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José España, apodado Corretja, en el tractor con el que trabaja en las 4,5 hectáreas de naranjos que posee en Alzira. J. L. BORT
Los oficios del verano

Entre la finca de naranjos y la Semana Santa de Alzira

José España, cerca de la jubilación, ve cómo la agricultura se queda sin relevo generacional: «¿Qué negocio es trabajar para perder dinero? La continuidad en el campo la veo cada vez peor. Mis hijas me dicen que lo venda»

Martes, 27 de agosto 2024, 00:26

-¿Qué es lo mejor de trabajar en esta época del año?

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-A las 10 o las 11 has hecho la faena que tienes que hacer y ya te escondes porque el sol te come. Intentas trabajar antes de salir el sol. Y entre ... las 6 de la tarde y las 9, cuando se hace de noche, puedes volver a hacer alguna cosita.

-¿Y lo peor?

-Cuando haces alguna cosa manual. Cada vez echamos menos herbicida, pero siempre hay zonas delicadas. Y vas con la mochila dándole a la palanquita y el sudor te chorrea.

Al hablar de José España en Alzira, se puede generar confusión. Hay, al menos, seis vecinos con ese nombre y ese primer apellido en el municipio. Pero sólo uno de ellos tiene el apodo de Corretja. Un apelativo que heredó de su padre. Pepe, como también le llaman algunos, perdió a su progenitor cuando sólo tenía un año y medio. «Apenas le conocí», cuenta. Pero conserva su legado: la pasión por la agricultura y por la Semana Santa. Abre las puertas de su finca en la Ribera Alta, donde cuenta con 4,5 hectáreas de naranjos. En la entrada, en una zona de sombra, un columpio en el que suele disfrutar su nieta. A escasos pasos, el rincón de una joven y nerviosa perra a la que ha adoptado recientemente. Se respira paz. Y en el muro que da la bienvenida, destaca una original decoración con piedras en la que se puede leer: Hort de Corretja.

José España, de 63 años, aparece luciendo una camiseta que diseñó hace un tiempo con el dibujo de una correa. Una forma de rendir homenaje a su sobrenombre. Su vida ha estado dedicada a la agricultura. «Empecé con 14 años, estudiando por la noche y viniendo al campo durante el día. Hacía falta más mano de obra que ahora. Eran otras tiempos. Tiempos de legona y azada. Prácticamente todo se hacía de forma manual. Hemos ido evolucionando y ahora todo lo que podemos lo hacemos con tractor», explica. El suyo, precisamente, no dispone de aire acondicionado.

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«Aunque en verano estés sudando sólo por el calor que desprende el tractor, estás a gusto. Trabajar en una cosa que te gusta es muy importante», comenta José. En estas abrasadoras fechas, toca revisar las rutinas para adecuarlas a las temperaturas.

Eso sí, los avances han permitido automatizar algunos procesos sofocantes: «Antiguamente, cuando no teníamos riego por goteo y se regaba a manta, a las cuatro o cinco de la tarde estabas regando con todo el calor. Ahora las gotitas salen solas y sólo te tienes que preocupar de revisar un poco la instalación. Una gran ventaja».

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José, delegado en Alzira de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA), subraya la trascendencia de las protestas llevadas a cabo por su gremio. Reclaman ayudas urgentes al Gobierno: «De momento, nos dan pocas soluciones. Sólo queremos vivir del campo. Los actuales precios de venta de la cosecha son los mismos que hace 40 o 50 años. Desde hace unos años se ha triplicado el precio de los abonos, del riego... Ya no es que no haya rentabilidad. Es que cada vez hay más pérdidas. Los intermedios son los que hacen el agosto todo el año». Para compensar esos números rojos, busca alternativas: «Intento hacer alguna faenita a los vecinos. Aparte de la venta de naranjas, facturo alguna cosa con el tractor y van saliéndome las cuentas. Si no, sería imposible».

El pasado mes de julio, fue nombrado presidente de la Junta de Hermandades y Cofradías de la Semana Santa de Alzira

En esta coyuntura, la agricultura se queda sin relevo generacional: «¿Qué negocio es trabajar para perder dinero? La continuidad en el campo la veo cada vez peor. Ya hay muchos campos abandonados. Dentro de cinco o diez años, se duplicará o triplicará».

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La finca de José se queda sin savia nueva dentro de la familia: «Mis hijas ya son mayores y me dicen que la venda. El problema es que ahora el precio está por los suelos. A ver si puedo aguantar los dos añitos que me quedan y luego veremos cómo va la jubilación. Como me gusta, seguimos».

Fuera de las tierras, José afronta un año apasionante. El pasado mes de julio, fue nombrado presidente de la Junta de Hermandades y Cofradías de la Semana Santa de Alzira. Hay 18 cofradías. Y la suya, la del Descendimiento de la Cruz, estuvo originalmente vinculada a los agricultores.

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«El paso antiguo de nuestra cofradía se quemó en la Guerra Civil. Después, en 1943, lo hicieron en Polinyà de Xúquer y lo trajeron a hombros a Alzira. Lo sufragó mi padre. En aquella época él era agricultor pero ganaba mucho dinero», cuenta José. Una curiosa historia que, al conocerla, le inspiró.

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