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REDACCIÓN/Fermín Apezteguia/COLPISA
Miércoles, 22 de septiembre 2021, 18:43
La erupción del volcán de La Pama ha entrado en una fase más explosiva y la lava alcanza ya los 12 metros de altura y los expertos estiman que puede durar entre 24 y 84 días. Mientras tanto, la nube tóxica que emite de dióxido de azufre provocada por la catástrofe se expande ya sobre el norte de África y la península. ¿Pero qué riesgos supone respirar este aire para la salud?'
Las cenizas de volcán, por sí solas, no tienen por qué representar un grave riesgo para la salud humana, según describe un informe de la Red Internacional de Amenazas Volcánicas para la Salud (IVHHN). Pero los llamados flujos piroclásticos, que son los gases mezclados con lava a altas temperaturas, sí suponen un auténtico peligro para la vida. Resultan muy tóxicos y desde hace tiempo se conoce que son la principal causa de mortalidad en las grandes erupciones registradas en el mundo, por problemas respiratorios y cánceres.
En personas sanas, las cenizas de volcán causan complicaciones respiratorias menores, síntomas oculares e irritación de la piel, además de otros efectos de tipo indirecto. Niños, pacientes con enfermedades previas o sistemas inmunodeprimidos pueden, sin embargo, sufrir crisis de peor calado.
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Ocurre así porque, según este documento de la Red Internacional de Amenazas Volcánicas para la Salud, las partículas finas «irritan las vías respiratorias y provocan su contracción, haciendo que la respiración sea más dificultosa». El polvo fino, además, favorece una mayor secreción de las vías respiratorias, lo que genera a su vez más tos y más dificultades inhalatorias.
Desde la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica señalan que en altas concentraciones el dióxido de azufre (SO2) de la erupción de La Palma puede provocar, irritaciones en las mucosas, lagrimeo, inflamaciones pulmonares o incluso bronquitis, alveolitis y neumolitis.
Un informe de la Universidad de Chile, un país con más de 500 volcanes activos, advertía que además de los efectos «ampliamente conocidos» provocados por las nubes tóxicas volcánicas, «como quemaduras, traumatismos y alteraciones del sistema respiratorio», existen otros que siguen siendo «motivo de controversia e investigación». Los más perjudiciales de los gases son el dióxido de carbono y el ácido sulfhídrico, que pueden causar asfixia.
Al penetrar en el organismo, la comunión de gases y cenizas favorece, además, la respuesta inflamatoria, una reacción propia del sistema inmune, que mantenida puede ser muy complicada. También contribuye a la aparición de cuadros de silicosis y la formación de cánceres diversos.
Por este motivo, las llamadas a la prudencia, a mantener la distancia fijada por las autoridades y a emplear mascarillas en zonas cercanas al volcán han sido constantes desde que este domingo entrara en erupción el volcán de La Palma.
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