Secciones
Servicios
Destacamos
El vigilante de seguridad frunce el ceño. Es tarde y está cansado. El café descansa en la mesa y él observa los monitores que muestran las distintas cámaras de seguridad. Extrañado, se concentra en una de ellas, la que muestra un lateral del Palau de la Generalitat, en concreto el que da a la calle Caballeros. Ha debido de ver mal, seguro. Sí, es eso. El sueño le ha jugado una mala pasada. Está a punto de dejar de concentrarse en ese monitor cuando vuelve a verlo. Un extraño humo amarillento sale de una de las ventanas del sótano del palacio y se pierde en la noche. Coge la linterna y corre hasta la calle, acompañado de un policía, pero evidentemente no ven nada. Acaba de comenzar uno de los expedientes X más conocidos de la ciudad y también uno de los más misteriosos: el del supuesto fantasma del Palau de la Generalitat. Los sucesos se repetirían más tarde, ese mismo mes, mientras la ciudad entera se debatía entre la emoción por la llegada de Benedicto XVI y la tristeza por el accidente del metro, que segó las vidas de 43 valencianos.
Un poco de historia del edificio. Se trata de un palacio gótico empezado a construir en el siglo XV. Desde muy temprano acogió varias instancias del autogobierno valenciano y desde la llegada de la democracia es la sede de Presidencia de la Generalitat, cuyos funcionarios suelen comentar en tono de broma lo del supuesto fantasma. No es como en el edificio de la Cigüeña, donde la presencia de la supuesta Dama de Rosa está ligeramente más asumida entre los trabajadores.
Lo ocurrido en el Palau de la Generalitat sigue siendo un auténtico misterio. La primera noche en que aparecieron las extrañas luces, los guardias de seguridad del inmueble bajaron a los sótanos del Palau, desde donde se suponía que salían las luces. No encontraron nada que justificara los destellos. Ni siquiera, evidentemente, lámparas o linternas que apuntaran al exterior. Tampoco nada capaz de generar humo, lo que podría haber sido otra explicación de lo ocurrido.
Noticia Relacionada
Los guardas optaron por intentar olvidar el fenómeno. Sin embargo, semanas más tardes se repitió. Entonces, como contó en agosto de 2006 Javier Martínez en este diario, «las luces amarillentas volvieron a aparecer de madrugada junto a otra de las fachadas del edificio». «En esta ocasión, la imagen también fue grabada por una cámara de seguridad externa y el personal de seguridad comenzó a darle más importancia al suceso que la vez anterior», explica la crónica. En esta ocasión, el personal realizó «una copia de las imágenes en un disco compacto» para mostrárselas a los responsables de la seguridad del palacio y al presidente de la Generalitat, Francisco Camps. «Otra personalidad que visionó la grabación fue el conseller de Agricultura, Juan Gabriel Cotino. Los dirigentes valencianos restaron importancia a lo que habían visto y dieron instrucciones precisas para que no se difundieran comentarios sobre un supuesto fantasma», relata Martínez, que apunta que se trataba de los días previos «a la visita del Papa Benedicto XVI y entre el personal del Palau de la Generalitat ya circulaban de boca en boca algunas interpretaciones sobre los haces de luces grabados de madrugada» saliendo de uno de los sótanos del Palau.
La explicación, si se le puede llamar así, es histórica. Los tours que recorren la ciudad por la noche relatando los misterios y leyendas de la ciudad, muchos de ellos reproducidos en estas mismas páginas, cuentan que el Palau de la Generalitat, en su papel de sede de distintas entidades de Gobierno a lo largo de sus casi seis siglos de vida, albergó también en su momento una institución tan conocida como temida: la Inquisición.
De una importancia capital en la España de la Edad Media y la Edad Moderna, la Inquisición ajustició a cientos de personas a lo largo de su dilatadísima historia. De hecho, el último asesinado por el Santo Oficio fue el profesor Cayetano Ripoll, un docente de Ruzafa que fue ahorcado y colocado sobre un barril con llamas para simular que era quemado en el siglo XIX. Eran tiempos en los que las hogueras ya no se estilaban. Tampoco la tortura.
Otros Expedientes X en Valencia
Álex Serrano
Álex Serrano
Pero históricamente, lo cierto es que la Santa Inquisición empleó todo tipo de métodos de tortura para extraer de sus víctimas las más variopintas confesiones. Se dice que los gritos de los 'interrogados' se escuchaban más allá de las torres y sótanos donde se les encerraba. Sótanos... como los del Palau de la Generalitat, que tenía en las salas de donde salió el extraño humo amarillo una de las zonas de tortura, según cuentan algunos historiadores especializados en la cara más negra de la vida de la ciudad.
Sea como fuere, lo cierto es que el fantasma del Palau es, ahora mismo, más un chascarrillo que otra cosa. Las imágenes se borraron o están guardadas a buen recaudo. Nunca han visto la luz y no parece probable que ahora alguien se atreva a publicarlas. Claro que no habría mejor momento para ello que en el Halloween del año en que se cumple del decimoquinto aniversario de estos sucesos....
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.