álgido alcanzado a los 15 años, cuando la diferencia es del 9%.

El estudio de Kabátek y Ribar indaga también sobre los principales desacuerdos entre los progenitores de hijas adolescentes, que se centran en el dinero y el grado en que consideran que pueden controlar las decisiones personales de las menores, como la forma de vestir o las amistades. Así, los expertos descubrieron una clave que neutraliza el efecto de la primogénita en las parejas: los padres que crecieron con una hermana y han vivido desde la otra perspectiva la adolescencia femenina.