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Sábado, 24 de abril 2021, 00:17

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Ucrania pretende convertir las ruinas de Chernobyl en Patrimonio Mundial de la Humanidad. La zona de exclusión permanece abandonada tras el desastre nuclear producido el 26 de abril de 1986 y hoy se ha convertido en un santurario para los amantes del turismo oscuro. También es el recuerdo físico del horror, donde el paso del tiempo acentúa esa sensación de catástrofe, de vida arrasada de golpe, que transmite cada objeto del lugar.

REUTERS
Ucrania pretende convertir las ruinas de Chernobyl en Patrimonio Mundial de la Humanidad. La zona de exclusión permanece abandonada tras el desastre nuclear producido el 26 de abril de 1986 y hoy se ha convertido en un santurario para los amantes del turismo oscuro. También es el recuerdo físico del horror, donde el paso del tiempo acentúa esa sensación de catástrofe, de vida arrasada de golpe, que transmite cada objeto del lugar.
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Ucrania pretende convertir las ruinas de Chernobyl en Patrimonio Mundial de la Humanidad. La zona de exclusión permanece abandonada tras el desastre nuclear producido el 26 de abril de 1986 y hoy se ha convertido en un santurario para los amantes del turismo oscuro. También es el recuerdo físico del horror, donde el paso del tiempo acentúa esa sensación de catástrofe, de vida arrasada de golpe, que transmite cada objeto del lugar.

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Ucrania pretende convertir las ruinas de Chernobyl en Patrimonio Mundial de la Humanidad. La zona de exclusión permanece abandonada tras el desastre nuclear producido el 26 de abril de 1986 y hoy se ha convertido en un santurario para los amantes del turismo oscuro. También es el recuerdo físico del horror, donde el paso del tiempo acentúa esa sensación de catástrofe, de vida arrasada de golpe, que transmite cada objeto del lugar.
Ucrania pretende convertir las ruinas de Chernobyl en Patrimonio Mundial de la Humanidad. La zona de exclusión permanece abandonada tras el desastre nuclear producido el 26 de abril de 1986 y hoy se ha convertido en un santurario para los amantes del turismo oscuro. También es el recuerdo físico del horror, donde el paso del tiempo acentúa esa sensación de catástrofe, de vida arrasada de golpe, que transmite cada objeto del lugar.

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lasprovincias El embrujo de las ruinas radioactivas de Chernobyl