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Don Emilio Abad Escalambre ha fallecido, uno de los profesores históricos del colegio San José de Calasanz, de los Escolapios de Micer Mascó, por dónde han pasado muchas generaciones de valencianos. Una época en la que a los maestros todavía se les llamaba de «don», como una muestra de respeto que hoy está en peligro de extinción.
Don Emilio era uno de esos profesores de la EGB, serio en las distancias largas y afable y cariñoso en las cortas. Detrás de esa barba poblada, casi de leñador, había una persona buena.
A nosotros, a los del grupo C de la generación del 74, nos acogió en tercero de EGB como tutor, cuando las clases eran de más de 40 alumnos y no pasaba nada. Arropar a los del C, a los pequeños y desarrapados de cada generación, era un extra.
Durante su curso, el 82-83, don Salvador, el profesor de música, seleccionó a los chicos del coro, y Don Emilio fue impulsor y notario de la mayor rivalidad que ha habido en nuestra clase durante toda la EGB: el Parreta-Puma. Nuestro profesor creó ese derbi escolar. A mí me eligió para ponerle nombre a uno de los equipos de clase, el Parreta, por la cercanía de mi casa con el histórico equipo del barrio de Marxalenes. Manuel Navarro, hoy profesor y escritor de novela negra, hizo lo propio con el Puma. El recreo, a partir de ese momento y hasta octavo de EGB, fue el campo de batalla por un balón. La guerra futbolera se inició en el patio porticado del comedor. Además, fue nuestro profesor en el año de nuestra Primera Comunión, en mayo de 1983.
Y es que Don Emilio era muy futbolero. Era integrante del equipo de los profesores, ese que todos los martes y los viernes al mediodía jugaba en el patio verde nuevo contra un equipo de alumnos. En esos partido no se hacían trampas pero sí había reglas, las que los maestros marcaban, por lo que casi siempre ganaban.
Don Emilio jugaba en la banda. Tenía un disparo demoledor, seco, durísimo. Armaba la pierna en un palmo. Junto a él, Juan Añón, el sibarita de aquel equipo, jugón y siempre con la camiseta empapada. Paco Giner era el delantero, tan delicado como Butragueño. Y la estopa la repartían Felipe, Pascual y Lis. Casi nunca perdían y si les faltaba alguien embarcaban a Nacho Cortina o a uno de los hermanos Garrido, que han vivido del fútbol.
Don Emilio era recto, tan serio como el tabaco negro que fumaba. Detrás de esa barba, había «un buen maestro y una buena persona, afable y cariñoso», como comenta Javier Tortajada, miembro de aquel C del 74, que se encontró, junto a Manuel Navarro, con nuestro querido profesor en Mora de Rubielos hace unos años. Don Emilio era cariñoso en las distancias cortas y se preocupaba mucho de sus alumnos y sus situaciones personales, al menos puedo dar fe de ello. Para Jorge Zorrilla, «el mejor profesor que tuve».
Los guardianes de la EGB empiezan a ser historia en Escolapios. No hace mucho, los del C también perdimos a don Juan Fuset, nuestro tutor en cuarto curso. La historia de Escolapios siempre estará en las clases de la señorita Mari Luz, de Don Luis Miguel, Don Pablo, Don Carmelo y Don Andrés, entre muchos otros. Nadie olvidará el magisterio de Don Emilio Abad.
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